La doble vida de Dani, el policía infiltrado gigoló

Melchor Sáiz-Pardo MADRID/COLPISA

ESPAÑA

Una mujer ocupa pasa frente a un muro con el símbolo del movimiento y otro anarquista.
Una mujer ocupa pasa frente a un muro con el símbolo del movimiento y otro anarquista. DANI GAGO

Daniel Hernández Pons era un enclenque policía mallorquín-andaluz hasta que se sometió a un cambio radical a golpe de pesas, piercings y tatuajes, embaucó a ocho mujeres y consiguió entrar en el ecosistema anarquista catalán. Su aventura como encubierto del Ministerio del Interior ha acabado para siempre

04 feb 2023 . Actualizado a las 20:22 h.

Para el independentismo catalán su figura se ha convertido en un anatema desde que el pasado lunes La Directa, un medio online especializado en temas de investigación, le destapara como agente encubierto de la Policía Nacional y desvelara que se había aprovechado durante casi dos años y medio (entre junio del 2020 y octubre del 2022) sin ningún tipo de escrúpulo de sus relaciones sentimentales y/o sexuales con ocho mujeres del entorno antisistema y anarquista de Barcelona para obtener información.

Pero para muchos de sus compañeros de la XXXIII promoción en la Policía Nacional, que ya lo idolatran, él es una suerte de James Bond, aunque su última imagen conocida -con aretes, cresta, tatuajes y sudaderas negras y viejas- no casa en absoluto con la del atildado espía de Ian Fleming.

Pero sí. Hay cosas que el 007 de la ficción y el agente que se escondía bajo la identidad de Daniel Hernàndez Pons comparten. Ambos han usado -y sin demasiados reparos morales- a las mujeres y las relaciones sentimentales con ellas para obtener información. Y ambos tienen un imán innegable. Bond por el glamour, sus esmoquin y sus Aston Martin. Hernàndez porque, todos coinciden (amigos y ahora enemigos y, sobre todo, enemigas) exhalaba un «buen rollo» que resulta magnético. Sobre todo con ellas.

Y no solo en los ambientes femeninos de corte antisistema. También «triunfó» durante los diez meses que estuvo en la academia de policía abulense entre el otoño del 2017 y la primavera del 2018, según reconocen algunos de los que compartieron instrucción con el hasta ahora «agente secreto» del CNP (cuya verdadera identidad, orígenes y completo currículum profesional es conocido por este periódico). Y es que todavía recuerdan las andanzas de aquel compañero delgaducho de origen andaluz (se omiten más datos de su procedencia por motivos obvios de seguridad) y criado en Mallorca, que «fardaba» de hablar catalán pero al que también le encantaba imitar el acento cerrado del sureste peninsular, la tierra de sus padres.

Recuerdan a se tipo un «poco enclenque» pero bastante buen jugador de fútbol, y al que le divertía especialmente «vacilar» a las otras alumnas. Una cualidad, su gancho con las mujeres, que ya entonces no pasó desapercibida a sus profesores a pesar de que en aquella promoción había otros 2.586 policías.

Denuncia por abusos

Pero la imagen entrañable que la mayoría de sus excompañeros y sus exprofesores guardan del «infiltrado», que ahora roza los 34 años y que el 13 de junio del 2019 se convirtió en funcionario del CNP en un acto en Ávila que presidió Fernando Grande-Marlaska, contrasta radicalmente con la de la denuncia que el pasado martes presentaron contra él cinco de las ocho mujeres con las que mantuvo relaciones afectivas y/o sexuales durante 28 meses para conseguir infiltrarse en los ambientes anarquistas, okupas, independentistas y antisistema de Barcelona. La demanda contra el funcionario es por delito de abusos sexuales, contra la integridad moral, de revelación de secretos y de impedimento del ejercicio de derechos cívicos.

Una exhaustiva investigación de La Directa fue la que el lunes acabó de hacer saltar por los aires la tapadera del espía del CNP. Este mismo medio fue el que hace seis meses destapó que la Policía Nacional había infiltrado a otro agente bajo la identidad falsa de Marc Hernàndez Pon, que además era compañero de promoción de Dani.

La caída de Marc, en última instancia, es la que provocó que Dani perdiera su tapadera. Pero ninguno de los dos cometió fallos. Les descubrieron errores, bastante básicos, de los servicios de Información como los de usar los mismos apellidos con alguna variación entre ambos, utilizar siglas reales, no borrar pistas de sus cuentas corrientes o dejar expuestas sus verdaderas identidades en documentos oficiales públicos.

Y así fue como los periodistas de La Directa descubrieron a Dani y que éste había tenido como principal fuente de información a las mujeres. ¿Pero cómo consiguió un tipo recién llegado a Barcelona y totalmente desconocido en los ambientes anarquistas mantener ocho relaciones, algunas de ellas simultáneas?

Mandos de la lucha antiterrorista han desvelado a este periódico algunas de las claves. El exestudiante de la Universitat de les Illes Balears, experto en Derecho e Informática, entre junio del 2019 y mayo del 2020 aceptó imprimir un cambio radical a su físico después de que la Comisaría General de Información se fijara en él por su soltura con el catalán y su innegable capacidad para hacer amigos.

En menos de un año el «enclenque» se convirtió en un verdadero «mazas» a golpe de pesas, se sometió a sesiones intensivas de piercing y se hizo tatuar en larguísimas sesiones de varios meses todo su brazo izquierdo y toda su pierna derecha; incluida una gran estrella del «caos», símbolo anarquista, en la rodilla.

Transformado por completo, en mayo del 2020 se mudó a vivir al barrio de Sant Andreu de Palomar en Barcelona, uno de los de mayor presencia de antisistemas de la ciudad. En junio se presentó en el gimnasio del centro social okupado La Cinétika. Cayó muy bien, tanto a ellas como a ellos. Y comenzó sus relaciones continuas con diversas mujeres, según confiesan mandos policiales.

Barbacoas y drogas

Si James Bond deslumbraba con sus vodkas con Martini, «agitados, no mezclados» en el casino de Montecarlo, el agente del CNP, con bastante menos presupuesto, se convirtió en el rey de la fiesta con sus barbacoas en su sobreático de la calle Flor de Neu. También por su facilidad a acceder a ciertas drogas.

La Directa ha localizado a ocho mujeres que estuvieron con Dani. «Quizás sean más», explican responsables de la seguridad del Estado. Aunque el infiltrado usó en ocasiones la aplicación OkCupid, que permite filtrar posibles parejas por perfiles ideológicos, el policía captó sobre todo a sus «víctimas» en las calles, plazas y centros sociales de Sant Andreu.

Ya en junio del 2020, apenas apareció por La Cinétika, se le conoce la primera relación. Con flirteo constante, nada conflictivo y sin meterse demasiado en política estableció todo tipo de relaciones tanto en Sant Andreu como en Ciutat Vella: intermitentes de «tonteo», dos parejas estables de hasta seis meses que compaginaba con otras chicas, encuentros casuales en centros sociales. Escudándose en las mujeres que embaucaba, abrió sus círculos y llegó hasta donde nunca antes un agente de la Policía Nacional lo había hecho en el ecosistema anarquista catalán, según confiesan sus jefes.

Su vertiginosa vida sexual y afectiva acabó de golpe el pasado otoño, cuando su tapadera empezó a desmoronarse después de descubrirse a Marc. Ahora Dani trabaja en una embajada. Su aventura como encubierto del Ministerio del Interior ha acabado para siempre.