La eslovena Ara Ros acerca a Madrid una porción de su restaurante Hisa Franko, situado en la pequeña localidad de Kobarid. Lo advierte: «La experiencia, por lo humilde de los platos, será distinta a todo lo que se esperen los españoles»
18 sep 2019 . Actualizado a las 17:45 h.Lo poco gusta y lo mucho cansa. Por eso, ante el aluvión de restaurantes que ofrecen poké, ramen, cochinita pibil o ñoquis, la llegada a Madrid de producto esloveno es, como poco, un acontecimiento. Sobre todo, porque viaja de la mano de la mujer que ocupa la más alta posición en el ránking The World's 50 Best. Ana Ros, al frente del restaurante Hisa Franko, situado en la ciudad de Kobarid, instalará una pequeña dosis de sus dotes culinarias en la capital del 19 de noviembre al 6 de diciembre. En este restaurante temporal, que estará en el hotel NH Eurobuilding, se podrá degustar, en propias palabras de la chef «una filosofía gastronómica que no se parece a nada de lo que se pueda encontrar en España».
Seguro que sí. Pues en el establecimiento de esta ciudad que linda con la frontera italiana prima el amor por la naturaleza, en su sentido más literal, y el producto local: las truchas, el cordero, los frutos rojos y el sorprendente queso se hacen fuertes en platos llenos de color que, incluso algunos de esos foodies que se crecen en conversaciones gastronómicas, desconocen por el simple motivo de no encontrarse en el epicentro de una ruta de restauración. La misma Ana Ros ha comentado en más de una ocasión la importancia de que las políticas públicas respalden la gastronomía de enclaves que tienen mucho que decir pero no están en el sitio correcto. Ni en el momento adecuado. Pese a esto, lo cierto, es que la cocinera está orgullosa del lugar en el que trabaja, como recoge la agencia Efe: «No solo se puede disfrutar del lugar, que es precioso, sino que cenar allí es una narración de unas cuantas horas sobre quienes somos y de dónde venimos».
Su cocina está relacionada con lo que los antepasados de su zona solían hacer y con lo que el entorno le ofrece, ya que la geografía alejada del lugar impide estar cerca de grandes proveedores. A Madrid llegará acompañada de parte de su equipo habitual, entre ellos Valter Kramar, su marido y sumiller del restaurante, que era originalmente el dueño del restaurante familiar Franko, al que Ros llegó como ayudante después de haberse formado de manera autodidacta mientras ejercía su labor como diplomática. «Viajando he entendido lo mucho que me ha influido el haber sido autodidacta en la forma en la que trabajo», afirma la chef. También aprovecha para advertir que su cocina es muy humilde, por lo que no promete a los comensales españoles «la mejor experiencia culinaria de su vida», pero sí «una forma muy diferente a todo lo que se conoce en el resto del mundo».
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