Falleció en su casa de Madrid el sábado pasado y su familia cree que las graves heridas del accidente aceleraron la leucemia que padecía
09 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El dolor sigue golpeando a las familias que sufrieron el accidente del Alvia. Lo saben bien Rosalía y Antonio. Primero perdieron en el tren a su madre, Rosa María. Murió en el acto en la curva de Angrois. Pero aquel fue solo el primer mazazo. Su padre, Antonio Casares Masas, sufrió heridas graves, aunque quizás no tan profundas como perder a la compañera de toda una vida. A pesar de ello, en el hospital de Santiago en el que estuvo ingresado hasta el pasado 15 de agosto aún le quedó una sonrisa para posar en la fotografía de la derecha, cedida amablemente por su familia. «Él era el que animaba a sus hijos», recuerda su abogado, Óscar Hernández López.
Antonio Casares falleció en su casa de Madrid a las cuatro de la madrugada del sábado pasado. Tenía 82 años y el próximo día 31 era su cumpleaños. Pese a la leucemia que padecía con anterioridad al accidente nunca quiso dejar de hacer una de las cosas que más le gustaban. Nadar.
Al ser un lesionado por el accidente -tuvo varias fracturas y los golpes le afectaron a un pulmón- ya estaba personado como damnificado por el siniestro ferroviario. Pero ahora su abogado y su familia quieren que sea reconocido como una víctima mortal más del descarrilamiento. Sería la número 80, si finalmente los forenses que estudiarán su caso creen que su muerte fue una fatal secuela de las heridas causadas por el accidente ferroviario. En el escrito que su abogado presentó ayer en el juzgado se constata que Antonio Casares falleció «a consecuencia de la enfermedad que padecía, agravada hasta esta fase por las lesiones y padecimientos sufridos en el accidente».
Complicaciones médicas
Antonio Casares, de origen gallego, viajaba con su mujer en el Alvia para pasar unos días de vacaciones en Galicia. Tardaron en operarlo, dice el abogado de sus hijos, porque el Sintrom con el que estaba siendo tratado antes del siniestro dificultaba la coagulación. Cuando le dieron el alta y volvió a Madrid, su ánimo decayó radicalmente. «Reencontrarse con la rutina y notar la ausencia de su mujer se le hizo muy cuesta arriba», relata el letrado que representa a la familia. Todos estos factores, unido a las secuelas de las heridas, «aceleraron» su leucemia, aseguran. «Ha fallecido porque su cuerpo no ha aguantado el tratamiento que tenía para su enfermedad, consecuencia del estado físico en el que quedó por el accidente», escribió su cuñado en la página de Facebook de una de las asociaciones de afectados por el siniestro del Alvia.
La familia está ahora a la espera de un informe clave de los especialistas que lo trataron para ver si sustentan la tesis de que el accidente fue determinante en su fallecimiento. Los forenses del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago analizarán el historial clínico y los informes médicos que se aporten en la causa y tomarán una decisión. Aunque el dictamen sea negativo aún se podrá discutir en la vista oral, aseguran fuentes jurídicas.