
Son variedades de ciclo más largo que la albariña y que, con el cambio climático, alcanzan unas condiciones óptimas de maduración; pero poco se sabe de ellas, lamentan los bodegueros, que echan de menos la investigación
05 jul 2020 . Actualizado a las 05:05 h.No hay nada escrito. No hay trabajos de investigación, ni estudios de cómo se cultivan mejor estas variedades ni de cómo se deben tratar para sacarles el máximo rendimiento. Pero en estos últimos quince años mucho han aprendido estos cuatro bodegueros sobre el loureiro tinto, el caíño y el espadeiro, las variedades de uva con las que elaboran sus tintos. «A de litros de viño que teño tirado», reconoce Rodrigo Méndez, quien explica que han tenido que ensayar mucho antes de llegar a sus actuales elaboraciones. Echa de menos una apuesta más decidida por estas uvas. Lo mismo le sucede a Eulogio Pomares, Xurxo Alba y Manuel Moldes, que reclaman más investigación. También, un poco de respaldo por parte de la denominación de origen, pues más de uno se ha dado de bruces con el reglamento. «El manual de calidad no se ajusta a los vinos que hacemos nosotros. Pero es que no es lo mismo un Sousón de O Condado, que un Espadeiro de O Salnés», añade Pomares. Sería muy interesante empezar a conocer mejor estas uvas, asegura, sobre todo pensando en lo que implica el cambio climático: una subida de temperaturas y condiciones meteorológicas más adecuadas para la maduración de estas variedades tintas.

Estos cuatro bodegueros llevan años experimentando. Intentando descubrir todas las posibilidades de las variedades tintas que ya cultivaban sus antepasados. En este tiempo han aprendido mucho y, también, encontrado algunos problemas. Como que no existe una clasificación clara de estos diferentes tipos de uva. Se ha encontrado vides que llevan el mismo nombre, pero que se expresan de una forma completamente diferente cuando se vinifican. «Está todo por descubrir, el espadeiro de Fabaíños y el mío son claramente diferentes», explica Pomares. «Hai moitos datos que nos gustaría saber, por que unhas se plantan en parras e outras en arxóns», añade Xurxo Alba. En su opinión, las Administraciones deberían ser conscientes de la riqueza varietal que tiene la comunidad y promover su cultivo y su investigación. «Tenemos una diversidad que deberíamos hacer nuestra», sostiene Pomares, quien apuesta por hacer un catálogo real y actualizado.
Fuera de denominación de origen
Algunos de los tintos que elaboran estas bodegas están amparados por la denominación de origen Rías Baixas, pero otros no. Y es que otro problema con el que se encuentran estos bodegueros es que algunas de sus elaboraciones no superan las catas del consello regulador. «Eu presento todos os meus viños sempre á denominación de orixe, pero moitas veces non supero as catas», explica Méndez. Su problema está en el reglamento de Rías Baixas, que no incluye algunas de estas elaboraciones, y en el manual de cata, que fija unas características que estos vinos no siempre cumplen. «Estas variedades, se as prensas, sae un viño branco, como o Albino que fai Xurxo, pero eses viños están tamén fóra da denominación», cuenta Méndez. Así que, en ocasiones, sus vinos no pueden lucir la contraetiqueta de Rías Baixas. Algo que lamentan, pues consideran que esta debería presumir de diversidad y promover la recuperación de estas uvas. No es algo nuevo, dicen. Lo están haciendo otras muchas regiones del mundo como fórmula para combatir el cambio climático. Con la subida de temperaturas que se está registrando, es previsible que algunas variedades ya no puedan ser cultivadas en determinadas zonas.
Con las tintas de Rías Baixas sucede todo lo contrario. El cambio climático implica unas condiciones mucho más favorables para su cultivo, ayudando sobre todo en el proceso de maduración, que antes era más complicado. Loureiro, caíño y espadeiro son variedades de ciclo largo, que maduran más tarde que el albariño. «Con el cambio climático nuestros tintos son más atlánticos, más fluidos, con poco alcohol y algo de acidez», explica Pomares. Asegura que, hasta hace poco, esa acidez «estaba considerada un defecto en los vinos», sin embargo, «para min esa acidez sempre foi unha grande ventaxe», añade Méndez. Ellos cultivan sus vides teniendo muy en cuenta la calidad que, en este caso, está reñida con la cantidad. «Os tintos como non vaias a pouca produción non consegues que maduren», cuenta Méndez. Su cultivo es trabajoso, más que el del albariño y sus elaboraciones no siempre son sencillas. «Nós empezamos vinificando por separado para coñecer as variedades, agora estamos empezando a facer mesturas e quedan viños moi chulos», asegura. En su opinión, «os monovarietais son para mercados moi específicos, pero os coupage son máis accesibles para calquera». Su variedad favorita es la caíño tinto, «que para min ten unha virtude moi importante, que é que evoluciona en botella. A xente inviste nestes viños porque sabe que poden aguantar», relata. «El caíño es una variedad que tiene mayor posibilidad de crecimiento en el tiempo y el espadeiro era considerado un vino más de verano porque tiene poco grado alcohólico», argumenta Pomares. Lo que está claro es que en la diversidad y en la variedad reside también parte de la riqueza de Rías Baixas.