¿Por qué el calor nos pone de mal humor?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

La ola de calor comenzó en Galicia este martes.
La ola de calor comenzó en Galicia este martes. Ricardo Rubio - EUROPAPRESS

Los períodos de altas temperaturas producen problemas para conciliar el sueño, irritabilidad, ira y mayores niveles de agresividad en las personas especialmente sensibles

07 sep 2022 . Actualizado a las 17:16 h.

35 grados a la sombra. O 30. ¿Qué más da? Cuando la sensación de calor, y en específico, la ola de calor, se asienta en nuestro cuerpo, poco podemos hacer. Un refresco con hielo en una terraza ayuda frente a las altas temperaturas, y la brisa del mar, también. Aunque esta solo sea válida para los más privilegiados. 

Está claro que el incremento excesivo de los termómetros molesta. Llega un punto en el que muchos lo llegan a describir como insoportable. Sin embargo, hay personas que van más allá de lo normal. Su carácter muta y pasan a experimentar episodios de impulsividad, mal humor, ira o irritabilidad. Cada gota de sudor va colmando el vaso de la mala leche. 

La realidad es que tampoco se les puede culpar. Tal y como explica el Ministerio de Sanidad, en su guía de prevención para este tipo de situaciones, «los días de calor intensos obligan al cuerpo humano a hacer un esfuerzo de adaptación para mantener la temperatura normal». Sudamos más, las venas se dilatan, se nos queda la boca seca y dormimos peor. Sobre todo, en la primera ola de calor de la temporada, cuando el organismo todavía no se ha acostumbrado. Es más, está comprobado que uno de los peores efectos de las altas temperaturas puede ser un agotamiento real y extremo. Vivir cansa el doble. «Esta fatiga ocurre después de varios días, cuando la sudoración excesiva reduce los fluidos corporales y la restauración de la sales», indica la institución nacional. Náuseas, mareos, debilidad y hasta desmayos. 

La temperatura regular del cuerpo en reposo varía entre los 36 y 37º.C, mientras que la de la piel tiene medio grado menos. Digamos que dentro de estas variables, el organismo está cómodo. Esto es posible gracias a un sofisticado mecanismo controlado por el centro termorregulador del hipotálamo, que se encarga de mantener la temperatura dentro de estos márgenes, sin importar lo que pase fuera. Al menos, en la mayoría de situaciones.

En plena ola de calor, el cuerpo se pone a funcionar de la siguiente manera.

  • Aumenta la frecuencia cardíaca y la dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, lo que incrementa el flujo sanguíneo de la piel y hace que se pierda calor al exterior por irradiación. 
  • Comienza la sudoración. Cuando se evapora el sudor, se produce un enfriamiento del cuerpo. 
  • Hiperventilamos. A medida que se incrementa la frecuencia respiratoria, aumenta también la cantidad de calor que expulsamos con el aire en cada espiración. 

La mente también tiene su propio proceso y puede verse alterada. Un estudio del 2020 concluyó que las personas afectadas por las condiciones meteorológicas están aumentando, básicamente, porque cada vez nos acostumbramos peor a los cambios. Esta influencia se vio, sobre todo, en las personas que padecían enfermedades mentales previas, las cuales eran más vulnerables al tiempo. Los investigadores, que basaron su estudio en un hospital de Polonia, analizaron los registros de coerción y las condiciones meteorológicas. Así, observaron que los pacientes se volvían más agresivos con altas temperaturas. Otro estudio demostró que los ataques de pánico recibidos en urgencias del hospital de Barcelona eran mayores en otoño cuando había viento caliente y precipitaciones.

Además, una revisión concluyó que los ambientes con altas temperaturas provocan diversos efectos sobre la salud mental, entre los que destacaban el aumento del riesgo de suicidio. «Hay diversos estudios que encuentran una asociación entre el calor y un aumento de las hospitalizaciones debido al trastorno psiquiátrico, sobre todo, del estado de ánimo y de comportamiento», explica el doctor Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental. Son investigaciones realizadas «en diferentes partes del mundo, y en años distintos», precisa el profesional. La razón por la que este fenómeno se produce todavía se desconoce, aunque el doctor dice que tanto los mecanismos de termorregulación del cerebro, como la respuesta neurológica durante estas etapas «pueden impactar negativamente en nuestra salud mental». 

Más sensibles al calor y peor humor

Sin llegar a extremos en los que nadie querría verse, ¿cómo afecta el calor a nuestro humor? La razón que puede estar detrás de tu incomodidad excesiva ante la subida del termómetro tiene un nombre: desorden afectivo estacional, una alteración psicológica y física que se produce cuando las condiciones climatológicas y estacionales cambian. Lo que el refranero español siempre ha descrito como «la primavera, la sangre altera». 

Si bien algunos lo notarán de una forma más extrema, «todos somos algo sensibles a la meteorología», destaca Elena Daprá, psicóloga sanitaria experta en Bienestar Psicológico y vocal de sección del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP).

Aquí no solo el calor es el protagonista. Unos estarán más condicionados por la lluvia de otoño y otros, por ejemplo, por la falta de luz en diciembre. La sintomatología varía según la estación: «Por ejemplo, en invierno es más típico la sensación de hibernar. Es decir, estar más aletargados, y comer más. En cambio en verano, la gente experimenta una mayor agitación. Se manifiesta con problemas para dormir, irritabilidad y pérdida del apetito», sostiene la psicóloga sanitaria. Un caso práctico: «El trastorno límite de personalidad se agita bastante durante la época en la que estamos», apunta. 

Es más, otros estudios han analizado la relación entre la productividad académica o laboral y el calor: «Se observó que cuando la temperatura alcanza los 35 grados, el rendimiento podría disminuir hasta en un 14 %», señala el vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental. Investigaciones que, con un objetivo u otro, «se han realizado con motivo del cambio climático», añade el profesional. Estas afectaciones se complican en la considerada población vulnerable: «La gente que ha tenido problemas de salud mental anteriores, o los mayores», precisa el doctor Manuel Martín Carrasco. 

El quid de la cuestión, aquí, reside en la esencia de la ola de calor, y la forma en la que hace acto de presencia. «Es algo abrupto. Entonces, los síntomas se multiplican exponencialmente, porque al ser una ola, es brusco», precisa Daprá. No se trata de un fenómeno paulatino al que podamos acostumbrarnos. Pasa y arrasa. 

Cómo remitir (o al menos, intentar reducir) los síntomas:

  • Evita salir a la calle en las horas centrales del día
  • Si puedes, recurre a duchas de agua fría o templada. 
  • Intenta mantener la rutina habitual: «Esto es especialmente importante para el apartado psicológico. Las rutinas nos ayudan en muchos sentidos y es una forma de mantener la certidumbre», indica la vocal del COP de Madrid. 
  • Mantén los horarios del sueño. «Debemos tratar de dormir siempre a la misma hora. De lo contrario, hace que tengamos una estructura diferente, y que con toda probabilidad, no nos corresponda», reconoce Elena Daprá. 
  • La hidratación es importante, especialmente en niños y mayores. «Las personas de edad avanzada tienen una gran tendencia a la deshidratación. A medida que envejecemos, el mecanismo de termorregulación funciona peor, y hace que disminuya la sensación de sed», explica el doctor Manuel Martín Carrasco. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.