Escoliosis: «Es imprescindible seguir esta condición en la infancia»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Hasta el 85 % de los casos de escoliosis tienen un origen desconocido.
Hasta el 85 % de los casos de escoliosis tienen un origen desconocido. La Voz de la Salud | Escoliosis

Se trata de una deformación tridimensional de la columna que es especialmente peligrosa en edades tempranas

02 sep 2022 . Actualizado a las 17:43 h.

La columna vertebral tiene forma de I. Es recta. Pero en ciertos casos se retuerce, y siguiendo la línea del diccionario, se convierte en una S o en una C. Una curva, en ocasiones muy pronunciada, descrita con un nombre conocido por todos: la escoliosis. La desviación que produce se torna hacia la derecha o hacia la izquierda de la columna vertebral. Los huesos rotan, se desplazan, y poco a poco van desequilibrando la armonía por la que esta estructura se caracteriza. Se considera, por definición, una deformidad tridimensional que a menudo se llega a detectar como un hallazgo casual en un chequeo más de la lista. 

El origen se desconoce en, aproximadamente, el 85 % de los casos. Es la escoliosis idiopática. Aparece en adolescentes aparentemente sanos y puede progresar durante cualquier época de crecimiento rápido, e incluso más tarde, cuando la persona alcanza su vida adulta. «Tiene un fuerte componente genético, por lo que hay que informar al paciente y a sus padres de que los gemelos y los parientes tienen un mayor riesgo de desarrollar escoliosis que la población general», detalla la Academia Americana de Cirugía Ortopédica y la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología en un documento de consenso. Según la Sociedad para la Investigación sobre la Escoliosis (Scoliosis Research Society, SRS por sus siglas en inglés), el tipo idiopático es más común en chicas, que en chicos. Diferencia cuatro clasificaciones según la edad a la que aparezcan: 

  • Escoliosis idiopática infantil: en niños de hasta tres años.
  • Escoliosis idiopática juvenil, de 4 a 10 años. 
  • Escoliosis idiopática del adolescente, en jóvenes de 11 a 18. 
  • Finalmente, escoliosis idiopática adulta, presente en los mayores de 18. 

«En el adulto es raro que se llegue a desarrollar una escoliosis», indica el doctor Juan Castro Toral, del equipo de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital San Rafael, en A Coruña, que añade: «Normalmente, aparecen antes del período de finalización del crecimiento». Es decir, la etapa del estirón es la más peligrosa en este sentido. «La clasificación que más riesgo supone es la escoliosis en la infancia, o en la adolescencia, porque la columna va creciendo y a su vez lo hace la deformidad», apunta el doctor Juan Álvarez de Mon Montoliu, también profesional del equipo coruñés. A edades tempranas, «se vuelve imprescindible seguir de cerca esta condición», apunta. 

En el lado contrario se encuentra la escoliosis congénita, que aparece al nacer y afecta en torno al 10 % de los pacientes. Se produce a la vez que el desarrollo fetal y puede estar causada por vértebras que no se formaron de manera correcta, por falta de separación entre ellas o incluso, por su ausencia. Y por último, la neuromuscular asociada a otras patologías o trastornos como la parálisis cerebral, o las lesiones en la médula espinal.  Sea del tipo que sea, esta condición no es resultado de cargar demasiado peso a la espalda, de una mala postura o de la práctica de una disciplina deportiva. 

«Puedes encontrarte una escoliosis que comenzó con diez grados, y al cabo de un año está en 45, 50 o 60»

Los profesionales deben medir la curvatura de la escoliosis en grados. Así, será leve cuando no llegue a los 20; moderada si se encuentra entre los 25 y 40 grados, y grave si supera los 50. Un dato especialmente relevante pues «a partir de los 30 grados, cae por su propio peso. Tiende a aumentar más», asegura el doctor Castro Toral, que continúa: «Normalmente, las escoliosis de menos de 30 grados no aumentan una vez acabado el período de crecimiento, sí lo hacen las que superan esta curvatura», explica. Así, este número se puede considerar «un punto de inflexión». «La columna no crece hacia arriba, sino en dirección de la deformidad. Puedes encontrarte una escoliosis que comenzó con diez grados, y al cabo de un año está en 45, 50 o 60», lamenta el doctor Castro Toral. 

¿Cómo se diagnostica la escoliosis?

El primer paso para diagnosticar esta deformación en un paciente consiste en la revisión de la columna vertebral. La persona se sitúa con los brazos a los lados relajados, y el médico observa, desde atrás, la curvatura de la columna, la asimetría de los omóplatos y de la cintura, y cualquier otro tipo de desplazamiento del tronco.

De igual forma, también se le pedirá al paciente que se incline hacia delante para que el profesional revise la rotación de la columna vertebral. Tras la exploración física, y ante sospecha, es habitual que se soliciten radiografías de toda la columna, es decir, desde el cuello hasta la pelvis. 

Más aparatosa en la zona superior de la espalda, pero con menos dolor

El dolor no es el único problema de los pacientes. «Puede producir problemas cardiovasculares por la deformidad torácica que implica», explica Álvarez de Mon. También afecta a la autoestima, «y condiciona toda la vida de la persona», destaca Castro Toral. La deformidad será mayor o menor en función del lugar en el que aparezca, y por muy aparatosa que luzca, poco tiene que ver con la molestia que causa: «La deformidad de la caja torácica es muy importante desde el punto de vista estético porque deforma mucho, pero no duele. Al ir asociada a una rotación, las costillas se salen y aparece la giba», describe el doctor, que añade: «En cambio, en la lumbar no se percibe, pero duele mucho más». 

Una vez confirmado el diagnóstico, existen varios tratamientos, aunque solo dos son efectivos: La cirugía y el corsé. «El ejercicio funcional no corrige la deformidad, pero puede ayudar que no progrese tan rápido. Mantiene la flexibilidad y crea, o mantiene, la masa muscular que sirve de sustento a la columna y hace que no vaya en dirección irregular», indica De Mon. 

Si bien el uso de corsé está avalado, no siempre es la mejor opción: «Para una persona joven, llevarlo 23 de 24 horas durante tres años no resulta sencillo», precisa Castro Toral. Por ello, es importante analizar el contexto de cada paciente. 

Finalmente, en aquellos cuya curvatura se considere grave y derive en otros problemas de salud, se podrá recomendar la intervención quirúrgica. Y si bien no es mayoritaria, se sabe que los niños se adaptan mejor: «Los adultos la llevan peor porque los nervios están en su sitio, no toleran las correcciones que provoca esta medida al tener menos flexibilidad», explica el profesional de traumatología. 

¿Cómo se puede saber si alguien tiene escoliosis?

Si se mira la columna vertebral desde atrás, es recta y la espalda parece simétrica. En cambio, con la condición de escoliosis, adquiere una forma curvada. Así, estos son los rasgos que puede acompañar a esta condición: 

  • Una cadera más alta que la otra
  • Un omóplato más prominente que el otro
  • Hombros con posiciones asimétricas 
  • La cabeza no se sitúa en el centro de las caderas
  • En pie, y con los brazos colgando, el espacio que separa una extremidad del tronco es mayor de un lado que de otro. 
  • Si la persona se inclina hacia adelante, y la espalda descansa en horizontal, un lado puede estar más abultado que otro. 
  • A su vez, este tipo de deformidades pueden estar acompañadas de contracturas, de dolor de espalda y de la propia desviación de los hombres, espalda y cadera.

Si bien ambos profesionales auguran un buen futuro para esta patología, reconocen que «en 100 años de historia, todavía no hemos logrado descubrir la base». Con un origen todavía desconocido, «parece ser que el problema fundamental es una alteración del crecimiento que viene predeterminada genéticamente», sugiere Castro Toral. Al existir un desarrollo anómalo de la vértebra, la columna está condenada.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.