Aurora García y su marido, Fermín Amigo, fueron dos de los vecinos de la parroquia de Cela que tuvieron que ser desalojados
17 oct 2017 . Actualizado a las 09:44 h.Aurora García, de 83 años, y su marido, Fermín Amigo, de 90, fueron dos de los vecinos de la parroquia de Cela, en el municipio lucense de Cervantes, que tuvieron que ser desalojados en la madrugada del lunes. Eran las dos de la madrugada y el fuego cercaba su vivienda. La posibilidad de que las llamas calcinaran su casa hizo actuar a los agentes del Seprona y de la Sección de Intervención Rápida de la Guardia Civil de Lugo.
Aurora tenía el pijama puesto, pero todavía no se había ido a la cama. Quien sí estaba en ella era su marido, que debido a sus problemas de movilidad y respiratorios se encontraba enchufado a la máquina del oxígeno. «Petaron na porta e era a Garda Civil. Os axentes dixéronme que tiñamos que fuxir da casa porque corriamos perigo. Sabíame moi mal deixar a miña casiña sola, pero non me quedou outra que sacar o pixama e axudarlle ao meu home a prepararse para marchar», explicaba el lunes la mujer en el bar de Doiras, situado en otra parroquia de Cervantes, donde pasaron la noche los más de treinta vecinos desalojados.
Una vez preparados para abandonar su casa, Aurora fue a buscar los que considera los papeles más importantes. «Trouxen o testamento e as escrituras por se me ardía a casa», indicaba la mujer, porque fue lo primero que se le pasó por la cabeza.
Con lo que encontraron más a mano para vestirse y con una bolsa que contenía el papeleo, Aurora y Fermín dejaron su casa. «A Garda Civil díxonos que nos levaban no coche, pero ao final fomos cuns veciños que tamén tiveron que fuxir da casa polo mesmo motivo ca nós», explicaba Aurora.
La mujer relata que ella y su marido llevan toda la vida residiendo en Cela, lugar del que son oriundos. «Agás seis anos que estivemos vivindo en Suíza para gañar diñeiro e reparar a nosa casa, sempre estivemos aquí», dice.
El matrimonio tiene tres hijas, alguna de las cuales estuvo hasta hace poco conviviendo con ellos, pero actualmente las tres se encuentran en Barcelona.
La madrugada del lunes será inolvidable para este matrimonio, que asegura que jamás había se habían visto en una situación parecida. «Na montaña soe haber lumes e queimas grandes, pero semellante cousa nunca na vida se vira. Isto é desolador. Estiven mal hai uns meses, e isto traerame consecuencias. A situación de agora está peor que nos tempos de guerra», dice.
¿Qué será de los animales?
Ya en el bar de Doiras, junto al resto de los vecinos que también corrían peligro por la proximidad del fuego, Aurora se acordaba de sus animales. «Teño dúas pitas, un canciño pequeno e un gato. A ver como os atopo a todos ao chegar», decía la mujer, con lágrimas en los ojos.
Sobre las ocho de la mañana, buena noticia. Los agentes se presentaban en el establecimiento hostelero e indicaban a los desalojados que ya podían regresar a sus casas.