Milano-Torino, el padre del cóctel glamur italiano

SABE BIEN

karandaev

La Dolce Vita se bebe a pequeños sorbos, refrescantes, placenteros y, como no podía ser de otro modo en Italia, con mucho postureo. Esta es la historia de una rivalidad que culminó en 1800 y cuyo padre es el mismísimo Gaspare Campari.

27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Existen varios escenarios cuando uno se imagina disfrutando un cóctel. Desde el canalla de los speakeasies de la Ley Seca hasta la elevación de las barras de los hoteles y los clubes ingleses, pasando, por supuesto, por el buen vivir (bajo techo y al aire libre) de las ciudades italianas, especialmente del norte. Dos de ellas, Milán y Turín, separadas apenas 125 kilómetros, rivalizan desde su propia fundación. La primera, lombarda y motor industrial de Italia; la segunda, piamontesa, aristocrática, germen del ducado-reino de los Saboya y excapital del país. Esta es la cuna del Milano-Torino, y de otros muchos manjares líquidos, incluido el tan cool Spritz.

EL ORIGEN

Es probable que al ciudadano bon vivant le suenen combinaciones como el Negroni, el Americano, el mencionado Spritz y el Boulevardier. Pues bien, el Milano Torino (Mi-To, Mito, y todos los sobrenombres que los italianos le pusieron para pedirlo en barra con cierta gracia) es el padre de todos ellos. Y si legendaria es la estirpe del Mito, no menos mítico es su autor primigenio: Gaspare Campari.

LOS INGREDIENTES

Rivalizaban tanto Milán y Turín, que hasta en la invención de bebidas. Antonio Benedetto Carpano inventó el vermú en 1786 en la capital piamontesa. Campari replicó con su amaro homónimo en 1860 en Lombardía. Ambos polos estaban demasiado cerca como para no atraerse, y la rivalidad parecía irresoluble, de modo que abrazaron el refrán e, incapaces de derrotar a su enemigo, se unieron a él, de la mano de Gaspare Campari, que deambulaba entre Novara y Turín cuando pudo hacerse con un bajo en un lugar privilegiado en Milán, al lado de la galería Vittorio Emanuele y la plaza del Duomo, el Caffè Camparino (que todavía existe). Lombardo de Cassolnovo (nacido en 1928, fue el décimo hijo de un agricultor) recuperó entonces los experimentos (de momento, sin gaseosa) que hacía cuando pasó a ser el camarero del Bass Bar de Castelnouvo con solo 14 años y vendía su bitter all’Uso d’Holanda. En la trastienda de su rompedor local acabó mezclando vermú y Campari a partes iguales. Nacía el Milano-Torino.

La RECETA

La guía de Difford, biblia de la coctelería moderna, establece la receta del Milano-Torino en 4,5 centilitros de amaro y la misma cantidad de vermú rojo, adornado con un gajo de naranja, para un 16,14 % de alcohol y 168 calorías.

Las evoluciones

Con el cambio de siglo, apenas 30 años después de su invención, el Mi-To ya era la bebida de moda en la ciudad de moda, la que pretendía ser la Nueva York europea, la alternativa al país de la Ley Seca, con sus canales hacia los lagos Maggiore y Como convertidos en centro de ocio, y las calles Montenapoleone y della Spiga como símbolos de una proto-Dolce Vita.

Semejante trasiego de personas y viajeros, especialmente estadounidenses, dieron lugar a memorable variaciones del Milano-Torino. El Americano, mencionado, cómo no, por Ernest Hemingway en Adiós a las Armas fue el primero que se popularizó, después de que los americanos pidiesen doble dosis de soda en la receta para hacerlo más asequible (aunque prestigiosos bartenders sostienen que ya contenía este elemento).

LA APERICENA

El norte de Italia comenzó a bullir y los cócteles aperitivos se expandieron al ritmo de su gastronomía. Y junto al Americano se auparon entre los más solicitados el Negroni (bautizado por el extravagante conde del mismo nombre en 1919, y añadiendo una parte de ginebra), el Boulevardier (creado por Harry McElhone en 1927 para Erskinne Gwynne, editor de la publicación mensual con el mismo nombre, sustituyendo la ginebra por bourbon), el Cardinale (inventado en el hotel Excelsior de Roma o en el Harry’s Bar de Venecia, alrededor de 1930, con vermú seco y no rojo), el Old Pal (creado en 1922, también con vermú seco, pero con bourbon y amaro), el Spritz (de raíces austríacas, surgido a principios del siglo XX, con prosecco, soda y amaro Aperol)... Teniendo en cuenta que el propio Gaspare Campari ingenió un proceso exprés para elaborar sus Milano-Torino en una fábrica de Treviso, sorprende menos la aparición del Kingston (en el 2013, con ron jamaicano, vermú rojo y amaro), o el Sbagliato (amaro, vermú y prosecco; aunque su nombre significa errado, se hizo viral después de que Emma D’Arcy, actriz de House of  the Dragon lo mencionase en una entrevista.

Hasta ahí llega el legado de Gaspare Campari y sus experimentos en la trastienda de su Caffè en Milán.