Distrofia muscular de Duchenne: «Es una enfermedad progresiva, muy grave, y los tratamientos solo frenan un poco la evolución»
ENFERMEDADES
Los músculos de los afectados por esta enfermedad se debilitan poco a poco hasta perder toda su funcionalidad
07 sep 2022 . Actualizado a las 17:56 h.La distrofia muscular de Duchenne (también conocida por sus siglas, DMD) es una enfermedad rara, degenerativa y sin cura que afecta a uno de cada 5.000 niños en el mundo, limitando significativamente su calidad de vida. La enfermedad es causada por una mutación en el gen que codifica la distrofina. Como esta se encuentra ausente, las células musculares se dañan con facilidad, desencadenando una debilidad progresiva que lleva a los pequeños a necesitar el apoyo de una silla de ruedas cuando llegan, aproximadamente, a los doce años.
«En principio solo la sufren los niños y no las niñas, aunque ocasionalmente, puede haber alguna que la tenga», afirma Francina Munell, neuróloga pediátrica especializada en enfermedades neuromusculares y coordinadora de la Unidad de Enfermedades Neuromusculares Pediátricas del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. La explicación de estas pequeñas excepciones recae en que el gen que está mutado o alterado se encuentra en el cromosoma X. «Los niños solo tienen uno de este tipo, por lo que si presentan la mutación, manifiestan la enfermedad. No obstante, las niñas, como tienen otro cromosoma de este tipo y sería muy raro que tuvieran la mutación en los dos X, el otro gen les suele compensar», precisa la doctora.
De esta forma, la mutación del gen que causa Duchenne se transmite de madre a hijo y se llama distrofina: «Está presente en nuestro tejido muscular, ya sea de las extremidades, la espalda, la musculatura respiratoria o el corazón, que también es un músculo. Todos estos tejidos se ven alterados con la mutación del gen».
Cuando la distrofina sí se fabrica pero no en la forma ni en la cantidad normal, se produce distrofia muscular de Becker (DMB). Se diferencia de la de Duchenne en que es menos grave, ya que la evolución de la enfermedad es mucho más lenta. También es menos común: se calcula que ocurre en 3 a 6 nacimientos por cada 100.000, aproximadamente.
Los primeros síntomas: más allá de pequeñas torpezas
«Los niños nacen bien, pero ya desde muy pequeños, cuando empiezan a caminar, se caen más que otros niños. Son un poco más torpes y no corren igual que los demás», apunta la doctora. De hecho, es frecuente que los pequeños tarden bastante en empezar a andar.
Lo habitual es que a partir de los tres o cuatro años tengan problemas motores, así como una hipertrofia en los músculos: «Como si tuvieran mucho músculo aunque en realidad no es solo eso, también tienen mucho tejido fibroso, como por ejemplo, en las pantorrillas, que las tienen muy grandes. Ese es otro signo. Y después, la evolución natural de la enfermedad es que poco a poco vayan siendo más débiles y que al principio de la segunda década dejen de caminar y empiecen a tener problemas respiratorios y problemas cardíacos».
Al llegar a edades escolares, es frecuente que caminen sobre los dedos o la punta del pie. Su marcha es insegura y por eso se caen con facilidad. En consecuencia, para tratar de mantener un poco mejor el equilibrio, el niño puede sacar barriga y empujar los hombros hacia atrás, pudiendo existir alteraciones en la postura.
«Algunos niños pueden tener algún problema de atención, del lenguaje, pero suelen ser leves. Porque esa proteína también está en el cerebro», asegura Munell.
Posibles síntomas de Duchenne:
- Debilidad muscular
- Dificultad para saltar, correr o subir escaleras
- Caídas frecuentes
- Retraso psicomotriz
- Pantorrillas con desarrollo exagerado (pseudohipertrofia)
- Requiere de ayuda para levantarse del suelo, se apoya sobre las piernas para levantarse (maniobra de Gower)
- Caminar con marcha «de pato» y con postura lordobótica lumbar
- Atraso en el habla y posibles problemas de conducta
El diagnóstico se puede confirmar a partir de pruebas genéticas o a través de los niveles de creatina quinasa. Esta, es una enzima que vive dentro de nuestros músculos y los niños que padecen Duchenne suelen presentar niveles elevados de la misma.
Las etapas de la enfermedad
Después de los primeros años de vida del niño, donde se suelen presentar los primeros síntomas, «a partir de la segunda década de la vida, pueden aparecer problemas de corazón y respiratorios», señala la doctora. Si bien añade que «ahora mismo nos estamos anticipando y el neumólogo y el cardiólogo ya empiezan a hacer pruebas en el momento del diagnóstico y se empiezan a hacer periódicamente. Se están poniendo tratamientos que protegen el corazón, y a nivel respiratorio».
Según apuntan desde Duchenne Parent Project España, casi todos los niños con este tipo de distrofia muscular dejan de caminar cerca de los 12 años y las actividades que involucran brazos, piernas o tronco empiezan a requerir de ayuda o apoyo mecánico. Además, como tienen los músculos de la espalda débiles y empiezan a permanecer sentados mucho tiempo, se desarrollan síntomas de escoliosis.
«A partir de esta segunda década los niños suelen necesitar un soporte respiratorio, una ventilación no invasiva. Sobre todo por la noche, conectarse a una máquina que les ayudará a respirar y que hará el trabajo por ellos durante la noche. Poco a poco esto, sin recibir tratamiento, irá peor, y a los veinte o un poco antes, depende del niño, ya necesitan un soporte para respirar las 24 horas», explica Munell.
¿Qué sucede con las niñas?
La enfermedad de Duchenne es genética y el cromosoma alterado se encuentra en el X. «Como las mujeres tienen dos de este tipo, normalmente están protegidas porque un cromosoma X tiene el gen sano, mientras que en un varón que solo tiene un cromosoma X y un cromosoma Y, si tiene la variante que da la enfermedad», explica Ana Camacho, neuróloga pediátrica y presidenta de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP).
De esta forma, la mayoría de las mujeres no presentan la enfermedad pero sí son portadoras de la misma, ya que la pueden transmitir a su descendencia en varones. Sin embargo, la doctora remarca que «a veces pueden darse alteraciones genéticas añadidas, como por ejemplo, ocurrir que el cromosoma X sano que no tiene la variante patogénica en el gen del Duchenne tenga alguna alteración que haga que se ponga de manifiesto el otro cromosoma X. Porque las mujeres tenemos como la información duplicada. Para que ocurra eso, que es raro, tiene que existir otro problema genético».
Así, «tendría que haber algo más, algún tipo de alteración genética que provoca que se manifieste el cromosoma X enfermo en vez del sano, porque de la otra forma lo normal es que las mujeres sean asintomáticas. Solo un tercio de las mujeres tienen síntomas, que suelen ser leves, no tan intensos ni tan debilitantes como la distrofia muscular de Duchenne en varones».
Además, la neuróloga recalca que en ellas, aunque no tengan debilidad en los brazos o en las piernas, siempre hay que vigilar el corazón: «Las mujeres portadoras sí que pueden tener problemas cardíacos que hay que revisar periódicamente».
Tratamiento: de los corticoides a las próximas innovaciones que están por llegar
Tal como se mencionaba anteriormente, este tipo de distrofia muscular no tiene cura, por lo tanto los tratamientos que se suelen indicar son para intentar ralentizar, dentro de lo posible, el deterioro de la masa muscular y función motora que produce.
En este sentido, la atención de los pacientes debe de ser a través de un equipo multidisciplinar de médicos y terapeutas especialistas. En cuanto a fármacos, el único disponible a día de hoy que disminuye este ritmo de deterioro muscular y que permite que los niños caminen solos por más tiempos son los corticoides. «Desde que ponemos una dosis diaria, se retrasa todo. Mantienen la marcha unos años más, los problemas respiratorios se retrasan, el problema cardíaco también y no presentan escoliosis. Antes los niños se tenían que operar de la espalda, pero desde que se ponen corticoides ya no tienen por qué hacerlo», señala Munell. El tratamiento se suele empezar a administrar a partir de los cuatro o seis años, cuando las habilidades motrices del niño se encuentran estables.
A parte de este, la doctora asegura que los hay más específicos, pero que existen pocos que aún no se encuentren en período de ensayo clínico: «Algunos de los tratamientos que ya están en el mercado o con los que se están haciendo ensayos clínicos pretenden disminuir la inflamación y aumentar la capacidad del músculo para regenerarse, o bien son tratamientos genéticos que lo que pretenden es corregir la mutación». Dentro de estos, hay algunos que ya están en el final de la fase tres del ensayo clínico y «a priori han tenido buenos resultados, por lo que esperamos que en algún momento se aprueben y se puedan administrar a todos los niños con Duchenne».
Terapia génica
Es una de las mayores novedades y sobre la que recae mucha esperanza, aunque todavía se encuentra en fase de ensayo clínico.
«Aunque los resultados preliminares fueron bastante buenos, no sabemos qué va a pasar hasta que no tengamos los finales. Pero estamos muy esperanzados todos con esta terapia que lo que hace es restituir el gen. Cambiar el que tienen mutado por uno sin la mutación. Lo que pasa que es un gen muy grande y este tipo de terapias no nos dejan introducir genes muy grandes. Por lo tanto, se introduce un gen de la distrofina más pequeño. Y esperemos que esto sea suficiente, pero se tendrá que esperar a todos los resultados del ensayo», cuenta Munell.
«Nos hace falta un tratamiento que frene o que recupere parte de la funcionalidad perdida. Eso sería lo ideal», considera la presidenta de la SENP. «Tener un tratamiento curativo o que lo convierta en una enfermedad leve. Es una enfermedad inexorablemente progresiva, muy grave, y los tratamientos que tenemos con los corticoides lo que hacen es frenar un poco la evolución, pero no evitan el desarrollo. Retrasan la aparición de complicaciones y de situaciones que van a ocurrir. No tenemos un tratamiento que realmente modifique el curso de la enfermedad, que la detenga», añade.