Jota Peleteiro, el joven que prometió volver a casa tras cumplir su sueño en la Premier

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Jota Peleteiro, en el 2012, antes de fichar por el Real Madrid Castilla
Jota Peleteiro, en el 2012, antes de fichar por el Real Madrid Castilla MARCOS CREO

Vegetariano y amante del motor, quiere jugar en el Compos a la vez que lo preside

05 jun 2022 . Actualizado a las 00:10 h.

El 11 de mayo del 2021, en el Martínez Valero de Elche, José Ignacio Peleteiro Ramallo (A Pobra do Caramiñal, 1991) jugó con el Alavés el que hasta ahora es su último partido. Estuvo sobre el césped algo menos de un cuarto de hora. Sin equipo en el que continuar su carrera, Jota, como sus hermanas empezaron a llamarle cuando era pequeño en honor a la inicial de su primer nombre, volvió como de costumbre el pasado verano a su casa familiar, en el lugar de San Isidoro de Posmarcos, y dejó en las oficinas del Compostela la semilla que ahora fructifica. Se entrenó unos días con la plantilla, visitó las instalaciones, se reunió con la directiva y firmó a finales de septiembre en el libro de honor del club.

Peleteiro pretende dar en Santiago el giro a su vida con el que ya soñaba hace tres veranos, cuando residía en Inglaterra y el Aston Villa lo acababa de fichar del Birmingham, su máximo rival. «Lo he pensado muchas veces. Me gustaría volver a Galicia, jugar allí los últimos años de mi carrera y vivir cerca de la familia», contó entonces a La Voz. Han pasado diez años desde que salió del Celta, primero para jugar cedido en el Castilla y luego en el Eibar. Marcó el gol decisivo que dio a los armeros su primer ascenso a Primera la temporada en la que cumplían 75 años. Allí conoció a Txema Añibarro, entonces central y hoy entrenador del Juvenil B del Athletic de Bilbao. «Es el mejor amigo que he hecho en el fútbol». Añibarro tiene muchas papeletas para acompañar a Peleteiro como técnico en el Compostela.

La gran temporada en Ipurúa le supuso a Jota el ansiado desembarco en el fútbol inglés. Se enfundó la camiseta del Brentford, el club con el que más partidos ha disputado —78— y con el que marcó 23 goles antes de que el Birmingham pagase por su traspaso 6,5 millones de euros. «Todos los veranos he tenido ofertas para volver a España, pero ha podido siempre más la pasión que tengo desde pequeño por el fútbol inglés».

Vegetariano por educación familiar —sus padres José Ignacio y Lupe lo son—, Peleteiro dio los primeros pelotazos a un balón de sala en Boiro antes de hacerlo con el de fútbol en el Xuventude de Aguiño, al que llegó como benjamín. Su primer entrenador fue su propio padre, un empleado de la extinta Caixa Galicia, que luego dirigió una gestoría y varios negocios familiares —entre ellos un local de hostelería en A Pobra— y que, cuenta Jota, marcó su carrera. En Aguiño lo entrenó también Matilde Alonso, la misma que formó a Verónica Boquete.

200 kilómetros en taxi diarios

Tras las semifinales de un torneo en el que el Aguiño eliminó al Celta con una estelar actuación del infantil Jota, Javier Maté —que dirigía entonces la cantera viguesa— llamó a su padre. No fue el único. Desde el Real Madrid y el Atlético también marcaron su número, pero Peleteiro padre no quiso que su hijo saliese entonces de Galicia. Por no salir, no salió ni de casa. El Celta lo incorporó, pero Jota siguió viviendo dos años —hasta que le exigieron la residencia en su segundo año de cadete— en A Pobra. Tres veces por semana, salía de clase, recorría 200 kilómetros para entrenarse, y regresaba pasadas las once y media de la noche. Lo hacía en taxi. El Celta le costeaba dos desplazamientos y el tercero se lo pagaban sus padres.

Con tanta carretera, acabó aficionándose al volante. «Me gusta leer sobre el motor, aprender todo lo que puedo y tener buenos coches. Hasta cuando cojo la consola es siempre con juegos de conducir», contó. Seguidor de la NBA y la NFL, su último viaje le trae de vuelta a casa. La empresa Ramalloc Sports —nomenclatura derivada de su apellido materno—, que registró en Vizcaya a su nombre y de la que es único socio y accionista, tendrá en sus manos la gestión del Compostela. Allí, quizá, Peleteiro recupere también el sueño de retirarse como futbolista a unos kilómetros de su casa.

Casi una década en el foco de la prensa del corazón

Jota Peleteiro está acostumbrado, desde muy joven, a convivir con la exposición mediática. No solo la que le aportó su condición de futbolista. Con apenas 22 años recién cumplidos, cuando era frecuente verlo veranear con sus amigos en la playa de Carragueiros, en Boiro, Jota inició una relación con la modelo Jessica Bueno (Sevilla, 1990). Se conocieron durante su estancia en Madrid, cuando Peleteiro jugaba cedido en el Castilla, y su nombre saltó como un resorte a las portadas de la prensa rosa. Bueno había sido pareja de Kiko Rivera —hijo de Isabel Pantoja y Francisco Rivera— con el que había tenido un hijo y estaba en un tortuoso proceso de separación, lo que convirtió al joven Jota en objetivo habitual de los paparazzis.

«No vivo para contentar a nadie»

«La continua exposición es parte de mi vida. Está claro que pueden hacerte daño, pero desde pequeño estoy acostumbrado a ser una persona pública. No leo nada sobre mí, ni de lo futbolístico ni de mi vida personal. Intento ser feliz a mi manera, con la gente que tengo alrededor. Cada uno puede opinar lo que quiera, que es mi vida y no la vivo para contentar a nadie», contó Peleteiro a La Voz.

Durante la estancia del futbolista en Inglaterra, donde permaneció seis años —entre el 2014 y el 2020, cuando volvió para jugar en el Alavés— nació el primer hijo de la pareja, al que llamaron José Ignacio como su padre y su abuelo. En junio del 2015, Peleteiro y Bueno se casaron en Marbella. El pasado verano, en julio, después de finalizar su contrato con el cuadro vitoriano, nació su segundo hijo, Alejandro.

La pareja reside, desde su retorno de Birmingham, en una casa de campo a las afueras de Bilbao. Falta por ver si la apuesta decidida de Jota por el Compostela lleva también en un futuro a su familia, como él pretendía, a desplazarse a Galicia.