Con poco más de 24 horas de diferencia, los entrenadores de dos de los clubes de fútbol más importantes de Europa anunciaron que dejarán libre su banquillo a final de curso. Pero qué forma más distinta de hacerlo...
Jürgen Klopp decide marcharse del Liverpool con los de Anfield en el liderato de la Premier League y serias opciones de ganar todos los títulos porque admite que no sabe si será capaz de mantener la excelencia que exige una de las instituciones más respetadas de Inglaterra y del planeta; Xavi anunció el cambio de ciclo entre reproches al entorno del Barcelona y tras pocos días en los que fue machacado en la Supercopa, eliminado de la Copa del Rey y se alejó a más de una decena de puntos del liderato en la Liga.
«Me echaréis de menos», ha asegurado el entrenador de Tarrasa, que presume de haber ganado una Liga y una Supercopa desde su llegada en noviembre del 2021, así como de dar la alternativa a joyas como Lamine Yamal, Fermín López y, más recientemente, Pau Cubarsí y Héctor Fort. El botín parecería digno para un Barcelona sin Messi, de no ser porque Xavi vendía la búsqueda de la excelencia cruyffista mientras construía sus triunfos en el unocerismo, reivindicaba el crecimiento competitivo de un equipo de mazazo en mazazo en Europa que entregó a cracs fichados a golpe de palancas y alcanzó la histeria contra los arbitrajes mientras cuando aflora el caso Negreira. Un legado no tan distinto al del vilipendiado Koeman, que ganó una Copa y dio galones a Pedri o Gavi.
Igualito que un Klopp que hace nueve años cogió el mando de un Liverpool en horas bajas. A Xavi lo avalaba su criterio exquisito como futbolista, y a Jürgen su buen hacer en el Borussia Dortmund. Una Champions, tres finales, una Premier y el cariño unánime de Anfield dan la razón al estilo del alemán, mucho más ofensivo y agresivo en el campo que en la sala de prensa.