César Comuñas, ex paciente de cáncer de próstata: «Nosotros, que somos tan viriles y tan machotes, nos callamos»
ENFERMEDADES
Tenía antecedentes familiares, por lo que cada año desde que cumplió 50, se sometía a controles de prevención: «Los genes hacen su trabajo». La incontinencia urinaria y la disfunción eréctil son dos de los efectos secundarios del tratamiento
11 jun 2022 . Actualizado a las 12:09 h.Levanta el teléfono y responde César Comuñas, superviviente de cáncer de próstata. Me cuenta que está listo para las preguntas, que esta hora (eran las diez y media de la mañana) le venía muy bien porque «justo, acabo de llegar de mi carrerita diaria». Se dedicó a la enseñanza, y ahora está jubilado y tiene más tiempo libre para hacer lo que le gusta. El deporte es una de ellas. Este 11 de junio es el Día Mundial del Cáncer de Próstata.
Le diagnosticaron este tumor hace unos cinco años y medio gracias a una biopsia: «Yo sabía que existía la posibilidad porque mi padre también lo había padecido y claro, los genes hacen su trabajo». Lo comenta como la probabilidad que es, la cual no siempre se cumple: «Los antecedentes familiares no son una condena segura, pero sí una posibilidad estadística», reconoce.
Precisamente por esta razón César acudía a una revisión anual desde los 50 años: «Incluso, a partir de los 60, el urólogo me recomendó hacerla cada seis meses, y me pareció bien», explica. Todos los marcadores fueron correctos hasta los 63: «El PSA, que es un indicador muy importante para determinar la posibilidad de que exista un cáncer de próstata, se disparó por encima del límite razonable. Al observar ese dato fue procedente realizar una biopsia», indica. El resultado fue una sorpresa «a medias»: «En parte te lo esperas, pero como solo es una probabilidad también piensas: “¿Por qué me ha de tocar a mí?”, así que el mazazo no lo puedes evitar», reconoce César.
Un shock asegurado. La noticia le llegó por correo: «Abrí el sobre con el resultado de la biopsia, y fui al urólogo para confirmarlo, porque si antes me podía quedar alguna duda, cuando me lo dijo ya no quedaba ninguna», apunta. Son momentos duros, «delicados», en los que pensó que esta enfermedad podría acabar con su vida. La solución en este primer momento fue optar por una cirugía radical de próstata.
El problema volvió a llegar un año y medio después aproximadamente: «Las células empezaron a ponerse rebeldes y me plantearon hacerme 35 sesiones de radioterapia». Fue como volver a empezar en el momento «en el que estaba celebrando la vida, que es lo más importante». Un largo camino que prefiere olvidar: «Hubo que pasar por fases duras, pero se terminaron y casi no las recuerdo», apostilla.
Los efectos secundarios que se siguen ocultando
Pese al elevado porcentaje de supervivencia con el que actualmente cuenta este tumor, Comuñas prefiere no apostar por una explosividad de optimismo. Todavía queda mucho por avanzar: «Nos gustaría parecernos de algún modo a la forma en la que la mujer trata y lucha contra sus enfermedades, en concreto, contra el cáncer de mama que es la patología hermana de la nuestra. Una tiene que ver con las hormonas femeninas, y otra con las masculinas. Y nosotros, que somos tan viriles y tan machotes, nos callamos y no lo contamos para evitar que la gente no se ría», denuncia el ex paciente, que añade: «Alguno de nosotros puede pensar que al tener esta enfermedad se nos cuestiona como hombres, cuando uno no deja de ser un hombre porque padezca una enfermedad que tenga que ver con sus hormonas», detalla.
Se refiere, sobre todo, al ocultismo que muchos varones ponen en práctica, tanto cuando tienen los primeros síntomas, como cuando sufren sus efectos secundarios. Es por esto por lo que desde la Asociación de Cáncer de Próstata (Ancap), en la que Comuñas hace de secretario, hablan de una enfermedad invisibilizada.
«Estuve saliendo a correr los casi dos meses que duró el tratamiento»
Pero el cáncer de próstata no termina aquí (en realidad, pocos tumores lo hacen), llega el momento de la recuperación. Por lo que cuenta, César parece que la empezó casi antes de terminar el tratamiento. El ejercicio fue su gran amigo durante esta etapa: «Siempre me ha gustado el deporte, aunque nunca haya sido un gran deportista. Hace 15 o 20 años empecé a correr, y desde que me jubilo lo haga casi a diario. Cuando me dieron la radioterapia siempre les preguntaba a los médicos: "¿Si no me siento débil, puedo salir?" Y ellos me decían: "Prueba, a ver qué pasa". Así que estuve saliendo a correr los casi dos meses que duró el tratamiento», recuerda. Fueron 35 sesiones repartidas de lunes a viernes. Para ser honestos, pinta más duro que una maratón.
Eso sí, precisa: «Hay personas que por determinadas circunstancias no lo pueden hacer, pero a mí me ayudó mucho». Ya lo dijo Ortega y Gasset, «yo soy yo y mi circunstancia».
El lado más oscuro de este tumor lo protagonizan los efectos secundarios de la cirugía o de la radioterapia: incontinencia urinaria y disfunción eréctil: «Ambas se suelen padecer en un porcentaje altísimo, sino total, de los casos, pero son superables. Y de eso puedo dar fe personalmente», anuncia César, en un claro tono optimista. «La incontinencia tarda unos tres, seis o nueve meses en superarse con ejercicios de Kegel, otras prácticas y con ayuda de una fisioterapeuta. La disfunción tarda un poco más, de diez o doce meses, pero hay posibilidades para pasar página», explica. La actitud para afrontar este momento es clave: «Hay que tener confianza en que lo vas a lograr», señala. Esto mejorará el ánimo, pero no es, ni de lejos, el único pilar.
«El papel de la pareja es fundamental. El cáncer es cosa de dos»
Los hombres que tengan pareja suelen encontrar en esta figura un apoyo incondicional: «A veces se cree que el cáncer es cosa de uno, y no es así. Y mucho menos en el nuestro, que es de dos», precisa César. Aunque, como en todo, esta no es una regla universal: «La casuística puede ser muy diversa. A algunos esta situación les coge separados, y otros se divorcian como consecuencia», detalla.
César estuvo acompañado en ambas ocasiones: «Ellas ayudan en el sentido de comprender la situación en la que estamos, tenemos confianza, nos transmiten el deseo de recuperación e incluso pueden asistir a talleres con nosotros», explica.
Se refiere, sobre todo, a la importancia de la reeducación sexual: «En nuestro país, y seguramente en muchas otras culturas, mucha gente piensa que mantener una relación sexual es que haya penetración. Debemos pensar que hay mucho más. Por ejemplo, en algún curso de sexología que hemos recibido en la asociación nos explicaron que tenemos unos cuantos metros cuadrados de piel, con terminaciones sensitivas en todos ellos», asegura.
Asociación de pacientes: apoyo e información
La asociación de pacientes le permitió, también, encontrar otra red de apoyo con la que compartir su experiencia y dudas. «Nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos con el presidente de la asociación, que es urólogo de profesión. Fue él quien decidió promover la formación de la entidad, cuando normalmente lo hacen los enfermos», destaca César, que añade: «Cuando estaba en consulta, se dio cuenta del sufrimiento de los pacientes, y del bloqueo que sienten al recibir la noticia», indica.
Ahora, son varios los que trabajan para ayudar a otros. Incluso, desde la distancia: «Tenemos varios grupos de Whatsapp. Uno, por ejemplo, se llama Ancap cultura y deporte. Hacemos rutas senderistas cada mes. Uno nos manda una foto haciendo Paddle Surf, otro sube al Mont Blanc y nos manda otra con la camiseta de la asociación. A veces, tenemos tanta vida y promovemos tantas cosas que nos tenemos que recordar: “Oye, que estamos enfermos”», bromea César.
Momento para la pregunta más complicada, ¿ha pasado la enfermedad? «Esa mismo le dije yo al presidente de la asociación, que es urólogo y además, amigo, y su respuesta no me hizo ninguna gracia», dice César, y continúa: «Él me explicó que cuando se padece una enfermedad como esta, el cáncer está ahí. Moriré dentro de unos años, por cualquier razón, y lo haré con el tumor, y no necesariamente a consecuencia de este», concluye. Un pequeño matiz para entender a su nuevo acompañante.