«Mi primer kimono se hizo con un saco de azúcar»

Manuel Varela Fariña
M.Varela REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Bernardo Romay, junto a sus nietos, en el Judo Club Coruña que fundó en 1975
Bernardo Romay, junto a sus nietos, en el Judo Club Coruña que fundó en 1975 MARCOS MÍGUEZ

Bernardo Romay empezó con 14 años en yudo, disciplina que entonces casi nadie practicaba en Galicia. Fue campeón nacional, fundó un club que va por el medio siglo de vida y entrenó a yudocas olímpicos

30 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El gran pionero del yudo en Galicia estuvo a punto de no serlo. O, al menos, de empezar su leyenda algo más tarde. Con 14 años llegó al actual edificio de la UGT junto a la plaza de Cuatro Caminos, en A Coruña, donde entonces estaba un conservatorio y una sala de yudo puerta con puerta. Bernardo Romay (Ribeira, 1951) iba para guitarrista, pero se equivocó de puerta y al entrar vio sobre una fina colchoneta a su amigo Suso Mosquera vistiendo una bata blanca anudada en la cintura por una tela de algodón. «Ya que estaba allí, probé», recuerda. El domingo entró en el pequeño gimnasio vistiendo un kimono que le prestó su amigo, hecho por su madre a partir de sacos de azúcar del ultramarinos que regentaba. «¡Era una tela muy fuerte! Entonces no había kimonos en las tiendas, era algo nuevo», añade. Dos años después, ya con un uniforme traído desde Japón por una fábrica de Alicante, era campeón gallego.

Se acuerda del nombre y apellidos de los compañeros que tuvo en sus primeros pasos, del que fue su mentor en sus inicios, Jose Antonio Puga Espiñeira, primer cinturón negro gallego. Cuando llega a la mili, en Ferrol, se proclama campeón militar de España, en 1971. Allí conoce a Leopoldo Cánovas, que enseñaba defensa personal, y señala entonces el momento en el que empezó a «despegar». Su compañero Luis Cano monta en la ciudad el que entonces era «el mejor gimnasio de Galicia», y aplica lo mismo cuatro años después en A Coruña, donde vivía desde pequeño. «Estaba dando clase en el Dominicos y pidieron que diésemos todos los deportes posibles. Compré unos tatamis y hasta los padres me pidieron que enseñase clases de defensa personal», comenta. Fundó así el Judo Club Coruña en un bajo de la calle Pintor Seijo Rubio, donde aún hoy sigue abriendo y cerrando las puertas a los más de 200 pupilos matriculados en yudo, jiu jitsu, kárate, aikido o iaido.

«Empezaron a caer campeones», presume Romay. Enumera a Victorino González, olímpico en Seúl 88, Roberto Naveira, que lo fue también en Atlanta 96, a Eloy Couso o a su hija Noemí. Y es que los Romay son una saga de yudocas premiados. El último de ellos fue su nieto Daniel López, de 14 años, que hace unas semanas se proclamó campeón de España en su categoría. El adolescente se convirtió en el quincuagésimo campeón nacional del club, que en tres años cumplirá medio siglo de vida. Y los que le quedan.

Este maestro y entrenador séptimo dan de yudo, pasión sobre la que habla sin parar, no concibe jubilarse. «Para nada», zanja Romay. En unas semanas impartirá unos cursos en Avilés e iniciará el curso académico en septiembre como de costumbre: impartiendo clases en varios colegios e institutos.

Fui

Campeón de España de yudo y entrenador olímpico

Soy

Maestro séptimo dan de yudo y profesor y presidente del Judo Club Coruña, que fundó en 1975