¿En pastilla o en polvos efervescentes?: «El efecto de un paracetamol puede aparecer a la media hora o a las dos»
EL BOTIQUÍN
Aunque no todos los fármacos están disponibles en todos los formatos, muchas veces existe la opción de decantarnos por el que más se ajuste a nuestras necesidades como pacientes
04 oct 2022 . Actualizado a las 11:53 h.Acudimos a la farmacia y pedimos un medicamento. Puede ser un analgésico o un antitusivo, da igual. Y aparece la pregunta: «¿Cómo lo quiere? ¿En comprimidos o en polvos efervescentes?». Solemos preferir uno u otro, más por costumbre que por conocimiento sobre las especificidades de las distintas presentaciones de los medicamentos. Hay quien no soporta el sabor del contenido de un sobre soluble y hay quien no es capaz de tragar una pastilla. Pero sus diferencias no se quedan en preferencias personales. ¿Qué opciones hay y cuáles son sus principales características?
No está de más dar un repaso a lo básico, así que empezaremos por el principio. No hace falta ser muy observador (basta haber tenido alguna vez un catarro) para darse cuenta de que en las cajas de los medicamentos se indica buena parte de la información que necesitamos saber sobre ese fármaco. En la cara principal del envase siempre encontraremos los datos básicos sobre la vía de administración (oral, rectal, tópica, etc) y su forma de presentación (comprimidos, comprimidos recubiertos de película, sobre...). «En una farmacia, para un mismo medicamento podemos encontrar distintas formas farmacéuticas: comprimidos, cápsulas, parches transdérmicos, colirios o preparaciones inyectables entre otros», explican desde el Centro de Información del Medicamento del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña. Ante toda esta oferta, serán nuestras características como pacientes las que nos harán decantarnos por una u otra.
El catálogo de opciones dependerá no solo de la vía de administración, que puede ser oral, rectal, parenteral (inyectable), tópica o nasal, pero también del estado físico del fármaco. Es decir, un jarabe y un comprimido tienen la misma vía de administración (oral), pero el primero es líquido y el segundo es sólido. Y esto es importante, porque entre una misma vía de administración, las diferencias también son notables.
Formas existentes de presentación de un medicamento
Administración oral
- Estado sólido: cápsulas, comprimidos, grageas y granulados
- Estado líquido: soluciones orales, jarabes, suspensiones y emulsiones orales
Administración rectal y vaginal
- Estado sólido: supositorios, comprimidos y óvulos, cremas
- Estado líquido: enemas
Administración parenteral (inyecciones)
- Estado líquido: soluciones inyectables, suspensiones y emulsiones inyectables
Administración tópica y subcutánea
- Estado semisólido: pomadas, cremas, emulsiones, geles, parches, implantes
Administración nasal, oftalmológica e inhalatoria
- Estado líquido o gaseoso: colirios, gotas nasales, gotas óticas y aerosoles
Esta es la lista general, pero obviamente no tenemos disponibles en el mercado todas las presentaciones de un mismo fármaco. «En un medicamento para un eccema, que busquemos una acción local, no tendría mucha lógica ni necesidad que se comercialicen presentaciones en comprimidos», recuerdan desde el Centro de Información del Medicamento. He aquí una primera variable, pero hay más. La industria sanitaria no es ajena al resto de industrias por lo que la demanda y las necesidades del mercado también marcarán qué fármacos sí y cuáles no se ofrecen en una u otra vía de administración.
Pongamos al ibuprofeno como ejemplo de esta respuesta a una demanda. Si se consulta el catálogo de la Agencia Española del Medicamento podremos comprobar que existen 164 medicamentos disponibles cuyo principio activo es el ibuprofeno. Hay comprimidos, hay pastillas efervescentes, geles, sobres solubles en distintas concentraciones. De todo. Es lógico teniendo en cuenta que se trata de uno de los fármacos consumidos masivamente. Es solo un ejemplo. Lo mismo podría aplicarse al omeprazol o al paracetamol.
Otro de los condicionantes va a ser el propio principio activo. Hablando en plata: no de todo se puede hacer una pastilla. «Por ejemplo, la insulina no se puede formular en comprimidos porque perdería su acción; se destruiría al pasar por el estómago. Es por eso que las presentaciones que nos encontramos en el mercado son inyectables por vía subcutánea», ilustran desde el Centro de Información al Medicamento del colegio coruñés.
La practicidad y la velocidad de actuación
¿Han intentado alguna vez que un niño se trague una pastilla? Seguramente no, precisamente porque la industria del medicamento nos ofrece alternativas líquidas (jarabes) al dramón infantil o a tener que machacar una pastilla tras otra para conseguir tratar una infección a un menor. Porque lo que es práctico —igual que hay adultos a los que les cuesta tragar pastillas— es también un método válido para elegir uno u otro tratamiento. Los jarabes, al ser líquidos, tienen además la ventaja de poder aumentar o disminuir las dosis. Por tanto, si usted es un fan de los jarabes, sepa que es muy probable que si no es un medicamento con indicación pediátrica, no estará disponible en jarabe. «Podría depender de la demanda y de la necesidad de mercado, por ejemplo, si un medicamento no está indicado en población pediátrica puede ocurrir que no se saque al mercado una presentación en jarabe. Por el contrario, si se quiere dirigir al público pediátrico, los jarabes o suspensiones son una buena opción para facilitar la administración y además poder ajustar la dosis según el peso del niño», responden desde el centro de información gallego a las preguntas planteadas por La Voz de la Salud. Lo mismo sucede con los supositorios. ¿Recuerdan que cuando eran niños los utilizaban y ahora ya no? Son comunes en los niños porque es una alternativa sencilla ante la sospecha de que van a existir problemas de deglución
Todas estas cuestiones prácticas son muy tenidas en cuenta. Son «muchos» los factores que influyen y, de manera general, los criterios que marcan la elección de una forma farmacéutica por parte de los profesionales sanitarios son variables: «Dependen de la edad y las habilidades manuales y cognitivas del paciente; así como del propio medicamento».
Como vemos, son varios los factores que nos harán decantarnos —ya sea por preferencia o porque no nos queda más remedio— por un modo de administración u otro, pero entre las opciones que tenemos hay los que, según su presentación, hacen efecto antes o después. Algo que es útil saber, sobre todo ante tratamientos analgésicos en los que queremos hacer desaparecer el dolor cuanto antes.
«La velocidad de actuación es una de las diferencias entre las distintas formas farmacéuticas, ya que determina el tiempo en el que se alcanza el efecto del medicamento», relatan los farmacéuticos: «Por ejemplo, en el caso del paracetamol de 1 g, el tiempo en el que se alcanza la concentración máxima en sangre del medicamento varía entre media hora y las 2 horas, según la forma farmacéutica. Estas diferencias se deben a que un comprimido, hasta su liberación, tiene que disgregarse. En el caso de los sobres, este paso ya no sería necesario». Por lo tanto, si lo que buscamos es la rapidez para tratar un dolor. Mejor un sobre soluble que una pastilla.
¿Cuál es el medicamento ideal? ¿Sobre o pastillas?
Pocas veces en el sector del sanitario se podrá reducir una respuesta a un sí o un no. Casi siempre es un depende. Y como podrán intuir, aquí sucede lo mismo. No existe una forma de presentación de un fármaco que sea mejor que otra; existen pacientes diferentes con distintas necesidades. Volvamos al ejemplo del ibuprofeno. Tal vez la última vez que hayan consumido este antiinflamatorio no esteroideo fuese por un dolor de muelas o de cabeza, por lo que en ese caso habrán recurrido a una pastilla que ejerza efectos sistémicos; sin embargo, si lo que tenían era una contractura, tal vez se hayan untado uno de esos geles de ibuprofeno tan populares porque lo que buscaban era una acción local.
Otro supuesto. «Por ejemplo, a un paciente con problemas de deglución, en vez de prescribir un medicamento en comprimidos que probablemente el paciente tenga dificultad para tragar, se elegirá otra forma farmacéutica adaptada como puede ser una solución o jarabe», recomienda el equipo de sanitarios del Centro de Información del Medicamento.
Según sean jarabes, sobres o inyectables, más o menos difíciles de conservar
El tipo de presentación de medicamento también influirá en sus condiciones de conservación. Sobra decir que, si un fármaco indica que debe ser conservado en frío, no podemos ignorar esa indicación. Pero más allá de lo obvio, hay condicionantes que quizás desconozcan.
«Atendiendo a las diferentes presentaciones, hay particularidades. Por ejemplo, los jarabes o suspensiones que el paciente tiene que preparar en casa, después de su reconstitución, suele ser necesario conservarlos en la nevera y durante un período de tiempo más corto. Otras formas farmacéuticas como cremas, óvulos o los supositorios son más sensibles a las elevaciones de temperatura. En estos casos, si al abrirlas su aspecto se ha modificado, no se deberían utilizarse», advierten desde el colegio farmacéutico: «Con otros productos, como colirios, se debe tener cuidado durante el manejo para evitar su contaminación y muchas veces, según el prospecto, puede ser necesario desecharlos después de una administración».