Un grupo de amigos se hace pasar por la selección colombiana de baloncesto y disputa un torneo oficial en Rusia
DEPORTES
Con tan solo 25 años, uno de los miembros del equipo engañó a la Federación rusa para que él y sus amigos, que tan solo habían jugado hasta entonces a nivel aficionado, disputasen la «Copa de la amistad», creada en la antigua república soviética después de su exclusión de torneos oficiales por la guerra con Ucrania
30 ago 2024 . Actualizado a las 12:16 h.En la película Atrápame si puedes, Leonardo DiCaprio se metió en la piel de Frank Abagnale, quien sin tener ni idea de manejar un avión, engañó a todo el mundo haciéndose pasar por piloto, girando montones de cheques falsos hacia personas que realmente nunca existieron, porque era él mismo quien se las inventaba sobre la marcha. El caso de este estadounidense ocurrió realmente en la década de los 60. Tenía tal convicción en lo que hacía, tal seguridad de que podía ser quien quisiera con tal de que el engaño fructificase, que se hizo de oro durante cinco años con ocho entidades distintas y estafando en 26 países diferentes. Aunque al final Tom Hanks, que interpreta al policía que le dio caza en la vida real, lo acaba pillando.
60 años después, desde Rusia, llega otro sonado caso de engaño, quizás aún más elaborado que el del mismísimo Abagnale. Un buen día, un joven colombiano aficionado a jugar partidillos 3x3 de baloncesto con sus colegas, se entera de que en Rusia están preparando la Copa de la Amistad. La federación de este deporte en el país pretende con este torneo que su equipo nacional vuelva a competir, después de que el resto de naciones los hayan aislado de torneos oficiales por la guerra con Ucrania. El evento organizado por el Kremlin tendría lugar entre el 21 y el 25 de agosto en la ciudad de Perm. Con un millón de habitantes, situada a orillas del río Kama es una de las principales poblaciones cerca de los montes Urales. Christian David Mosquera, colombiano pero residente en Kazán, la capital de la República rusa de Tartaristán está, como aficionado al baloncesto (juega en la tercera división rusa de 3x3), pendiente de los detalles de cómo será esta nueva competición.
en la imagen sobre estas líneas, christian david mosquera es el primero por la izquierda en la fila inferior
Copa de la amistad, un torneo a cuatro, con Venezuela y Colombia invitadas
Cuando la antigua república soviética anuncia que serán dos naciones «amigas», Venezuela y Colombia, con sus combinados nacionales de baloncesto, las invitadas, Christian se pone en plan hacker para conseguir su sueño y el de sus amigos: disputar un torneo oficial con jugadores profesionales. Urdió un plan tras conseguir suplantar el correo electrónico de la federación colombiana de basket. Se hizo pasar por el presidente federativo y exigió a las autoridades rusas para disputar el torneo que se les pagasen los vuelos y la estancia a todos los miembros del equipo, liderados por el «seleccionador» Jorge Basquez, con dilatada experiencia entrenando a sus alumnas en un colegio privado de Bogotá.
«Quien tenga honra que me siga», frase por la que es recordada María Pita, la heroína coruñesa que animó a los vecinos de la ciudad herculina a echar de la urbe a los ingleses comandados por el corsario Francis Drake en el siglo XVI, debió ser también lo que Christian dijo a sus amigos colombianos cuando se enteró de que la farsa había colado y que la comitiva les esperaba con todos los honores en Perm. Serían recibidos casi como unos verdaderos hijos de Putin.
El primer partido, una sonada derrota por más de 100 puntos
Además de Colombia y Venezuela, el torneo era a cuatro, participando la selección rusa y el equipo de la ciudad anfitriona. Contra estos últimos fue debutaron los cafeteros en el primer encuentro. Ya en el primer cuarto, quedaban en evidencia, con un marcador de 41-2 a favor de los locales. Al final, la derrota fue de 155 a 53. Las sospechas empezaron a extenderse por las gradas. No eran altos, ni atléticos la mayor parte de ellos y, sobre todo, no jugaban bien, aunque sí dejaron como suele decirse algún «destello de calidad». El engaño salió a la luz después del siguiente partido, en el que se midieron a Venezuela con una nueva abultada derrota 107-58. No podía justificarse con que el largo viaje había hecho mella en el plantel, ya todos se olían la tostada.
Escándalo internacional
Una vez que los resultados se hicieron públicos y llegaron a oídos de las autoridades deportivas colombianas se produjo lo inevitable. La Federación Colombiana de Baloncesto se ponía en contacto con los organizadores señalando que ninguna delegación oficial había partido hacia Rusia en ningún momento. No hubo «invitación formal», ni se había otorgado «aval» para representar al país a nadie, señalaba en un comunicado en el que, además, anunciaba que tomaría «acciones legales por el uso indebido y sin autorización previa de su imagen o logo». El bochorno en la antigua república soviética trataba de justificarlo Andrei Kirilenko, que llegó a jugar en la NBA y preside actualmente la federación rusa de baloncesto. «Todas nuestras interacciones con la selección colombiana se llevaron a cabo exclusivamente a través de canales de comunicación oficiales», señaló a una televisión deportiva, dando aún más mérito a la capacidad de engaño que tuvieron los colombianos. Los pillaron, sí. Pero que les quiten lo jugao.