Helena Rodero, farmacéutica: «Hay casos en los que es mejor utilizar el acondicionador o la mascarilla capilar antes de mojar el pelo»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Helena Rodera, farmacéutica especializada en el cuidado de la piel y del cabello, publica su libro: «Todo sobre tu pelo y tu piel»
Helena Rodera, farmacéutica especializada en el cuidado de la piel y del cabello, publica su libro: «Todo sobre tu pelo y tu piel» Sandra Bensadon.

La experta, especializada en el cuidado capilar y de la piel, señala que muchas veces, el error de una rutina está en la limpieza

07 jun 2024 . Actualizado a las 21:15 h.

Helena Rodero, farmacéutica, tiene dos pasiones: el cabello y la piel. El primero, dice, «es algo mucho más complejo de lo que parece a simple vista». Está formado por una proteína, la conocida queratina, y una vez sale del cuero cabelludo, «se comporta como un material». En otras palabras, no se puede regenerar. En cuanto a la segunda, Rodero recuerda que es el órgano, «como los riñones y el corazón», más grande y visible del cuerpo. Tiene una estructura multicapa (epidermis, dermis e hipodermis) y está conectada con el intestino. Tanto, que la experta recuerda que, cuando este está saludable «es igual a una piel bonita». 

Con 25 años de experiencia, catorce los pasó detrás de un mostrador. «Allí, vi a hombres y mujeres de todas las edades preocupados por problemas con su cabello o con su piel: acné, flacidez, rosácea, pérdida de densidad capilar o encrespamiento», detalla. Todo ello con consecuencias que, lejos de quedarse en lo estético, también tenían un impacto a nivel emocional. Para evitar que la gente caiga en las engañifas del márketing cosmético, Rodero publica Todo sobre tu pelo y tu piel (Somos B, 2024). 

—Todo en el cuerpo humano cumple una función, ¿cuál es la del cabello?

—Las funciones fisiológicas son la protección de la cabeza y del cuello cabelludo y la regulación de temperatura. Actualmente tiene una importancia a nivel estético. Cada vez nos importa más, queremos verlo más bonito, pero también le hacemos más perrerías. Por eso, el conocimiento de cómo tratarlo bien para poder aprovecharlo lo mejor que nos permita nuestra genética, que es la base, es a lo que deberíamos apuntar. 

—Explica que el cabello rizo, al contrario de lo que uno puede pensar, es más frágil. ¿Por qué?

—El cabello suele tener unas cinco capas de cutícula, que es la capa externa de la queratina, que ofrece la resistencia al daño, como si fuese una armadura; y otra capa interna, el córtex, compuesto por fibras dispuestas de manera paralela, con un menor nivel de resistencia porque su disposición es diferente. Sin embargo, en el cabello afro, por ejemplo, esa cutícula tiene muchas menos capas y se debilita más, por eso es tan delicado. Por otra parte, la diferencia entre un cabello liso y otro rizado caucásico, es que en este último, la cutícula tiene las mismas capas pero está abierta, porque el giro de la fibra hace que se abra, se creen huecos entre capas y el daño se perciba más. 

—¿Cuál es la estructura del pelo liso? 

—La cutícula está pegada y eso ofrece más resistencia a la acción externa. De hecho, siempre digo que el cabello rizado es como un cabello dañado, hay que tratarlo de la misma manera, porque es como si yo tuviera un cabello liso dañado.

—¿Por qué tenemos el cabello graso?

—Las hormonas juegan un papel fundamental. Pero no es el cabello lo que está graso, sino el cuero cabelludo. Si una persona lo tiene así, y además, es liso, se le queda como aplastado y se le pega más grasa a la raíz. De ahí la sensación. En cambio, si tienes el pelo rizado, como la raíz está más despegada, el cabello no se impregna con tanta facilidad. En resumidas cuentas, el factor fundamental para que uno sienta que su cabello es más o menos graso es que lo tenga más o menos liso, aunque lo que lo rija sean las hormonas. 

—¿Existe algo que funcione para tener un cabello menos graso?

—No. Es decir, una buena rutina puede hacer que el pelo aguante bien hasta el día siguiente, pero no mucho más que esto. Si tienes el cuero cabelludo graso, debes lavarlo con frecuencia, e intercalando un champú que ofrezca una limpieza más intensiva y otro más suave. De hecho, si no lo lavas con frecuencia, puede acabar provocando dermatitis seborreica o caspa. Y después, hay trucos: no toquetear el cabello, emplear de vez en cuando un champú en seco decente, pero tu grasa es tu grasa, y cuanto más nervioso estés, más empeora. 

—¿El pelo empeora si se lava con frecuencia? Muchos evitan hacerlo por miedo a ello. 

—No pasa nada absolutamente nada si sabes hacerlo bien y lo proteges. Para tu cuero cabelludo es algo genial, porque lo que hay que hacer es, precisamente, lavarlo frecuentemente. Hay que proteger la fibra capilar para que el agua, la humedad, no le afecte, y utilizar el acondicionador, la mascarilla o el aceite capilar antes de empezar a mojar la cabeza. De esta manera, se puede lavar con asiduidad y sin perjuicio. 

—¿Qué razones hay detrás de la caída de pelo?

—Hay dos: la habitual que es el efluvio telógeno. Se cae en un momento determinado, puntual, y es notable porque ves mechones y mechones de pelo. Aunque es llamativa, es la que tiene menos importancia porque normalmente es reversible. A los tres meses, aproximadamente, eso se revierte y vuelve al estado inicial sin ningún perjuicio. La que nos tiene que preocupar más es la segunda causa, la alopecia androgénica. Esta pasa más desapercibida, y al cabo de los años, la persona se encuentra con que tiene menos densidad de cabello, que la raya está cada vez más ancha, y ahí no hay retorno. Por ello, en cuanto alguien empieza a ver señales como una pérdida de densidad, que vaya al dermatólogo. Es una patología crónica. Si bien en hombres se sabe que es hormonal y heredado, en mujeres no está tan claro. Es fundamental tener el tratamiento cuanto antes. De lo contrario, se corre el riesgo de tener una miniaturización del cabello, que se convierte en vello, y cuando esto sucede, ya no hay vuelta atrás. Un vello es mucho más fino y pequeño, no crece. 

—En el caso del efluvio telógeno, ¿los suplementos funcionan?

—Un complemento alimenticio suple tu alimentación. Así que, salvo que la persona tenga un déficit de alguna vitamina o mineral, como el hierro, o de proteínas —hay que pensar que la queratina es una proteína y si alguien no come suficiente el cuerpo prioriza la que haya para los órganos vitales—, no hace falta un suplemento, sino una buena dieta. Digo esto porque cuando ya hay una carencia sí que es necesario ese suplemento o medicamento, pero cuando el déficit no existe, pues no. En realidad lo que uno tiene que hacer es alimentarse bien, descansar y practicar ejercicio. Yo siempre recomiendo ir al fondo del asunto y resolver el problema que puede estar causando la caída. Puede ser por renovación, por ejemplo. Esto ocurre en agosto, que es el mes propio para ello por la vasodilatación que se produce en verano. Puede deberse a un déficit nutricional, en ese caso, sí puedes reponerlo. O puede ser por estrés y lo recomendable es que busques algo que te ayude a disminuirlo. En materia de suplementos, a mí me gusta el magnesio que nos ayuda a reducir la fatiga, o ciertos adaptógenos como la ashwagandha o la rhodiola, porque es en lo que se enfocan.  Con todo esto lo que quiero decir es que un complemento alimenticio te puede ayudar, claro que sí, pero no es magia. La gente tiene que saber que hay que tomárselo tres meses para que notes algo, en un mes no funciona.

—¿Recomendaría algún nutriente, o en su defecto, un alimento, para el pelo?

—Para mí son importantes los que normalmente suelen estar en déficit en nuestras analíticas: el hierro, la vitamina D, el zinc y el magnesio. Las semillas, los moluscos o el marisco suelen contener los dos últimos. El magnesio, en concreto, también está presente en verduras de hoja verde, como las espinacas, en frutos secos y en legumbres como las albus. Pero al ser de origen vegetal, tienen una peor biodisponibilidad. Para potenciar su absorción, necesitan un medio ácido, ya sea una fruta rica en vitamina C o un pimiento rojo. Y respecto a la vitamina D, hay una dificultad, porque en realidad, los alimentos no nos aportan toda la que necesitamos, sino que tenemos que exponernos a la radiación ultravioleta B para sintetizarla. Por eso, si alguien no quiere hacerlo, sí recomendaría controlar bien los niveles. 

—¿Hay mucho mito en el cuidado del cabello?

—Sí, el tema de los lavados frecuentes es uno. Otro es el secador. Todo el mundo cree que es perjudicial para el cabello, pero nadie conoce que lo dañino es la humedad. Por ejemplo, cuando nos dejamos secar el pelo al aire, la humedad se queda retenida en el cabello. Esta situación se conoce como fatiga higral y agota la fibra, por así decirlo. La humedad la hincha, despega la cutícula y, además, deshace el cemento, el pegamento, que hay entre las capas de esta última. Cuando recomendamos el uso del secador, nos referimos a no ponerlo a una máxima potencia, sino a una temperatura media, y a no pegarlo a la fibra, sino a separarlo unos quince centímetros. De esta forma, se quita la humedad. Si se apunta en dirección a las puntas a máxima velocidad, te cierra la cutícula y provoca que el arrastre de la humedad sea mayor. Así, se consigue quitar esa fatiga y que el cabello tenga la cutícula más sellada. 

—Muchos tienen miedo al uso de retinoides por la reacción cutánea que puedan dar. ¿Cuál es la forma correcta de introducirlos?

—Lo primero es no tener la piel irritada, ni hiperseca, ni alterada, sino esperar a que esté estable. Ahí, por ejemplo, podríamos comenzar por incluirlo dos noches a la semana. Hay cosméticos que lo tienen al 0,05, 0,1 o 0,2, que son dosis bajitas. Lo ponemos con la piel limpia y seca, y si alguien tiene miedo, primero, puede aplicarse una crema con niacinamida, esperar a que se absorba un poco, poner el retinol, esperar a que se absorba otra vez, y volver a poner la crema del principio. Como un sándwich; es la forma más cauta. Así se mantiene quince días más. Si le va bien, que lo introduzca en días alternos, y si quince después sigue sin reaccionar, puede emplearlo de lunes a viernes, dejar el sábado para los alfahidroxiácidos y los domingos para una mascarilla. Y de esta manera, mantenerse meses. El efecto de los retinoides es acumulativo.

—Dígame un consejo para el cuidado de una piel joven, de 20 años. 

—Ahí priorizaría una limpieza adecuada a la necesidad. Es decir, si tiene la piel acneica, que busque un limpiador con ácido salicílico, por el día y por la noche, y el protector solar. Nada más. Otra cosa es que tenga una patología, como rosácea o granos. En ese caso, debe ir al dermatólogo. 

—Para alguien en sus 30, aproximadamente. 

—En ese caso, que incluya la protección solar por la mañana, con un antioxidante previo como la vitamina C o la niacinamida, que también funciona como ello. Y por la noche, la rutina de retinoides de la que hemos hablado. Es probable que no necesite crema hidratante, porque por la mañana ya tiene el protector y por la noche, salvo que tenga una piel seca, si ya se pone un sérum de retinol ya basta. No necesitamos ochenta pasos. 

—¿Qué consejos le daría a una piel más madura, de entre 40 y 50 años.

—En mujeres a partir de la perimenopausia, que supuestamente nos seca la piel, mantendría una pauta parecida a los 30, sin complicarme mucho más. Precisamente, si la piel está más seca, tienes que procurar no deshidratarla, por eso tendría sentido un producto muy nutritivo.Por ejemplo, a primera hora, un protector solar con una textura más densa de crema, y por la noche, después de los retinoides, una crema con textura rica. Solo si lo necesita, claro. Pero los activos en sí, se pueden utilizar los mismos, porque a partir de los 30 estos ingredientes dejan de tener edad. Eso sí, sin complicar demasiado el proceso. Cuantos más pasos tenga, menos harán. 

—Me explica que no siempre necesitamos una crema hidratante. Es el primer cosmético que buscan muchos. 

—Pues no, porque el protector de la mañana, ya tiene sustancias hidratantes. Mucho más en la actualidad, que se crean protectores tan completos que llevan de todo, hasta el punto de que a veces tienen antioxidantes, por lo que no te hace falta ni un sérum. El mismo producto es el antiedad global. Y por la noche, si tienes la piel mixta, grasa o acneica, es probable que no precises una hidratación. Yo, por las noches, nunca utilizo una crema hidratante.

—Desmiente que haya tipos de pieles. 

—Claro, existen pieles con necesidades. Por genética, alguien puede tender a una piel grasa pero que, en ciertas épocas del año, sea seca, la tenga más sensible y alterada, por lo que necesite una hidratación. Entonces, lo que hay que hacer es adaptar la rutina. 

—¿Por dónde se empieza?

—El primer paso es la limpieza, donde muchas veces está el error. Cuando esta se adapta, se consigue una mayor comodidad en la piel. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.