La cigarrera coruñesa amiga de Cayetana

S. C. REDACCIÓN / LA VO

GENTE

Hace décadas, Julia escribió a la duquesa para que le ayudase a encontrar empleo. Así nació una amistad que perduró

21 nov 2014 . Actualizado a las 13:02 h.

Se llama Julia, es una cigarrera coruñesa jubilada y puede presumir de una amistad de décadas con la duquesa de Alba. Son muchos los recuerdos que la unen a la grande de España, el más importante es que gracias a ella consiguió un trabajo: «Yo era muy joven -cuenta Julia- y quería ponerme a trabajar en Tabacalera, pero como mi familia era humilde no teníamos a nadie que intercediese para que me contratasen. Entonces decidí escribir a la duquesa de Alba, que salía en las revistas. Ella respondió enseguida, habló con alguien y me contrataron. En una carta me decía todo lo que iba a pasar, qué tenía que hacer, y así sucedió».

Desde ese momento, Julia mantuvo un contacto permanente con Cayetana de Alba, hasta las pasadas navidades. En las fiestas se enviaban felicitaciones mutuamente, «a veces ella primero, otras veces yo». Julia tiene una colección de postales, algunas incluso pintadas por la propia duquesa.

También le enviaba fotos. De Liria y Dueñas llegaban con frecuencia instantáneas familiares de Cayetana: ella con sus hijos -«tengo fotos de Cayetano cuando era pequeñito», recuerda la coruñesa- o de los críos solos. Algunos de estos retratos los guarda Julia como oro en paño, en el salón de casa.

Con los años, Julia decidió dar el paso y llamar a Sevilla para que, si pudiese ser, Cayetana la recibiese. Dicho y hecho. «Ella se alegró muchísimo de que por fin nos conociésemos en persona», recalca la gallega, que pasó una tarde inolvidable en el palacio sevillano. Era el 2003, y Cayetana seguía de cerca las noticias: «Me preguntó muchas cosas del Prestige, de cómo se había recuperado la costa, de qué daños habíamos sufrido...». Fueron varias horas de charla, «la duquesa no parecía tener prisa ninguna por terminar la visita», en la que charlaron de todo. Y se hicieron una foto para recordarlo.

Una Torre de plata

Más tarde Julia decidió enviar a Sevilla una Torre de Hércules de plata como recuerdo de su amistad, y la duquesa la llamó para agradecerle el detalle.

Julia ayer estaba triste y emocionada. Recordaba el cariño con el que siempre la trató Cayetana, el respeto que le mostraba cada vez que tenían contacto -«me contaba cosas de sus nietos, sobre todo de los mellizos, a los que adoraba»- y la amabilidad del entorno de la aristócrata. En los últimos años, Julia aprovechaba si algún hijo iba a Madrid para mandarle alguno de los libros que se editaban sobre la familia para que ella se los firmase. Siempre lo hizo, los dos volúmenes de la biografía de la duquesa y hasta el libro de recetas de la Casa Alba.