El primer vino gallego con 100 puntos Parker

J. M. Orriols

SABE BIEN

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Rafael Palacios, después de formarse en viticultura en bodegas francesas y australianas, volvió a La Rioja
y elaboró el Plácet, un vino blanco de gran calidad, hasta dar el salto a las tierras de O Bolo y el Bibei

28 mar 2022 . Actualizado a las 15:58 h.

Aquí en Galicia «yo ya me siento valdeorrés después de 18 años», Rafael Palacios consiguió uno de sus sueños: alcanzar la máxima puntuación con los 100 puntos en la clasificación Parker, sin duda la más prestigiosa del mundo, que publica desde los años 70 la revista The Wine Advocate, fundada por un abogado americano y licenciado en Historia del Arte, que decidió dejarlo todo y dedicarse a su gran pasión, el mundo del vino.

Parker tiene catadores en todos los lugares vinícolas y en España es Luís Gutiérrez «una persona que nunca da opiniones a los bodegueros —explica Palacios— pero que, en esta ocasión, me dio la enhorabuena por tener un vino de talla mundial, algo que no olvidaré nunca. Hemos abierto en Galicia la lata de los 100 puntos y me siento muy orgulloso de haber contribuido a dar a conocer los grandes blancos que tenemos en Galicia. Me decía siempre mi padre que lo correcto era el gran enemigo de lo mejor y nosotros no habíamos pasado de lo correcto, por eso me propuse elaborar grandes vinos blancos, que en España, hasta ahora, no estaban bien considerados, cuando en el resto del mundo, son los más renombrados y los más cotizados».

Amor a primera vista

Rafael Palacios probó en La Rioja un godello de Valdeorras, el Guitián 96 concretamente, y lo conquistó. «Fue un amor a primera vista y así decidí venir a Galicia, para quedarme —añade el viticultor— y buscar en Valdeorras esas viñas viejas que podían proporcionarnos un gran vino. Las encontré en O Bolo, en las riberas del Bibei y en una de ellas, llamada O Soro, hablando con su propietario Paco Blanco, surgió el nombre de mis vinos, As Sortes, porque me comentó que la había heredado de su madre y que ella la había repartido por sorteo, es decir, «a sortes, en gallego».

Los viñedos que adquirió el bodeguero riojano están situados a una altura de más de 700 metros «y eso marca la diferencia».

Cuando hablamos de los vinos blancos y nos referimos a la consideración que hasta ahora tuvieron en nuestro país arrastrando el sambenito que son para beber en el año, el enólogo aclara que «quizás estemos ya cambiando, porque los blancos tienen cada vez más protagonismo y más calidad. Dejaron de ser los refrescos de verano, los vinos de temporada y pasaron a ser respetados y valorados. Siguen siendo alegres y afrutados, pero con crianzas más largas, con más peso, que nos dejan algo que contar después de la copa. No hay que beberlos en el año porque, con una buena elaboración, pueden estar perfectos después de 15 o 20 años».