Así nos dan gato por liebre: atún que no es atún, jamón que no es jamón y Vega Sicilia que sirve para hacer calimocho
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Un nuevo estudio revela que el sándwich de pescado de la cadena Subway no tiene ni un gramo de atún, el protagonista del bocado. No es ni de lejos la primera vez que la industria alimentaria se permite licencias poéticas con la comida
25 jun 2021 . Actualizado a las 22:27 h.Hace unas semanas, el chef del restaurante vigués PuroSushi le decía a La Voz que en Galicia, y en general en España, está totalmente aceptado el consumo de pez mantequilla, que se usa sobre todo en nigiris o makis, pese a que en el país que vio nacer este tipo de comida está totalmente prohibido. Explicaba Andrés Médici que a él ni se le ocurre ponerlo en su restaurante por «dignidad y vergüenza», y también porque sus clientes, muchos de los cuales trabajan en el puerto de la ciudad olívica, no se lo aceptarían. En infinidad de cadenas especializadas (entre comillas) en comida japonesa, una bandeja de makis con pez mantequilla cuesta prácticamente lo mismo que una de salmón; siendo la calidad de los productos muy diferente. En el caso del pez mantequilla, además de no gozar de unas propiedades nutricionales envidiables, tanto en el país nipón como en Italia, está prohibida su venta porque ingerido en grandes cantidades puede provocar diarreas y otro tipo de problemas intestinales.
Sin que se haya comprobado aún el perjuicio que puede tener su consumo, lo cierto es que esta semana han saltado todas las alarmas porque después de que saliese a la luz una denuncia colectiva a Subway acusando a la franquicia de vender sándwiches de atún sin atún, The New York Times adquirió distintas unidades de estos productos en varias zonas del país con la intención de analizar la calidad del atún.
El veredicto fue contundente: no se encontró ADN identificable de este pescado. ¿De qué está hecho entonces el producto rey de este bocadillo? Uno de los expertos que participó en la prueba mantiene que hay dos opciones: o el atún ha sido tan procesado que el ADN no se encuentra o, directamente, no es atún.
Cada cierto tiempo salta la liebre y se destapan conductas, si no ilícitas, sí engañosas en la industria alimentaria que dejan al consumidor hecho un mar de dudas sobre si lo que se lleva a la boca es, efectivamente, lo que le están vendiendo. Ocurre con el jamón de York, que dista de ser ese jamón cocido que muchos creen que están ingiriendo, con una cantidad abusiva de productos «sin azúcares añadidos» (hay miles de maneras de colar el azúcar en cereales o zumos sin necesidad de agregarlo de manera artificial) y también con el vino. Esto último sacudió Galicia cuando en el 2018 se destapó que en un restaurante de Cerceda la policía había encontrado 1.600 etiquetas de vino falsificadas, sellos, tapones, troqueladoras y cajas de embalaje con marcas relacionadas con la trama de falsificación de Vega Sicilia y Pingus.
Por otro lado, en la era de la sostenibilidad y del bum de lo ecológico, son muchas las compañías que practican el greenwashing, entre otras cosas, porque saben que los usuarios entran por el aro fácilmente. Especialmente llamativo, y viral, fue lo que sucedió en una feria de alimentación en Houten (Países Bajos) en el 2014. Dos periodistas quisieron comprobar si se les puede dar gato por liebre a los expertos en gastronomía y el resultado no dejó lugar a dudas. Ofrecieron pinchos de comida ecológica como alternativa a la comida rápida que, en realidad, eran productos de McDonald's. Las reacciones, dignas de ver, las tiene a continuación en este vídeo: