El maquinista del Alvia: «Con las medidas de seguridad que hay ahora es imposible que haya un accidente»
GALICIA
«Hasta la curva no había ninguna señal, nada de nada», aseguró ante la jueza Francisco José Garzón Amo, que reiteró su petición de perdón a las víctimas. La declaración del exdirectivo del ADIF se pospone hasta el jueves día 13, al estar «afectado» por la agresión que sufrió a la salida del juicio
25 oct 2022 . Actualizado a las 12:22 h.Francisco José Garzón Amo, maquinista del Alvia accidentado en Angrois el 24 de julio del 2013, afrontó su tercera declaración judicial con un ánimo más tranquilo que las dos comparecencias anteriores, realizadas en los días inmediatamente posteriores al descarrilamiento que provocó 80 muertos y 145 heridos, todavía por tanto bajo el impacto de la tragedia.
Esta aparente tranquilidad tal vez tuvo que ver con que en esta declaración crucial en el juicio solo tuvo que responder a las preguntas de su abogado, Manuel Prieto, en una sala donde aún pesaban los incidentes ocurridos a la salida de la primera sesión de la vista, cuando el acusado Andrés Cortabitarte López, exdirector de Seguridad en la Circulación del ADIF, fue agredido por un padre que perdió a su hija de 21 años en el accidente. Tras recibir unas palmadas de su abogado, comenzó a contestar sus preguntas, relativas a su historial profesional en Renfe. Pero la tranquilidad inicial fue muy fugaz. Empezó a emocionarse y a entrecortar su voz cuando su abogado le empezó a preguntar por el momento justo posterior al descarrilamiento, por su llamada a la central de Atocha y por las lesiones que le produjo el accidente.
«Tranquilícese», le dijo la jueza, María Elena Fernández Currás. El maquinista comienza a llorar. Dice que fue «criminal» que le sacaran del hospital con tres costillas rotas, pero la jueza le reprocha que deja en mal lugar a los médicos que le atendieron, después de recordarle que el ministro del Interior (en aquel momento Jorge Fernández Díaz, del PP), que anunció su detención en una rueda de prensa el 28 de julio del 2013, «no detiene a nadie, en todo caso es el juez instructor». El abogado leyó el parte de lesiones que sufrió y aseguró que las heridas le impedían tumbarse. Pasó toda la noche sentado en el calabozo en Santiago. Ese fue el contexto en el que se desarrolló su primera declaración. La segunda fue cuando se descubrió la existencia de la llamada del interventor, clave en el accidente. «Traté de recuperar todo lo que pude para esclarecer los hechos», dijo.
La defensa de Garzón orientó la declaración hacia un diálogo con preguntas cerradas que en muchas ocasiones limitaba a un «sí» o un «no» las repuestas del conductor del Alvia, para evitar que el nerviosismo lo hiciera irse por las ramas. Así, el letrado Manuel Prieto trató de desmontar la acusación de que su conducción fue desatenta durante buena parte del recorrido entre Ourense y Santiago. El anterior fiscal del caso, Antonio Roma, incidía a menudo en sus interrogatorios en los supuestos fallos en la aplicación del pedal de hombre muerto, el mecanismo para detectar un posible desfallecimiento del maquinista y que por tanto se debe accionar periódicamente. Garzón explicó que el pedal se atascaba y no funcionaba correctamente. Sobre la señalización en la curva de Angrois, explicó que desde la señal avanzada «hasta la curva no había ninguna señal, nada de nada».
Después se abordó el momento crucial de la llamada del interventor, que quería consultarle por el estacionamiento del tren en la estación de Pontedeume. «Es nuestra obligación atender estas llamadas y si no lo hacemos puede resultar en una sanción grave», dijo Garzón, que aseguró que no había recibido formación por parte de Renfe para atender esas llamadas de servicio que estarían obligados a atender. Si en sus dos primeras declaraciones aparecían las palabras «despiste» o «error», en la actual comparecencia todo se centró en la desubicación espacial que le produjo su conversación con el interventor. «Pensé que estaba en el túnel anterior [el de Marozos], perdí la conciencia situacional», y la señal de vía libre en verde contribuyó a que no se viera en la necesidad de frenar. «La señal en vía libre no me indicaba nada restrictivo», añadió, para después alegar que «en todo momento he respetado las señales», dijo poniendo como ejemplo el paso por la zona neutra, donde el tren deja por unos momentos de tener alimentación eléctrica.
Garzón se descentra y pide que le repitan una pregunta. Esto le pasará alguna vez más. Asegura que la limitación a 80 por hora en el lugar del accidente no es por la proximidad de la estación de Santiago, «sino por la curva». «Interpreté literalmente lo que me decía la señal en vía libre, no había ninguna señal que me indicara cuándo había que reducir la velocidad», concluyó.
Después lamentó que no hubiera ninguna baliza en la curva para reconducir un posible exceso de velocidad. El lugar más peligroso de una línea prácticamente rectilínea «no se podía ver» con la antelación suficiente para reaccionar. «La línea tiene muchos túneles es muy repetitiva y monótona, y desde el último túnel no se ve la curva», explicó. «Frené pero fue imposible, no me dio para frenar», añadió. El peligro de la curva de Angrois, según el maquinista, era que se podía llegar a ella a 200 por hora. «No había ninguna señal, ninguna baliza, no había nada de nada».
-¿Y eso se lo comunicó a alguien?, le preguntó su abogado
-Al jefe de seguridad de la zona
Sus superiores nunca le dijeron que el peligro de la curva era un riesgo que se había exportado al maquinista.
-¿Cree que lo que le pasó a usted le podría pasar a cualquier maquinista?
-Sí, ahí está el aviso del señor Mazaira, dice en referencia al correo enviado a altos cargos de Renfe por un jefe de maquinistas de Ourense, en el que se aseguraba año y medio antes del accidente que la curva obligaba a un brusco cambio de velocidad que se hacía «sin aviso previo», sin amparo del sistema más seguro (ERTMS) y con una única señal tardía que «de poco vale, puesto que de no haber reducido previamente la velocidad nada se podrá hacer ya».
El ADIF instaló balizas en la curva después del accidente que reconducirían cualquier eventual exceso de velocidad, precisamente las medidas de seguridad que pedía el jefe de maquinistas de Ourense. El abogado hizo una pregunta lógica en su estrategia de defensa: ¿Con esas balizas se habría producido el accidente? «Con las medidas y medios que hay ahora es imposible». Garzón vuelve a emocionarse. Su abogado le consulta si esos sistemas de protección ya existían cuando sucedió el accidente: «Siglos, diría yo. Siglos hacía ya que existían».
Lo curioso es que, en su período de formación de apenas 32 horas para habilitarse en la conducción en la línea Santiago-Ourense, no fue entrenado en la vía 1 donde descarriló el tren, sino en la 2, que cuenta con unas medidas de seguridad muy diferentes. Las señales son de precaución y de parada, y cuentan con balizas que evitarían cualquier desliz. Tampoco fue formado en un tren de viajeros, sino en una locomotora 334 diésel. Si el tren hubiera circulado por la vía 2, algo posible en las líneas de alta velocidad con vía doble, el accidente no habría sucedido.
Al final de su declaración, que apenas duró 50 minutos, Garzón reiteró su petición de perdón a las víctimas, de nuevo con una emoción que apenas pudo contener. «Fue un accidente, no pude evitarlo».
La defensa de Cortabitarte, la abogada del Estado, el fiscal, y el letrado que representa a la aseguradora del ADIF solicitaron incorporar a las actas de la sesión las dos declaraciones realizadas por el maquinista durante la instrucción judicial, al considerar que existían «evidentes contradicciones» con la que había realizado unos minutos antes. La jueza se negó a admitir esta propuesta, que el fiscal cree que podría ser motivo de nulidad. Pero habrá recursos y será la Audiencia Provincial de A Coruña la que decida.
El exdirectivo del ADIF, afectado por la agresión que sufrió ayer, no declarará hasta el día 13
Estaba previsto que el acusado Andrés Cortabitarte, exdirector de Seguridad en la Circulación del ADIF en el momento del accidente, declarara inmediatamente después del maquinista, bien en la misma jornada o mañana. Pero su abogado alegó que se encuentra «afectado» por la agresión por parte de una de las víctimas. Lo hará finalmente el jueves día 13, después de que la jueza María Elena Fernández Currás accediera a la petición. Lo justificó en «la propia tensión que genera el ser acusado en un juicio», así como a que «no se encuentra en condiciones de declarar». «Somos todos conocedores del incidente ocurrido a la salida de esta sala en el día de ayer con el señor Cortabitarte», añadió la jueza.
Para la defensa del maquinista, el plazo concedido servirá a los abogados de Cortabitarte para preparar su comparecencia en base a las respuestas de Garzón durante su declaración.