Lo que empezó siendo un conflicto local es ahora un campo de batalla global de intereses geoestratégicos
15 abr 2018 . Actualizado a las 19:37 h.Como tantas veces en la historia, lo que en Siria comenzó en marzo del 2011 siendo un conflicto local ha acabado convirtiéndose en el escenario de una lucha de poder internacional que paga la población civil. El temor de Bachar al Asad a que las protestas que exigían una apertura democrática desembocaran en revueltas similares a las que en la primavera árabe tumbaron otros Gobiernos y su violenta respuesta armada para aplastar las manifestaciones dieron origen a una guerra civil y fueron el pretexto perfecto para que los países interesados estratégicamente en la zona tomaran la iniciativa. Desde entonces, siete años de guerra han provocado casi medio millón de muertos y el éxodo de 5,6 millones de sirios. Al margen del propio Al Asad, estos son los principales actores del conflicto.
Apoya al régimen de Al Asad. El interés en la zona del presidente ruso Vladimir Putin, firme aliado de Al Asad, se basa, además de en la histórica influencia soviética en el partido Baaz, presidido por Al Asad, en el hecho de que la costa siria alberga en la ciudad de Tartus la única base naval de Rusia en todo el Mediterráneo. La potencia armamentística del Ejército sirio se basa casi exclusivamente en el arsenal que Putin ha puesto a disposición de Al Asad. Los ataques aéreos que Rusia lleva a cabo desde septiembre del 2015 fueron un factor decisivo para el resurgimiento militar del Ejército sirio, muy debilitado antes de ese apoyo.
Irán
Apoya a Al Asad. Irán apoya a Al Asad por inteeses económicos, pero también por motivos religiosos, para atacar a los suníes. Y, sobre todo, para mantener su influencia en la región, donde lucha por la hegemonía contra Arabia Saudí. Irán ha prestado apoyo militar y combatientes al Ejército sirio y también lo ha entrenado para que haga frente al Estado Islámico y a los guerrilleros kurdos. Siria es la plataforma clave de Irán para presionar, por su proximidad fronteriza, a su eterno enemigo, Israel, apoyado por las milicias de Hezbolá en el Líbano, a las que también respalda Irán.
Cruzada contra los kurdos. La compleja situación en el tablero sirio ha dado lugar a una inesperada alianza entre Turquía y Rusia que preocupa mucho a Europa y Estados Unidos. El Ejército turco apoya a los rebeldes antiyihadistas en Siria para impedir la expansión del Estado Islámico y ha desplegado también tropas en el norte de Siria para atacar a los combatientes kurdos, su primera preocupación. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pretende además reforzar su figura presentándose como un posible mediador entre Estados Unidos y Rusia en este conflicto.
Estados Unidos
Apoya a rebeldes. Al contrario de lo que ocurrió en Irak, el principal interés de Estados Unidos en Siria no es solo económico. En un principio, fue la amenaza del terrorismo, primero de Al Qaida y luego del Estado Islámico, que se aprovecharon del caos reinante en la zona para fortalecerse, lo que forzó la intervención de Estados Unidos, que lidera, junto a Francia, el Reino Unido y los países del Golfo, una coalición contra el Estado Islámico. Pero, ahora mismo, además del mero interés estratégico en impedir que Rusia se haga fuerte en la zona, al estilo de lo que ocurría en la guerra fría, la Administración Trump apoya a la insurgencia suní para torpedear la alianza del Gobierno de Al Asad con Irán y con Hezbolá, principal enemigo de Israel, país con el que EE.?UU. tiene una firme alianza y que es además su principal socio en la zona. El apoyo militar de Estados Unidos a los combatientes kurdos para contener la frontera en el noroeste de Siria provocó a su vez que Turquía, a pesar de ser miembro de la OTAN, se posicionara en contra de los estadounidenses. Pese a todo, Washington intentó hasta ahora no involucrarse directamente en el conflicto. Ni para Obama ni para Trump fue nunca Siria una de sus prioridades.
Arabia Saudí
Apoya a los rebeldes. Los rebeldes sirios, muchos de ellos islamistas, reciben apoyo económico de Arabia Saudí y de Catar, que, en sintonía con EE.?UU., buscan el derrocamiento de Al Asad. En su caso, además, por su oposición a un Gobierno teóricamente laico como el de Siria. El objetivo de los saudíes es también poner coto a la influencia creciente de Irán en la región y proteger a Israel. El régimen de Al Asad acusa a Arabia Saudí y a Catar de estar apoyando financieramente a los grupos terroristas que operan en Siria.
Israel
Vigila el poder de Irán. Israel busca derrocar al régimen de Al Asad para instalar un Gobierno amigo en Siria y también bloquear la tradicional ruta de apoyo armamentístico de Irán a Hezbolá, lo que permitiría a Israel atacar el Líbano con más facilidad. El Gobierno de Netanyahu pretende romper la alianza de Rusia con Al Asad e impedir que la influencia de Irán se fortalezca en la zona.
Yihadistas
Extensión del califato. Desde el comienzo de la guerra, los terroristas del Estado Islámico conquistaron grandes extensiones de territorio sirio, proclamando un califato que hoy está destruido. Ya solo controlan un 5 % del país. El otro grupo yihadista en la zona es Tahrir al Sham (antigua filial de Al Qaida), que controla la provincia de Idlib. Los islamistas luchan contra todos y entre sí: el Gobierno, los otros rebeldes, los kurdos, los turcos y la coalición internacional.