PSC y ERC se vetan como socios tras el 14F, pero pactan reactivar la mesa de diálogo

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Salvador Illa, candato del PSC a la Generalitat
Salvador Illa, candato del PSC a la Generalitat

«Es el primer acuerdo del tripartito» independentista, critica el PP

03 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Esquerra Republicana y el PSC insisten en vetarse mutuamente como posibles socios tras las elecciones del día 14. «No pactaré con ERC ni con los independentistas», afirma Salvador Illa desde el inicio de la campaña. «¿Cómo voy a formar gobierno con ERC si creo que la independencia que defienden perjudica a los catalanes?», mantiene. «Somos incompatibles», aseguró ayer el portavoz adjunto del PSC Ferran Pedret. Esquerra piensa igual. «Hay cero posibilidades de gobernar con el PSC», dijo Oriol Junqueras.

El presidente de ERC regresó al Parlamento, donde fue recibido dentro del hemiciclo por el presidente de la Cámara catalana, Roger Torrent, aprovechando la semilibertad. «Es imposible llegar a acuerdos con el PSC, es imposible el entendimiento», añadió Roger Torrent. A tenor de lo que dicen los dirigentes de las dos formaciones, el tripartito del que alertan JxCat, PP y Cs se antoja poco probable.

Sin embargo, socialistas y republicanos escenificaron ayer que tienen intereses comunes. Ambos abogan por el diálogo para abordar la cuestión catalana, si bien están en las antípodas en la solución. Los socialistas apuestan por un acuerdo dentro de la Constitución que pueda ser votado por los catalanes, mientras que los republicanos reclaman un referendo de autodeterminación y la amnistía. Están a años luz. No obstante, este martes se citaron para después de las elecciones para volver a reactivar la mesa de diálogo que el Gobierno central y la Generalitat constituyeron y que no volvió a reunirse desde febrero del año pasado. 

«La mesa del chantaje»

El PSOE y Podemos se comprometieron en el Congreso a retomar este espacio de diálogo tras los comicios. Ambos votaron a favor de una moción de ERC en el Congreso que pide reactivar la mesa para «avanzar de manera decidida en la resolución del conflicto político existente entre Cataluña y el Estado español», en cuanto se constituya el Ejecutivo autonómico que surja del 14F.

«Estamos ante el primer acuerdo del tripartito», dijo Cuca Gamarra, del PP. «Es la mesa del chantaje, a cambio de reeditar el tripartito», señaló Inés Arrimadas, de Cs. «Viendo la relación entre Esquerra y el PSOE, es difícil de creer que no pacten en Cataluña», aseveró Laura Borràs, de JxCat.

ERC presiona para arrancar un compromiso del Gobierno. Necesita gestos para poder seguir defendiendo que su apuesta por el diálogo no es humo, como les critican desde Junts y la CUP. JxCat rechaza el formato de mesa pactado entre socialistas y republicanos y exige, además, la figura de un relator que pueda tutelar las conversaciones y que la amnistía sea el punto de partida y no el objetivo final.

La reanudación de ese diálogo abierto dependerá del resultado electoral. Esquerra aboga por forzar una negociación con el Ejecutivo central para defender la autodeterminación y la amnistía, mientras que JxCat lo hace por la reactivación de la declaración unilateral de independencia. ERC se la juega en estas elecciones. Oriol Junqueras ha elevado el tono y está cargando a diestro y siniestro contra el PSC y contra Junts. Solo tendrán las manos libres para elegir socios si vencen con una diferencia amplia a JxCat.

Albiach no descarta una alianza con los anticapitalistas 

La candidata de En Comú Podem, Jéssica Albiach, no descartó ayer pactar con la CUP para que los anticapitalistas se sumen a un gobierno de izquierdas, pero advirtió que estos están «más cerca de JxCat» que de los comunes.

Albiach evitó avanzar con qué fuerzas de izquierda acabarán fraguando acuerdos, aunque adelantó que no investirán a ningún candidato «para que las cosas continúen igual» cuando los sondeos pronostican que hay una «alternativa» al Gobierno. Y opinó que la CUP «está más cerca de JxCat» porque «no cree en la mesa de diálogo» y se postula como «garantía» de que los posconvergentes -con quienes los comunes han prometido no pactar- «harán políticas sociales».