Castiñeiras pasó de ser «servicial» a «agresivo» al no contratarlo el exdeán

xurxo melchor / elisa álvarez SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El ladrón del Códice pretendía ser empleado fijo de la catedral de Santiago y cuando prescindieron de él los denunció por despido improcedente y exigió una indemnización

22 ene 2015 . Actualizado a las 10:00 h.

La del exdeán de la catedral de Santiago era la comparecencia más esperada entre los testigos que declararon ayer en el juicio por el robo del Códice Calixtino y no defraudó. José María Díaz relató cómo conocía al presunto ladrón del libro -ya no es confeso porque se ha retractado- desde hace tantos años que Manuel Fernández Castiñeiras «aún estaba soltero». Fue en 1980 por mediación del por entonces administrador del templo, el ya fallecido Juan Martínez Bretal, y con la intención de llevar la electricidad al archivo «que no tenía luz porque los antiguos tenían miedo de que un cortocircuito o algo causase un incendio», explicó.

Surgió así una relación entre Castiñeiras y el exdeán en la que, según él mismo relató, «durante muchísimos años fue amable y servicial conmigo atendiéndome en todo lo que yo necesitaba. Nunca hablaba mal de nadie y las conversaciones conmigo solían derivar en temas espirituales». Tan bien se llevaban que, cuando en el 2005 el electricista sufrió un ictus por el que estuvo en coma y después convaleciente, José María Díaz fue a visitarle varias veces a su casa «y me atendieron muy bien». «Su mujer -añadió- fue muy amable y discreta, porque nos sirvió unas pastas y una copita de vino y no vino para nada a la habitación donde estábamos».

Sin embargo, «todo cambió cuando me hicieron deán [en octubre del 2006]», explicó Díaz al tribunal. «Él creyó que yo tenía poder para resolver sus demandas, pero no era así. Cuando le dije que no podía corresponder a sus exigencias adoptó una postura bastante agresiva», añadió.

Esas «demandas» de Castiñeiras fueron primero ser empleado fijo de la catedral. Había estado años y años trabajando como autónomo sin contrato ni seguridad social y pretendía estar en plantilla. Sin embargo, sucedió justo todo lo contrario. La catedral decidió contratar a una empresa para encargarse de las tareas de mantenimiento y prescindió de sus servicios. Fue entonces cuando decidió denunciar el caso en los juzgados y reclamó una indemnización que hasta ahora se había dicho que era de 43.000 euros, pero que ayer el exdeán cifró en «40 millones de pesetas (240.400 euros)». Quizás al clérigo, de 84 años, la memoria o la confusión entre euros y pesetas le jugó una mala pasada.

Pese a que ya no trabaja allí, Fernández Castiñeiras siguió yendo cada día a la catedral compostelana. Él dice que a rezar, el fiscal que a robar hasta 2,3 millones de euros entre el año 2000 y el 2011. También parece que a hacerse con miles de documentos oficiales, especialmente de los despachos del administrador y del exdeán, al que también habría sustraído más de 2.000 euros de su propia casa particular, a la que el electricista iba a hacer «algún trabajo de mantenimiento».

Hasta siete carpetas y una bolsa con cientos de esos documentos le fueron exhibidos al exdeán en el juicio y él reconoció sin ningún género de dudas que eran de su propiedad. Entre ellos había facturas, recortes de periódico, proyectos de obra y papeles de todo tipo. Hasta fotos privadas, como una del arzobispo de Burgos que Díaz exclamó al verla: «Ya echaba yo de menos esta fotografía que me envió en vida». Todos esos documentos, además de dos facsímiles de libros de horas y uno del Calixtino, estaban en su despacho y aparecieron en los registros que practicó la policía en las viviendas de Fernández Castiñeiras. El mismo cambio de ubicación que hizo el Códice. Si, como está acusado y confesó inicialmente, fue el electricista quien lo robó, él sabía bien que era la mejor manera de vengarse de José María Díaz, quien ayer recordó ante el tribunal: «Siempre decía que el mayor disgusto que me podía suceder a mí en la vida era que le pasase algo al Códice, seguro que me lo oyó [el acusado] a mí mismo o a alguien».