La compañía registró ataques hasta en 143 ocasiones en el 2017 en Galicia y detecta grafiteros más agresivos
08 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Ni el Transcantábrico, uno de los trenes de lujo que circulan por tierras gallegas, se ha librado de las pintadas. Se dejó ver lleno de grafitis en una de sus últimas paradas en Viveiro. El paso de vagones pintarrajeados se ha convertido en los últimos años en un fenómeno más que habitual. En Renfe sufren unos ataques que, además de un grave impacto visual, les supone hacer frente a importantes facturas de reparación.
Desde la compañía aseguran que su patrimonio en Galicia sufrió daños por grafitis en 143 ocasiones a lo largo del año pasado. Traducidos a euros, estos desperfectos representaron un coste económico próximo a los 426.000 euros. Fuentes de Renfe aseguran que en este desembolso se incluyen gastos de limpieza de vagones, pinturas, agua, disolventes, traslados a talleres, movilización del personal...
En la operadora ferroviaria aseguran que los grafiteros actúan de múltiples formas. Han pintado trenes cuando estaban fuera de servicio, estacionados en la vía. También han actuado sobre vagones cuando el convoy estaba operativo y detenido en una estación. También se han registrado casos de grafiteros que han accionado el aparato de la alarma para actuar. «Esto afecta a la circulación normal del tren y también a otras frecuencias», explican las mismas fuentes, que reconocen que los grafiteros se están volviendo cada vez más agresivos. «En ocasiones apedrean y lesionan a los vigilantes de seguridad, policías o empleados de Renfe que los sorprenden», explican en la compañía, que siempre denuncia los hechos. Recuerda que ya existen sentencias condenatorias e incluso con penas de prisión.
Además de importantes pérdidas económicas, estos ataques también afectan al funcionamiento normal del servicio.
Hasta siete días en el taller
Desde que un tren entra en el taller para ser limpiado hasta que es preparado para que vuelva a prestar servicio pueden pasar desde ocho horas, si la acción es mínima, hasta una semana, cuando afecta a la pintura y a la chapa del vagón. «La pintura que se utiliza suele ser ácida y de secado rápido, lo que provoca que al limpiarla se destruya la película de protección antigrafitis que llevan los coches o vagones. Este es un daño grave porque es muy costoso», manifiestan fuentes de Renfe. Los trenes que deben ser reparados pasan a estar fuera de circulación, condicionando el servicio.
Desde Renfe destacan la importancia de concienciar socialmente del daño de estos ataques y las molestias que ocasionan a los viajeros.