Tres mujeres, tres menopausias: «Muchas veces, a las mujeres en consulta se las califica de exageradas»
VIDA SALUDABLE
Raquel, María y Mónica, con experiencias diversas de esta etapa vital, cuentan cómo la llevan y qué les ha ayudado a estar mejor
06 oct 2024 . Actualizado a las 15:11 h.A pesar de ser una etapa natural en la vida de toda mujer, la menopausia sigue siendo un tema rodeado de silencios y estigmas. Esta transición biológica, que marca el final de la fertilidad, ha sido históricamente vista con incomodidad y tabú a nivel social. Pero, así como sabemos que no existen dos mujeres con ciclos menstruales idénticos, y que algunas pueden sufrir dolor en mayor medida que otras durante el período, lo mismo ocurre con la menopausia. Sus manifestaciones son diversas; sin embargo, el tabú hace que solo se visibilicen unas experiencias muy concretas.
Son conocidas las señales más típicas de esta etapa: la irritabilidad, el aumento de peso y, la más típica, los sofocos. Pero la variabilidad en la intensidad de estos signos y en su aparición a lo largo del tiempo es tan grande como la cantidad de personas que cada año atraviesan la menopausia.
Aunque la mitad de la población llegará a vivirla en algún momento, la menopausia continúa sujeta al estigma del envejecimiento, de la pérdida de la fertilidad y de la sensación del fin de la vida útil. Este tabú afecta a las mujeres, a su bienestar físico y mental. Por eso, tres de ellas cuentan su experiencia y subrayan la necesidad urgente de romper el silencio y normalizar esta etapa para entrar en ella armadas de conocimiento.
Mónica Delgadillo, 46 años
A algunas mujeres la menopausia les llega de manera inesperada y antes de tiempo. Es el caso de Mónica Delgadillo, que empezó a notar cambios en su ciclo a los 38 años y a los 43, este se detuvo por completo. Esto es lo que se conoce como premenopausia y menopausia precoces. «Al principio, mi flujo menstrual cambió de color y era considerablemente menos cantidad que antes. Esto era algo extraño para mí. Al mismo tiempo, empecé a tener vértigo», cuenta Mónica.
A pesar de esta sintomatología, todavía no se sospechaba que ella pudiera estar entrando en la menopausia. «Yo lo comentaba en consulta, pero ningún médico que me revisaba me decía nada ni seguían indagando para ver qué estaba pasando», recuerda. Porque lo que sentía no se manifestaba aún de manera externa. Su aspecto seguía siendo el de siempre.
«Seguí así hasta que se retiró mi menstruación a los 43, y en ese momento comencé a notar muchos otros signos. Empecé a tener mucha resequedad vaginal, luego tenía problemas del suelo pélvico, a nivel muscular. Notaba mucho ardor durante las citologías y era raro porque no me había sucedido nunca. En definitiva, tenía muchas molestias en la zona vaginal», explica. Estas son algunas de las señales más frecuentes de la menopausia y existen soluciones eficaces para ellas una vez detectadas. El problema de Mónica fue que, a su edad, ni ella ni los médicos se esperaban que ocurriera esto.
«El sistema no está preparado, aunque haya tanta información en el 2024, para hablar realmente de estos temas. Y muchas veces, a las mujeres en consulta se les califica de exageradas. Hay una visión muy sesgada que infantiliza un poco a la paciente y hace que demoremos en conseguir respuestas», señala Mónica.
Finalmente, se puso en contacto con una ginecóloga especializada en casos como el suyo y, gracias a modificaciones del estilo de vida, como una dieta antiinflamatoria y una rutina de ejercicio físico, logró mejorar sus síntomas sin recurrir a terapias hormonales ni a otra medicación. «No como gluten ni azúcar, no tomo alcohol ni bebidas con gas. Y hago un entrenamiento específico con alguien que me guía», cuenta.
María Gómez, 55 años
Para María, las señales de que estaba empezando la premenopausia aparecieron después de los 45 años. Hoy, a sus casi 56, está entrando en la menopausia en cámara lenta: aunque ya no es regular, todavía tiene la menstruación de vez en cuando. La última fue en junio de este año y, antes de eso, en enero. «Yo ya sé cuándo me va a venir porque me paran los sofocos», cuenta. Este es su síntoma más prominente, que cuando aparece, viene acompañado, en su caso, de angustia.
Cuando empiezan los sofocos, esta pontevedresa dice que puede llegar a tenerlos cada media hora a lo largo de todo el día. Los describe como una sensación de ahogo que le provoca la necesidad de abrir las ventanas para aliviar el calor. Su piel se enrojece y comienza a sudar con intensidad. «Lo peor es cuando es de noche, me despierta esa angustia y ese calor», relata.
Dentro de todo, señala que sus circunstancias no son malas. El apoyo de su marido y sus hijos es crucial para mantener su salud mental en esta etapa. «Tengo un marido que me ayuda un montón. Si no me está comprando un ventilador portátil para llevar, me está sacando una sonrisa y haciéndome reír de todo esto», asegura.
Esta compañía es fundamental para atenuar otro de los síntomas que ha empezado a experimentar María, la irritabilidad. «A veces estoy de muy mal humor, porque el calor no me deja ser yo. Soy una persona súper amable, pero a veces con esto no me apetece aguantar a nadie», confiesa.
Durante esta etapa, María ha subido de peso. Para controlarlo, hace ejercicio a diario. «Me fuerzo a hacer deporte aunque no tenga ganas, siempre hago por lo menos 45 minutos entre pesas y cardio. Y aunque con la menopausia te cuesta más todo, yo lo considero como una prueba, una maratón. Tienes que ir poco a poco y nunca venirte abajo», dice. Por ahora, aunque le afecte en su día a día, prefiere no recurrir a la medicación y enfocarse en mejorar su estilo de vida, algo que nunca está de más.
Raquel Calvo, 31 años
El caso de Raquel es diferente. En el 2023 le diagnosticaron un cáncer de mama hormonodependiente denominado luminal A. Tenía, en ese momento, 30 años. «Primero, me hicieron una mastectomía con reconstrucción. Después, tuve 16 sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia. Y ahora estoy con el tratamiento hormonal, que consiste en una menopausia inducida y sirve para prevenir recaídas», explica.
Esta menopausia es, a todos los efectos, igual que la de cualquier mujer que pasa por esta etapa de manera natural. Pero, en el caso de Raquel, ha sido provocada deliberadamente a nivel médico, con una inyección que se pone cada 28 días para evitar la subida de estrógenos y progesterona. «Esto es para evitar que las células cancerígenas se alimenten de esas hormonas», detalla.
«A veces tengo sofocos, tengo cambios de temperatura o dolor articular a raíz de la menopausia inducida. Puedo sentir cansancio, falta de concentración. Son todos los síntomas que puede tener una persona que pasa una menopausia natural. Pero ahora mismo, mi prioridad es evitar esa recaída del cáncer», dice Raquel.
Para mantener su salud, la gallega practica deporte en un club específicamente dedicado a pacientes de cáncer de mama. «Hago pilates y ejercicios de fuerza, todo eso compensa los efectos secundarios tanto del tratamiento hormonal como de las secuelas de los tratamientos anteriores», cuenta.
No se atreve a pensar en el futuro, pero en el día a día, se cuida para estar bien cuando llegue. «Como sabemos, una vez que aparece la menopausia, aumenta el riesgo de osteoporosis y la pérdida de masa muscular. Simplemente actúo y me intento cuidar para tener las menos secuelas posibles que pueda llegar a tener cuando cumpla más años», dice.