Aspira a invertir 675 millones en eliminar vertidos y optimizar el saneamiento
19 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Los fondos de recuperación y resiliencia que llegarán de Europa para hacer frente a la crisis del covid-19 son una oportunidad para que Galicia culmine la transformación de sus sistemas de saneamiento y depuración de aguas. Así quedó patente en el foro moderado por María Meizoso que, bajo el nombre de Fondos europeos y necesidades estratégicas de Galicia en materia de aguas, se celebró ayer en La Voz de Galicia, con la participación de Teresa Gutiérrez, directora de Augas de Galicia; José Antonio Quiroga, presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil (CHMS), y Julio Masid, director general de Viaqua.
Coincidiendo con la celebración, hoy, del día mundial de saneamiento, la directora de Augas de Galicia adelantó que en los presupuestos de la Xunta para el 2021 irá una partida para intervenciones de abastecimiento y saneamiento. «Por fin vamos a tener actuaciones de abastecimiento, porque en el último período operativo, Europa no nos las financiaba, y hay algunas importantes que están pendientes». Augas de Galicia cuenta con recibir, para este fin, 675 millones de los fondos Next Generation. Por su parte, José Antonio Quiroga calculó que la CHMS podría recibir 1.500 millones: mil para trabajos de abastecimiento y depuración y otros 500 para la digitalización del sistema. Garantizar el agua a la población, promover la eficacia de los sistemas mejorando las redes para evitar filtraciones, y erradicar los vertidos, así como disminuir el impacto ambiental de las infraestructuras con sistemas respetuosos con el medio ambiente son los principales objetivos de los proyectos que se van a presentar a Europa para captar esos fondos.
Pero, como recordó Julio Masid, hay que ser rápidos y eficientes, con capacidad para competir. Para ello, el director general de Viaqua abogó por la colaboración público-privada, porque «los fondos nos van a permitir llevar a cabo una transformación en el sector del agua». Ajustados a los principios que marcarán el reparto de los fondos, Masid habló de un pacto social que se base en tres pilares: la solidaridad -universalidad del acceso al agua-, el empleo -todo lo relacionado con el medio ambiente será determinante en el mercado laboral- y las infraestructuras verdes y sostenibles -enmarcadas en el reto de la economía circular-.
Los retos son muchos, y los fondos europeos son, en palabras de José Antonio Quiroga, «unha oportunidade de ouro». En abastecimiento, el objetivo es modernizar una red que todavía pierde entre el 20 % y el 30?% del agua, lo que no solo implica un desperdicio del recurso, sino también un gasto en energía y consumo que repercute en la hacienda pública y en el bolsillo de los ciudadanos.
En saneamiento se pretende acabar con los problemas de filtraciones de agua en las estaciones depuradoras hasta alcanzar el reto de vertidos cero, pero también otras actuaciones que recordó el presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, como modernizar los sistemas de riego para evitar el «expolio» de los acuíferos o mejorar el impacto de la explotación de la pizarra, cuyas escombreras contaminan las cuencas. Julio Masid fue más allá y habló de la posibilidad de disponer de depuradoras que reutilizan el agua: «En la sequía del 2017 se habló de desaladoras, pero creo que antes están las depuradoras que puedan reutilizar el agua, no es un disparate».
En cuanto a la digitalización del sistema, queda también mucho camino por andar, pero la directora de Augas de Galicia puso como ejemplo algunos recursos que ya se están utilizando, como la alerta temprana de inundaciones que avisa con tres días de antelación, y nuevas herramientas «que van a permitir prever, incluso, cuál va a ser la mancha»; es decir, la zona concreta que se va a anegar.
Ayudas a los concellos para mejorar sus sistemas, y multas para el que no cumpla
Los tres ponentes del foro coincidieron en la falacia de que el agua es un recurso infinito. Ni siquiera lo es en Galicia, como se demostró en la sequía del 2017. Galicia es, paradójicamente, la primera comunidad autónoma que cuenta con una ley contra la sequía que incluso sirve de modelo para otras zonas de España más castigadas por la falta de agua. «Estamos hablando de un mundo oculto que solo se ve cuando hay una crisis; cuando todo funciona bien, parece que el hecho de que salga agua del grifo es normal, y eso no es así», advirtió Julio Masid. Teresa Gutiérrez subrayó que la vulnerabilidad no afecta solo a la falta de agua, sino también a su exceso, porque con el cambio climático no solo cambia el volumen de precipitaciones, sino también el sistema de inundaciones, lo que obligó a la Xunta a identificar zonas de gran riesgo de inundación «derivadas de la acción humana». Quiroga, por su parte, incidió en la necesidad de educar en el uso racional del agua, una misión que no debe limitarse a la concienciación de las nuevas generaciones, sino también a la población, en general, y a las autoridades locales, en particular.
La ley de sequía de Galicia, aprobada en diciembre del año pasado, obliga a los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes a elaborar un plan de emergencia contra la sequía, pero Quiroga reconoce que en los de menos de 20.000 habitantes «hai moitas eivas por falta de concienciación» que no solo afectan a sus vecinos, sino también a sus dirigentes. Como recordó Gutiérrez, las Administraciones están obligadas a colaborar con los concellos en la elaboración de los llamados plans de seca, «que parten del conocimiento de su propia realidad»; es decir, de dónde se abastece cada concello, cómo trata el agua, cuál es su capacidad o cómo se mide el consumo de cada familia, entre otras cuestiones.
Si con los programas de concienciación y con las subvenciones no es suficiente, se echa mano del régimen sancionador que también recoge la ley. «Una forma de educar, a veces, es multar», señaló la presidenta de Augas de Galicia.
Con agua del grifo
En la mesa que compartieron los ponentes con las pertinentes distancias de seguridad había varias jarras con agua del grifo, una campaña para «visibilizar el valor del agua que tenemos en Galicia y, de paso, evitar el consumo de plásticos», recalcó Julio Masid.