El esperpento del Celta se prolonga a la Copa

GRADA DE RÍO

El equipo vigués queda eliminado en la prórroga ante el Mirandés en un pésimo partido

23 ene 2020 . Actualizado a las 22:15 h.

Decía Óscar García que la Copa podía ser un revulsivo para la liga y nada más lejos de la realidad. El Celta salió de Anduva en el peor de los escenarios. Eliminado, haciendo un pésimo partido y quemando fuerzas en la prórroga para la Liga. Lo peor no es caer ante un Segunda como el Mirandés, sino confirmar que los males del este equipo van más allá de la competición y parten esencialmente de su nulo espíritu competitivo. Los de Iraola se adelantaron de penalti en el primer tiempo, con los cambios mejoró el Celta y Pione Sisto empató en el segundo y en la prórroga después de parar Sergio Álvarez otro penalti, llegó el mazazo definitivo con el segundo tanto local cuando los vigueses jugaban con diez por expulsión de Rafinha. Luego llegó la heroica, pero hasta en eso estuvo gafado el Celta.

Para comenzar Óscar García Junyent llenó el Celta de centrales, pero no jugó con defensa de tres. Jorge Sáenz fue titular pero como mediocentro y José Fontán debutó en el primer equipo como lateral izquierdo dejando el centro de la defensa para la que era dupla habitual hasta la llegada de Murillo (Aidoo y Araujo).

Pero no fue la colección de centrales lo único que chirrió en el primer tiempo del Celta en Anduva. El Mirandés le superó con un buen inicio, envió dos avisos, uno de ellos desbaratada con una gran intervención de Sergio, y acabó marcando de penalti. Por manos de Brais según el árbitro. El tercer penalti consecutivo en contra del Celta por el mismo motivo en los tres últimos partidos. Lanzó y marcó Matheus y el Mirandés vio recompensada su presión.

El Celta no tuvo respuesta ni antes ni después. Le costó construir por dentro y desbordar por fuera y todas las ocasiones llevaron la firma del Toro Fernández, pero sus tres remates a portería fueron demasiado centrados. Uno desde lejos, otro dentro del área y un cabezazo tras un botar una falta Denis Suárez.

En el segundo tiempo y ante el nulo cambio de ritmo de los célticos y la noche plácida que tenía el Mirandés, el técnico comenzó a tirar de más habituales y metió en el campo a Pione Sisto, Iago Aspas y Rafinha, y entre su aportación y la inercia del partido, los vigueses comenzaron a jugar de un modo permanente en campo contrario hasta empatar el encuentro con un excelente golpeo del danés que se coló por toda la escuadra.

Con el 1-1 los 90 minutos terminaron con un intercambio de golpes dando la sensación de que los dos equipos querían evitar el tiempo extra. Iago Aspas tuvo el segundo en sus botas después de una excelente jugada del Toro Fernández, pero su disparó con la derecha, con casi todo a favor, no cogió portería.

En la prórroga el Celta tuvo el control y las contadas oportunidades pero la enésima ingenuidad de la temporada lo cambió todo. Rafinha recibió un balón en su frontal, lo intentó jugar, lo perdió y derribó a su rival: penalti y expulsión, y aunque parecía que Sergio Álvarez había hecho lo más difícil, parar el penalti a Álvaro Rey, lo peor estaba por llegar. Apenas dos minutos después una indecisión defensiva permitió a Antonio Sánchez cazar el balón dentro del área y marcar con un potente disparo.

Quedaban siete minutos y el Celta pagaba su indolencia y falta de competitiva situándose al borde de la eliminación, algo que no pudo ni impedir la heroica de los minutos finales con un cabezazo de Jorge Sáez, mediocentro de principio a fin, que sacó Limones con una mano prodigiosa, mientras el larguero devolvió otro cabezazo de Araujo.

Ese fue el último momento del Celta en la Copa del Rey. Tan apasionante que un equipo plano como el celeste actual no se merecía estar en el bombo de octavos de esta mañana. Queda la liga y una final con mayúscula por la permanencia el domingo. Ya veremos si con daños colaterales de la eliminación copera.