El modelo gallego de estaciones de supervisión de automóviles sirve como ejemplo a la UE por su eficacia
29 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los componentes electrónicos de los coches, cada vez más presentes, serán objeto de supervisión en las inspecciones técnicas de vehículos a partir del 2018, en aplicación de la directriz europea 45/2014. Esta semana, Juan Diego Rodríguez, responsable de la empresa gallega Supervisión y Control (SyC) y vicepresidente de la Asociación Española de Empresas de Control de Automóviles y del organismo mundial homólogo, CITA, en su acrónimo inglés, participa en varias reuniones en Bruselas para estudiar la trasposición de la normativa comunitaria a los diferentes países.
«Los aspectos comunes del control de los coches están regulados por la UE y cada país aplica esas directrices y las completa con sus especificidades. Y aún queda un tercer nivel, el de las comunidades autónomas, que también tienen sus singularidades», explica Juan Diego.
En ese sentido, dice el experto, «Galicia se encuentra en vanguardia en materia de inspección de vehículos, pues nuestros protocolos son imitados en muchos otros lugares y sirven como referencia para garantizar la seguridad vial no solo de los conductores, sino del resto de los agentes participantes en la movilidad, como los peatones, los pasajeros y el resto de los automovilistas».
Control y seguimiento
En ese sentido, Diego Rodríguez presume de que los gallegos «disfrutan de la misma calidad de servicio en todos los puntos». Recuerda el experto que en otras comunidades «se ha ido a modelos mixtos en el que no hay una empresa concesionaria de las ITV y acaban haciendo las revisiones otros agentes menos especializados, como talleres o similares, que pueden tener otros intereses más allá de la supervisión de los coches».
En ese sentido, Juan Diego presume de la estadística de Galicia. «Es cierto que tenemos un nivel de rechazo del 30 % en la primera inspección, pero ahí no hay ningún tipo de afán recaudatorio, ya que la segunda visita es gratuita. Lo que prima siempre es la seguridad», avisa. Por eso, cuestiona la atención de algunos automovilistas, «que necesitan que les digan los fallos que tiene su coche, porque si no acomodan su conducción a las deficiencias que vayan sufriendo, como unas ruedas gastadas o unos amortiguadores en mal uso, lo que aumenta su peligrosidad».
Y eso sería trasladable también al caso de que se flexibilizaran las medidas de control en los centros especializados en ITV. «Hay algunas comunidades que lo están haciendo y habría que mirar sus niveles de siniestralidad y el origen de esos accidentes, porque si un consumidor puede elegir libremente, siempre buscará aquel inspector en el que resulte más fácil pasar el control. Y eso no siempre redunda en la seguridad colectiva», apunta.
Los nuevos retos
En ese sentido, las reuniones que esta semana se han celebrado también en Bruselas apuntan hacia los nuevos desafíos del mundo del motor. Los expertos consideran que tanto la seguridad activa -la del coche-, como la pasiva -la que afecta a los ocupantes- está ya en niveles muy altos. «Pero cada vez hay mayores componentes electrónicos que inciden en la seguridad y esa es la orden de la directriz comunitaria, vigilar esos nuevos elementos clave del vehículo», indica. ¿Pero bastaría con eso para evitar fraudes como el del diéselgate? «Lo que hicieron las marcas fue engañar al software legal y una de las cuestiones que estamos buscando es precisamente que esos resquicios legales de los que algunos se aprovechan no sean tan asequibles».