El país envía a cuatro personas a estudiar el sistema sanitario gallego para cambiar el suyo de arriba abajo
14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Depende de dónde se diga, la misma palabra puede significar cosas muy diferentes: «Su sistema ha mejorado tanto que lo que ustedes llaman colapso para nosotros es la situación normal». Rafael Reyes, del Gobierno de Honduras, se refiere a las habituales colas que hay desde primera hora de la mañana en las consultas de atención primaria, que ellos llaman periféricas y que aquí se conocen como centros de salud. Como no existe el concepto de médico de cabecera, con su cupo de pacientes asignados, cuando alguien tiene un problema de salud acude a la clínica que quiere.
El Gobierno hondureño se ha propuesto el reto de transformar de arriba abajo su sistema sanitario. Para hacerlo, un grupo de cuatro comisionados se ha pasado las últimas dos semanas en Galicia inspirándose en el funcionamiento del Sergas, desde el médico de cabecera hasta el hospital, desde las urgencias a la plataforma logística de Negreira.
Todo comenzó con una charla en Washington. Félix Rubial, que ahora es gerente del área sanitaria de Vigo, explicaba cómo funciona la sanidad gallega en una charla organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo. En la conferencia, Rubial sacó el móvil y pidió una cita con su médico de cabecera. Los asistentes abrieron los ojos. Uno de ellos era Roberto Salinas, que está entre los que lideran la reforma de la sanidad hondureña. El contacto entre él y Rubial ha hecho posible el viaje. «Nosotros queremos eso mismo, queremos copiar todas esas buenas prácticas que tienen aquí», explica Reyes. «Galicia tiene unos indicadores asistenciales excelentes y gastando menos que otros países».
Por eso han estado en Galicia. El reto es mayúsculo. En Honduras (9 millones de habitantes) hay tres niveles sanitarios: el de salud pública, al que se puede acoger todo el mundo pero que en la práctica usan los más pobres; el del seguro social, al que solo tienen derecho quienes cotizan, y no todos los trabajadores lo hacen; y la medicina privada. Puede sonar exótico, pero es un sistema muy similar al que existió en España hasta los años ochenta, cuando la sanidad pública solo era la de beneficencia y el que podía iba a la consulta del médico de pago. El país centroamericano se esfuerza ahora por cambiar el sistema. «La nueva ley promueve que haya un asegurador universal para optimizar todos los recursos», dice Reyes.
«En Galicia se nota que la atención primaria es la piedra angular del sistema», dice Ramón Solís, que es facultativo y que vivió una jornada en el PAC de Vigo. «Los médicos de cabecera tienen gran libertad para prescribir y cuando derivan a un paciente al hospital ya llega estudiado». En su país, dice, la atención especializada «está colapsada». Parece que el que habla es un médico gallego, porque las inquietudes son similares, pero aquí es donde el diccionario se ensancha y una misma palabra significa cosas distintas si el Atlántico está de por medio. Colapsado no significa lo mismo en Galicia que en Honduras.
El ingeniero Carlos Espinosa se esperaba más complejidad cuando le hablaron del software de la sanidad gallega, vanguardia de España con el Ianus, o historia clínica electrónica a la cabeza. «No es tanto el dinero que meten en comprarlo como que todas las aplicaciones que aquí tienen, y hay más de 200, están integradas», aplaude. «Y toda la organización está comprometida en usarlas», apunta la economista Mónica Castro.
El grupo regresa este sábado a su país. A montar el Sergas hondureño.