Tomás Gimeno asesinó a sus hijas para infligir a la madre «un dolor inhumano» y sumirla en la incertidumbre

ANTONIO PANIAGUA MADRID / COLPISA

ESPAÑA

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La jueza que ha investigado el caso sostiene que el padre concibió un plan para que los cadáveres de las pequeñas jamás fueran encontrados

13 ene 2022 . Actualizado a las 17:08 h.

Tomás Gimeno, padre de Olivia y Anna, planificó la muerte de sus hijas para provocar a la madre «un dolor inhumano» y sumirla en la incertidumbre, pues en su pretensión se hallaba que sus cadáveres jamás fueran localizados. Esta es la tesis que mantiene la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar en un auto dictado este sábado.

Olivia, cuyo cadáver apareció en una bolsa atada a un ancla, murió a causa de un edema pulmonar agudo, según el informe de la autopsia. Su hermana Anna corrió el mismo destino, según da por hecho el juzgado que investigaba los hechos. La segunda bolsa que contenía el cadáver de la más pequeña de las hermanas fue encontrada rota y vacía, con solo unos lastres en su interior.

Desde la separación del matrimonio, acontecida hace un año, el exmarido dedicó a Beatriz un trato «vejatorio y denigrante». A diario le reprochaba que hubiera rehecho su vida con una nueva pareja. A Gimeno le sublevaba la sola idea de que el novio de su exmujer conviviera con Olivia y Anna. 

Fajo de 6.200 euros

Tomás Gimeno se llevó a sus hijas el día 27 de abril a las cinco de la tarde, con el compromiso de devolverlas al domicilio materno a las nueve. A los pocos minutos, el padre se dirigió en su coche Audi A3 color blanco a un centro educativo de El Rosario, adonde acudía Olivia dos veces por semana. Allí se vio con su pareja actual, directora del centro escolar, a quien entregó un estuche en forma de lapicero con cinta de embalar. Le pidió que lo abriera a las 23.00 horas. Lo hizo casi cinco horas antes y encontró en su interior un fajo de billetes por valor de 6.200 euros y una carta de despedida.

Acto seguido el presunto asesino puso rumbo al domicilio de sus padres, donde dejó a sus hijas hasta las 18.30 horas. En ese lapso de tiempo acudió solo al puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife. Se dirigió a su barco e introdujo en el agua el motor y lo arrancó para ver si funcionaba.

Regresó al domicilio de sus padres a las 19.47 horas y se llevó a las niñas. Fue entonces cuando acudió a su casa de Igueste de Candelaria. «Presuntamente, en dicha finca Tomás dio muerte a sus hijas, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basuras y estas en bolsas de deporte», que colocó en el vehículo. Volvió a tomar el coche, ya con los cadáveres de sus hijas en su interior, y se encaminó a casa de sus padres donde llegó a las 21.13 horas para dejar a escondidas a su perro Oto, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de su Alfa Romeo negro.

Eran las 21.27 horas cuando el presunto asesino se presentó en el puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife, y el vigilante le abrió la puerta. En tres viajes, desde el puerto hasta su lancha, trasladó las bolsas de deporte, donde se encontraban los cuerpos de Anna y Olivia. 

«Una nueva vida»

Pese a las circunstancias, habló con su mujer a las 21.51 horas para decirle que ya no iba a ver más a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que «iba a empezar una nueva vida». «Cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, Tomás arrojó al mar las bolsas de deporte que contenían el cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de su hija Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo», relata la jueza.

En la bocana de la dársena pesquera, el barco del asesino se cruzó con una embarcación de la Guardia Civil, que supervisó a distancia la nave. Los agentes propusieron la imposición de una sanción al presunto asesino por infringir el toque de queda. Gimeno fue a su coche para buscar la documentación y dijo a los guardias civiles que pasaría la noche en el barco, cosa que no hizo.

El investigado se quedó sin batería del móvil y pidió un cargador al vigilante del puerto. Ninguno de los que le ofrecieron eran compatible, así que compró uno en una gasolinera. Regresó a la Marina para cargar el teléfono. A las 00.27 horas zarpó de nuevo. Sobre las dos de la madrugada volvió a hablar con su exmujer y mandó mensajes de despedida a sus amigos. El resto del relato ya se conoce: la localización del barco a la deriva, la sillita de retención infantil y el hallazgo de Olivia.

Mientras tanto, a la conmoción instalada en la sociedad canaria en particular, y en el conjunto de España por extensión, tras el hallazgo del cadáver de la pequeña Olivia se suma ahora la tensa espera por localizar los otros dos cuerpos y poner punto final a esta dramática historia.

La jueza dicta una orden internacional contra Gimeno por dos delitos de homicidio 

La magistrada del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar ha dejado sin vigencia la orden internacional para la detención de Tomás Gimeno por un delito de sustracción de sus hijas Anna y Olivia. En su lugar, ha acordado otra orden internacional por la presunta comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género, informa Europa Press. La jueza instructora del caso también ha declarado la pérdida de competencia del Juzgado de Güímar a favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife, donde tiene domicilio la madre de Anna y Olivia.

Según el auto de la magistrada, conocido ayer, hasta la localización del cuerpo sin vida de Olivia el pasado jueves, se habían barajado diversas hipótesis, pero únicamente se habían encontrado indicios acerca de una posible sustracción de las menores por parte de Tomás.

De este modo, desde el Juzgado se trabajó en la búsqueda de cualquier indicio posible que permitiera la localización de las niñas y su padre, sin descartar que se pudiera haber fugado con ellas, dedicando el mayor esfuerzo a la posibilidad de encontrarlas con vida, de ahí que se adoptara una orden internacional de detención contra Tomás y el secreto de las actuaciones.

Sin embargo, la localización del cuerpo de Olivia ha supuesto la objetivación de la comisión de delitos más graves, pues la intención que Tomás tuvo el 27 de abril cuando se llevó a sus hijas no fue sustraerlas de su madre y entorno para llevárselas a un paradero desconocido, sino presuntamente darles muerte de forma planificada y premeditada. Tal y como recoge el auto, todo ello se produjo con el fin de provocar un inhumano dolor a su expareja, a la que de forma deliberada buscó dejar en la incertidumbre acerca del destino que habían sufrido sus hijas al ocultar sus cuerpos, tras darles muerte, en el fondo del mar, eligiendo lugares alejados de la costa y profundos, donde pensaba que nunca serían encontradas. Todo ello tras anunciar, tanto a su expareja, como a su entorno cercano, que se iba con las niñas y que no les volverían a ver.

Si bien solo se ha localizado, hasta el momento, el cuerpo de Olivia, la hipótesis más probable respecto a Anna es, desgraciadamente, la misma. La segunda bolsa amarrada al ancla se localizó rota, sin nada en su interior, salvo unos lastres. 

Atroces actos

Del auto se desprende que Tomás Gimeno había planificado los atroces actos que presuntamente cometió el 27 de abril. El trágico desenlace supone, por un lado, la desaparición de la causa que motivaba el secreto de todas las actuaciones y, por otro, la constatación de indicios acerca de la posible comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género.

Esto supone la necesidad de dejar sin efecto la orden internacional de detención previamente dictada por un delito de sustracción de menores, para acordar otra orden internacional de detención que responda a los delitos anteriormente citados dirigida a evitar la posibilidad de que Tomás, cuyo cuerpo no ha sido localizado, pueda sustraerse a la acción de la justicia.