Olena Bratel, desde Kiev: «Hay militares rusos escondidos en los bosques, y hay que tener cuidado porque disparan a los civiles»
INTERNACIONAL
Esta profesora de Filología Española en Kiev relata el infierno que está viviendo al tratar de huir con sus hijos de la zona de conflicto: «No podemos estar mucho tiempo en los sótanos, porque tienen temperaturas por debajo de los cero grados»
01 mar 2022 . Actualizado a las 17:41 h.«Hoy empieza el sexto día de la guerra. Y también empieza el mes de marzo. Durante la noche nevó mucho. El paisaje es muy pacífico. Estamos a unos cuantos grados bajo cero», así comienza su relato Olena Bratel, profesora de Filología Española en la Universidad Taras Shechenko de Kiev. Asegura que están teniendo problemas con la cobertura y que, a veces, los escasos segundos durante los que hay internet no son suficientes para enviar un mensaje. «No puedo abrir todos los chats que uso normalmente para hablar con mis familiares y amigos, solamente algunos de WhatsApp. Tampoco puedo leer noticias. No sé me abren las redes sociales ni las páginas web», dice lamentándose sobre la falta de comunicación.
Explica que el lunes por la tarde en las noticias dijeron que «iban a bloquear la cobertura en las zonas donde hay batallas y combates». «Luego rectificaron, y señalaron que había sido una noticia falsa. —continúa—, pero al mismo tiempo desapareció la cobertura del proveedor más popular en la aldea, el único que ofrece cobertura e internet bastante bueno». Ante estas circunstancias, cuenta que la gente se quedó sin posibilidad de usar los móviles. «Algunas personas, como yo, teníamos también teléfonos con tarjetas de otra compañía, con mala cobertura mala e internet muy muy lento, pero por lo menos ahora esto nos permite realizar llamadas y mandar mensajes a veces», explica.
«Nuestros amigos que viven en las aldeas vecinas nos dijeron que en los bosques de alrededor se esconden muchos rusos armados —soldados que se escaparon cuando nuestros militares atacaron sus vehículos— y también militares infiltrados que van en grupos de dos o tres personas», relata. Estos militares rusos, cuenta, van vagabundeando por las aldeas, metiéndose en casas y disparando a las ventanas de las casas de los civiles.«A un hombre de la aldea vecina le mataron porque no quería darles su móvil», apunta.
Por la carretera cercana a la aldea siguen pasando los vehículos rusos, y asegura que hay que ser muy atentos para escuchar a qué dirección van, porque pueden seguir recto o girar hacia el núcleo de población. «Esto es muy peligroso, porque ayer ya había muchos avisos de gente local que advertían que van pasando por las aldeas y pueden disparar a lo loco a las personas que ven y a las ventanas de la casas», indica.
Por momentos se refugian en el sótano, aunque señala que tampoco ahí se puede estar mucho tiempo. «Es un sótano tipo nevera campesina —un agujero en la tierra con paredes de ladrillo donde se guardan los sacos de patatas, zanahorias y remolachas con temperaturas por debajo de los cero grados. Todos ya estamos con las narices tapadas y tenemos tos por pasar horas en el sótano. Solamente vamos en caso de emergencia», dice.
«Y para poder llegar a tiempo a los refugios —señala— hay que mantener el silencio y escuchar sin pararse en lo que está pasando fuera. Por la noche todo es más peligroso porque durmiendo no podemos oír la llegada de vehículos a tiempo. Pasé la noche en vela, vigilando el sueño de mis hijos. Ahora que han despertado mis suegros, me voy a dormir un rato», relata.