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Ana Pontón prometió hacer historia... y cumplió

ELECCIONES 2020

Xoán A. Soler

13 jul 2020 . Actualizado a las 08:20 h.

Ana Pontón prometió hacer historia y ese es ya el primero de sus compromisos electorales cumplido. Hecha realidad la fuerte remontada de los nacionalistas que indicaban todas las encuestas, la líder del BNG dio ayer carpetazo a los ocho años más negros de la formación, que empezaron el día en el que Beiras y los suyos rompieron amarras en la asamblea celebrada en Amio en el año 2012 con la creación de Anova, la aparición de las mareas municipales y los pactos con Podemos. Los resultados de ayer acabaron con la aventura de las confluencias, y el Bloque recuperó su espacio con un discurso que huyó de lamentos y apostó por un mensaje amable personificado en Ana Pontón y por la conquista, no solo de quienes se habían ido a la errática aventura de las mareas, sino también de otros sectores de la población que, sin ser nacionalistas, sí se sintieron identificados con el discurso constructivo y realista que les brindó el BNG.

La artífice de ese milagro en el que nadie creía hace cuatro años es Ana Belén Pontón Mondelo (Sarria, 1977), que al inicio de la campaña se presentaba en su aldea natal, en Sarria, arropada por sus padres, como «unha rapaza de aldea» que había podido hacer carrera en Santiago gracias a su esfuerzo personal y al de su familia. Como cientos de miles de gallegos. Ese es el secreto del éxito de Ana Pontón, que se crece a costa de sus contradicciones. Trabajadora pero divertida, formal pero sonriente, abierta pero afiliada a la UPG, la formación dominante en el Bloque, de ideología nacionalista y comunista. Sin renunciar ni a su pasado ni a sus principios, la primera mujer portavoz nacional del BNG aspiraba también a ser la primera mujer presidenta de la Xunta a fuerza de seducir, no solo a la izquierda, sino también a un nacionalismo de centro huérfano de partido. No lo será, pero va por buen camino.

La joven de Chorente se convirtió en líder indiscutible e indiscutida del BNG, por encima de las referencias históricas de su partido. «Non son moi mitómana», dijo en campaña. Pese a su sonrisa franca y su talante, cumple a la perfección con la ortodoxia de una fuerza de la que es militante desde los 16 años y en la que llegó a ser secretaria de Organización de Galiza Nova.

Con una mezcla de juventud y madurez, Pontón es cualquier cosa menos novata: lleva 16 años siendo diputada en el Parlamento de Galicia. Y sin embargo, cuando en las autonómica del 2016 se presentó como candidata, con una formación al borde de la desaparición, casi nadie la conocía. El CIS decía entonces que seis de cada diez gallegos no sabían quién era la primera mujer candidata del BNG. Pero llegó la sorpresa. La formación obtuvo seis escaños, mucho más de lo que vaticinaban las encuestas, y Ana Pontón se fue consolidando al mismo ritmo que se hundían en disputas internas sus antiguos compañeros de En Marea.

Nacionalista y feminista, con el peso sobre sus espaldas de la memoria de las mujeres bravas gallegas, desde que en las aulas de la Facultade de Ciencias Políticas de Santiago decidió rebelarse contra lo establecido, inició un camino que ya hizo historia y que promete futuro. Para ella y para el ideario en el que siempre creyó, el del BNG.