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Hallado muerto en la cárcel el exmarido y principal sospechoso de la desaparición de Ana María Henao

P.A.

ESPAÑA

David Knezevich estaba divorciándose de Ana María cuando esta desapareció sin dejar rastro en febrero del 2024. Estaba acusado de su asesinato

29 abr 2025 . Actualizado a las 14:13 h.

A Ana María Henao se le perdió la pista hace más de un año. Era el 2 de febrero del 2024 cuando esta mujer de 40 años, que llegó a Madrid para cambiar de aires tras un mal divorcio, desapareció como si nada. Su marido y principal sospechoso de lo sucedido, David Knezevich, ha sido hallado muerto en prisión este lunes. Este hombre de 38 años, serbio pero residente en Estados Unidos, permanecía en una cárcel de Miami, acusado del secuestro y la desaparición de Ana María. La Oficina Federal de Prisiones informó de que, aunque los empleados y el personal médico intentaron salvarle la vida, no pudieron hacer nada. Sus abogados confirmaron su muerte por «suicidio».

La familia de la víctima, al enterarse de la noticia, emitió un comunicado: «El suicidio del asesino de Ana cierra un capítulo doloroso en nuestras vidas, previamente llenas con el temor de que el no enfrentaría la justicia. Es un cruel insulto final que quizás nunca recuperemos los restos de Ana ni conozcamos la magnitud de la traición que sufrió. Aun así, seguimos comprometidos con la búsqueda de la verdad y la justicia para Ana a través de nuestro abogado, y con la preservación de su memoria, honrando su vida con dignidad, fuerza y amor».

Una sospechosa desaparición

El último día que alguien supo algo de Ana María, de su propia voz, era un viernes. Esta estadounidense de origen colombiano había pasado aquella mañana mirando pisos en la capital. El alquiler del suyo, ubicado en pleno barrio de Salamanca, caducaba en marzo. Había llegado a Madrid desde Miami un par de meses antes, buscando un descanso en medio de una compleja separación. Su matrimonio con el serbio David Knezevich se había roto tras 13 años de relación. Durante esos meses de separación, Ana María siguió recibiendo mensajes de su marido, en los que le proponía desde venir a hacerle una visita hasta la reconciliación, algo a lo que Ana siempre se había negado. 

En la capital, Ana María tenía una amiga de la infancia. Es con ella con la que habla ese viernes 2 de febrero, sobre las ocho y media de la tarde. Le dice que está cansada y que se irá a dormir pronto. Hablan también de los planes que tenían juntas para la semana siguiente. El lunes 5 viajaban a Barcelona para asistir a un evento y Ana María «estaba muy ilusionada con ello». La llamada termina una hora más tarde. Al día siguiente, esa y otra amiga reciben de la desaparecida dos mensajes idénticos. Con una diferencia: uno está escrito en inglés, y otro en español. «Conocí a una persona maravillosa. Tiene una casa de recreo a unas dos horas de Madrid. Ahora nos vamos y pasaré unos días allí. Aunque apenas hay señal. Te marco cuando vuelva», decían. 

Ninguna de ellas cree que Ana María los escribiera. Tampoco el FBI. De acuerdo a la investigación realizada por los agentes, días antes de la desaparición de su esposa, David Knezevich le escribió a una mujer colombiana que había conocido unos meses antes a través de una aplicación de citas para que le hiciera el favor de transcribir en «perfecto colombiano» un mensaje. Le aseguró que era para una amiga suya guionista. Pero el mensaje traducido era el mismo que recibieron luego las dos amigas de Ana María el día 3 de febrero.

Además, días antes de la desaparición de Henao, el 27 de enero, su marido David salió con una maleta de la que había sido su vivienda familiar en Florida. Tomó un avión desde Miami con destino a Estambul. Knezevich se desplazó en coche hasta Belgrado. Fue allí donde alquiló un Peugeot 308 de color azul, sin localizador GPS, en una oficina de la agencia Zim Tours. Aunque la idea era devolver el coche a mediados de febrero, finalmente amplió la reserva hasta el 24 de marzo. 

El día en el que desapareció Ana María, la Policía recibió un aviso del robo de las placas de matrícula de un coche que estaba aparcado en una calle en Alcalá de Henares: las mismas placas fueron vistas más tarde sobre un Peugeot transitando por la calle Francisco Silvela, donde estaba ubicado el apartamento de Ana María.  El 15 de marzo David entregó las llaves del coche alquilado en la oficina de Belgrado. El vehículo había sido modificado: el marco de la matrícula había sido cambiado, tenía los cristales tintados y habían desaparecido las pegatinas de la empresa del préstamo. 

Con todos estos indicios, David Knezevich había sido acusado de asesinato por un gran jurado de un tribunal estadounidense, pudiendo enfrentarse incluso a la pena de muerte. Según el escrito de la fiscalía, Knezevich cometió un «asesinato planificado y premeditado» contra Ana María. Según el documento presentado ante el tribunal, Knezevich viajó desde Miami a España «con la intención de matar, herir, acosar e intimidar a su esposa» y cometió un acto de violencia que resultó en su muerte.

Tras las investigaciones policiales, las autoridades creen que Knezevich se desplazó hasta Madrid desde Belgrado en el vehículo alquilado y accedió a la vivienda de Ana María para acabar con su vida. Y que en algún punto del viaje de regreso de deshizo del cadáver de su mujer, entre España, Francia, Italia, Eslovenia o Croacia.