Aplaudieron a rabiar a Feijoo en dos ocasiones: tras su discurso y cuando inmortalizó el viaje de la expedición gallega
08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El histórico Torres Colomer, en la actualidad senador por el PP, apura el desayuno de su hotel en Sevilla para llegar puntual a la comparecencia de Feijoo. El grupo del que forma parte se impacienta mientras espera por un taxi. Ya de camino, destaca la presencia de un cruceiro oculto tras un kiosco de la ciudad hispalense que por un instante le acerca a Ribeira.
El auditorio presenta media entrada debido a la pasada noche de juerga, un tentación irresistible para los más jóvenes, pero no falta ningún gallego. Miguel Tellado, secretario general del PPdeG, pasa lista. Aquí vienen los senadores, en este lateral están los diputados... Llega Baltar al frente de la delegación ourensana, que se sitúa en el mismo sector en el que está Diego Gago, presidente de Nuevas Generaciones. El joven político gallego se encuentra solo una fila por delante de los guardianes de las viejas esencias del partido: Xesús Palmou y Vázquez Portomeñe, que a sus 82 años no se pensó ni un solo instante subirse a una furgoneta junto al conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, y otros compañeros para pegarse una paliza de más de 800 kilómetros. Allí apareció, con la insignia de Pelegrín, la mascota del Xacobeo 93, prendida de su chaqueta.
Aplaudieron a rabiar a Feijoo en dos ocasiones. Primero, tan pronto concluyó su discurso. Quince minutos después, cuando apareció tras una puerta para inmortalizar el viaje a Sevilla de la expedición gallega, ya algo cansada de esperar cuadrada para la foto a tanta petición de selfie al titular de la Xunta.