La gran empresa catalana pierde más de 5.500 millones en bolsa desde el 1-O

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta REDACCIÓN

ECONOMÍA

Mariscal

Los bancos con más negocio en esa comunidad caen otro 6 % y arrastran al Ibex que cae un 2,85 % hasta los 10.000 puntos, en su peor jornada desde el «brexit»

04 oct 2017 . Actualizado a las 18:29 h.

Los siete valores con sede en Cataluña que cotizan en el Ibex-35 se han dejado más de 5.500 millones de euros en la bolsa en apenas en tres días, desde que se celebró la consulta ilegal del domingo hasta este tarde, que ha cerrado el mercado bursátil. La capitalización bursátil de CaixaBank, Banco Sabadell, Abertis (infraestructuras), Grifols (farmacéutica), Gas Natural (energía), Cellnex (telecomunicaciones) y Colonial (construcción) rozaba al cierre del viernes los 90.000 milllones de euros (89.241 millones en concreto), y este miércoles esa cifra caía hasta los 83.800 millones. Es evidente el nerviosismo en los mercados tras lo sucedido en los últimos días en Cataluña. «Los empresarios estamos muy asustados», resumía ayer Juan Roig, el siempre discreto dueño de Mercadona que no ha querido callarse. 

Lo cierto que esas empresas con sede en Barcelona llevan unos días de fuerte tensión. Hoy los dos bancos catalanes, CaixaBank y Banco Sabadell, se han dejado casi el 6 % de su valor, arrastrando al resto del mercado. Estas dos empresas se han dejado desde el lunes 3.000 millones en la renta variable. El sector financiero español está siendo fuertemente castigado por su exposición al mercado catalán. El BBVA, la segunda entidad con más mercado en ese territorio, está cediendo este mediodía un 3,6 %. Colonial y Gas Natural otro 2,4 %, y el resto algo menos.

Siguiendo la estela de las empresas catalanas, el Ibex ha caído hasta el 2,85 % y los 10.000 puntos en su peor jornada desde el brexit

Los bancos, que son los más señalados por las incógnitas sobre qué pasaría con el dinero ante una declaración de independencia, están tratando de mandar mensajes tranquilizadores a empleados y, sobre todo, accionistas y clientes. Ayer directivos de CaixaBank remitieron una circular interna a las oficinas (unas 200 en Galicia, con 800 empleados) en la que apuntaban que «el único objetivo que persigue la entidad es el de proteger en todo momento los intereses de sus clientes, accionistas y empleados, garantizando la integridad de los depósitos». «Es importante comunicar proactivamente a nuestros clientes nuestro compromiso con la defensa de sus intereses, compromiso que a lo largo de la historia ha guiado siempre nuestras actuaciones y guiará las decisiones futuras que, en caso de ser necesario, hayan de tomarse», añadía el escrito, sin querer precisar más. Lo cierto es que en los últimos días a sus sucursales se están acercando clientes preguntando qué va a pasar con sus ahorros. 

Algo similar le sucede al Banco Sabadell, que en Galicia opera con la marca Sabadell Gallego. El presidente de esta institución, Josep Oliu, dijo en Oviedo que ante la «inquietante situación política que vive España» la entidad financiera cuenta con los instrumentos adecuados en el marco de la UE y del sistema de supervisión bancario europeo para proteger a sus clientes. «Si fuera necesario se tomarían las medidas suficientes», apuntó, igual que sus colegas de CaixaBank, sin concretar mucho más. En el entorno empresarial catalán confían en una resolución «dentro de los límites de la legalidad», apuntan varias fuentes. Y eso no es compatible con una salida de España, de la UE ni del euro.

Quien ha dado un paso definitivo es la biotecnológica Oryzon, que anoche, diez minutos después del discurso del Rey, remitió a la CNMV una comunicación anunciando su cambio de sede, de Barcelona a Madrid, por motivos logísticos. Un eufemismo. Los mercados, por ahora, premian esa mudanza: llegó a subir un 22 %. Aún no compensa el batacazo de este año (-57 %). 

Su movimiento no es único. En agosto, cuando empezaba a subir el ruido del independentismo, Félix Revuelta decidió anunciar el traslado de Naturhouse, de Barcelona a Madrid. Este empresario, criado en Cataluña, ha sido siempre muy crítico con el procés