Adolfo García-Sastre, uno de los mejores virólogos del mundo: «Sabemos que en cualquier momento puede haber otra pandemia de gripe»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Adolfo García-Sastre es uno de los mayores expertos mundiales en gripe.

El reputado experto afincado en Nueva York analiza las mutaciones de los virus que favorecen su transmisión y explica la dificultad para lograr una vacuna universal contra la influenza

25 ago 2023 . Actualizado a las 13:40 h.

Según la Real Academia Española, un virus «es un organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácidos nucleicos, y capaz de reproducirse solo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo». La palabra copa nuestras conversaciones una vez llega el otoño, pero por mucho que se pronuncie, nunca acabamos de entenderlo. Por ejemplo, la gripe, el Sida o el covid-19 son enfermedades causadas por un virus de ARN y presentan grandes dificultades para ser erradicadas. Es más, de momento no se ha conseguido, algo vinculado a la capacidad evolutiva que tienen los microorganismos que las producen. 

Adolfo García-Sastre es uno de los mayores expertos mundiales en gripe y otras enfermedades virales, y dirige el Instituto Salud Global y Patógenos Emergentes de la Escuela del Monte Sinaí de Medicina de Nueva York. Se encargó de despejar muchas dudas durante la pandemia, de ahí que su cara pueda resultarle familiar. Si bien ha estudiado el comportamiento de varios patógenos como el coronavirus, sus investigaciones se han centrado en la creación de una vacuna universal contra la gripe

—Ahora que ya ha pasado el tiempo, podemos echar la vista atrás y con ese conocimiento que a veces nos da la distancia le pregunto, ¿qué lecciones cree que nos deja la pandemia?

—Lo primero es que no estábamos preparados para afrontarla del modo rápido y decisivo que se podía haber hecho. Que no es tan fácil estar preparado porque para eso tienes que tener las tropas bien puestas. Es decir, suficiente personal para poder atender y suficientes métodos de diagnóstico que se pueden hacer rápidamente. Si ahora hubiese una pandemia habría que hacer un test específico para el virus en cuestión, habría que conseguir el test y que funcionasen. Eso es lo que lleva más tiempo, algo que en una pandemia no hay. También que cerrar fronteras no funciona porque antes de que te puedas enterar, ya tienes el virus en casa. Después, que se pueden hacer vacunas muy rápido, siempre y cuando sean efectivas. En este caso hemos tenido la suerte de que lo sean. Con otros virus es más difícil, por ejemplo, para el del sida todavía no hay

—De cara al futuro, ¿se podría repetir algo similar? Desde la comunidad científica alertan, por ejemplo, de que el calentamiento global puede traer problemas de este tipo. 

—Sí, sí. Pero no solo por el calentamiento global, sino que la mayor densidad de población humana que hay está en contacto con virus que existen en animales, que tienen la posibilidad de que si cambian un poco se empiecen a transmitir. De esos, sabemos que la gripe es uno de ellos y en cualquier momento puede ocurrir una pandemia de gripe. También hay otros, como los MERS, que pueden hacerlo. Estos todavía no han cambiado, pero si en algún momento da la casualidad de que uno de estos virus infecta a humanos, entonces tendríamos una pandemia de MERS. Es por eso que sabemos que puede ocurrir, pero no sabemos cuándo, ni con toda certeza cuál será. Aunque eso sí, de gripe sabemos que ocurrirá, porque siempre ha sucedido. 

Una investigación, publicada en la revista Nature Climate Change, reveló que el cambio climático puede agravar un 58 % de las enfermedades infecciosas con las que las personas entran en contacto. 

—Entiendo que esta certeza no se tenía con el coronavirus. 

—No, para nada. Con corona no tenemos constancia de que haya ocurrido anteriormente. Se piensa que a lo mejor una enfermedad respiratoria bastante fuerte que hubo en la humanidad a finales del siglo XIX pudo no ser una pandemia de gripe, y sí de uno de los coronavirus humanos que existen, y que ahora solo nos causa un catarro. En su época habría provocado una pandemia. Eso querría decir que las pandemias tardan 100 años o más en repetirse, y que resulta más difícil para el virus. 

—¿Se debe a alguna razón en especial o mera casualidad?

—Sí, no es que el coronavirus cambie menos que el de la gripe, sino que el reservorio está un poco más separado de los humanos porque son murciélagos. Que se transmitan de las aves es más fácil. Por ejemplo, las aves silvestres tienen más contactos con humanos por la caza, y a la vez, son capaces de pasar el virus a las aves domésticas. De momento, no tenemos murciélagos domésticos. (Se ríe). Quizás por eso, el de la gripe tiene más propensión. No tanto porque sea capaz de cambiar, sino porque se producen más contactos entre el reservorio y los humanos. Me refiero a que los pollos, los pavos o los cerdos se crían en granjas. Después también puede haber otros, como el Dengue, que llegue a otros sitios debido al mosquito que está infectando. Son problemas que no son tan graves, pero que pueden aumentar el número de infecciones que tenemos. O el virus de Crimea-Congo, que se ha metido en España, aunque no haya muchos casos.

—En el primer año de la pandemia, muchas veces se habló de la segunda, de la tercera, de la cuarta ola como si fueran la últimas. ¿Les cogió por sorpresa la capacidad del virus?

—Nunca lo habíamos visto, entonces no barajamos hasta qué punto llegaría. Es decir, el virus seguiría causando problemas hasta que tuviésemos la suficiente inmunidad dentro de la población como para poder controlarlo y mantenerlo a un nivel más o menos normal. Desde el principio, siempre se hablaba de que el virus se pudiese erradicar o no. Yo no lo creía, me parecía muy difícil, y lo que ahora se ve es que se ha quedado con nosotros. Si permanece así, va a seguir causando olas, solo que se llamarán epidemias estacionales, que suelen ocurrir en épocas dónde hay más transmisión. Ahora bien, era muy difícil saber cómo se iba a comportar porque no ha habido casos tan cercanos. Incluso en la pandemia de la gripe del 2009 no se siguieron tanto los números, porque no causó todos los problemas que sí hizo el SARS-Cov2. Hubo mucha gente asintomática que no se monitorizó porque se dejó de diagnosticar muy rápidamente al ser una gripe más pero con mayor número de gente infectada. Por ejemplo, causó más muertes dentro de los jóvenes, aumentó diez veces el número de muertes en adultos saludables. Pero como los mayores estaban protegidos por inmunidad preexistente, no tuvo el mismo final que el coronavirus. Los números no fueron altos, aunque la desgracia fue igual para sus familias. 

—En España se está administrando la cuarta dosis de la vacuna contra el covid-19. Ya en la tercera, los jóvenes se fueron quedando atrás. ¿Tiene sentido?

—No. Si bien es cierto que se está normalizando, el virus todavía nos da sorpresas. Sigue causando muertes, pero ya no tantas, y sigue cambiando mucho. El que hay ahora, que es el BA.5, está siendo sustituido por el BQ 1.1 en Estados Unidos, y por XBB en Asia. Seguramente llegue pronto a Europa una de la dos, que son un poco distintas de nuevo, y por lo tanto, provoque más infecciones. La vacuna ambivalente que hay ahora tiene BA.5, pero las que se volverán más prevalentes son estas, las cuales serán algo más distintas. Esto quiere decir que la vacuna no funcionará tan bien para prevenir infecciones, y por lo tanto seguirá habiendo casos y muertes. La pregunta es cuántas. Además, dependiendo del grupo de riesgo en el que estés, tendrás más o menos probabilidad de acabar con enfermedad severa. Si eres una persona joven, tal vez la probabilidad de que eso te ocurra sin vacunarse sea de 1 entre 10.000. Pero si te vacunas, será de 1 entre 100.000. Hay mucha gente que lo razona pensando en para qué se va a vacunar, si lo más probable es que solo tenga un catarro. Eso es cierto, pero ¿y si tienes mala suerte? Pienso que no hemos sabido mantener el mensaje de que seguramente no te pase nada, pero con la vacuna mucho menos. Es como si una persona va en bicicleta sin casco. Lo normal es que no tenga un accidente, pero con casco será más difícil que le pase algo. Lo que más pena da es que, en realidad, las vacunas no son una cosa horrible por la que pasar. Apenas tienes peligro, no duelen. No es como una cirugía o una colonoscopia.

Adolfo García-Sastre en una imagen de archivo del 2018.
Adolfo García-Sastre en una imagen de archivo del 2018. SANDRA ALONSO

—¿Cómo se comporta un virus? Me interesa que explique la forma de mutar que tienen para lograr sobrevivir entre nosotros. 

—Hay distintas cosas, pero voy a explicarlo de forma general sin que el virus cambie. Cuando llega un virus pandémico, todo el mundo es susceptible de ser infectado. Hay un gradiente de enfermedad que va cambiando según el grupo de población. Es decir, hay gente que es asintomática, y otros que tienen enfermedad severa. Al principio, causa enfermedad severa sobre todo en grupos de riesgo como los mayores. Según el virus va infectando, se va creando inmunidad natural que puede no ser perfecta, pero logra disminuir la posibilidad de tener enfermedad severa. Así, llega un momento en el que la población, desde los cinco años hasta los adultos mayores, han visto alguna vez el virus en su vida. Debido a que se construye esa inmunidad contra el virus por esa primera exposición, sin vacuna, en las siguientes se sigue teniendo algo de protección aunque cambie un poco. Pero claro, para que esto suceda hay que esperar a que se infecte todo el mundo, mientras que con la vacuna aceleras el proceso sin que hayamos sido expuestos a la enfermedad más grave. Al mismo tiempo, existen otros factores como la selección natural y la evolución del virus. 

—¿Depende del tipo?

—Sí, aquí las cosas pueden ir de un modo u otro dependiendo de cómo se selecciona cuando el virus cambia para poder transmitirse, para que siga infectando. Esas transformaciones que hace el virus se dan para que se favorezca su transmisión. Es decir, hay gente que es inmune, pero las mutaciones que finalmente se seleccionan son aquellas que hacen que el virus sea más transmisible que el que estaba antes, el cual a su vez ha ido disminuyendo porque hay más protección. 

—O sea, que el virus quiere seguir entre nosotros a costa de lo que sea. 

—Sí, es decir, el virus no se selecciona para que la enfermedad se vuelva más severa, sino más transmisible. Si el que se pase con mayor facilidad conlleva que sea más difícil tener patología severa, la gravedad disminuye. Esto puede ser porque para ser transmisible lo único que se necesita es replicación en la parte respiratoria alta. En cambio, los que se replican en el pulmón son los causantes de enfermedad severa, pero se transmiten muy mal porque tienen que salir de este órgano para hacerlo, de ahí que los que están en la parte alta se pasen de unos a otros muy fácilmente. Al mismo tiempo, también puede ocurrir que el virus tenga una mutación que le permita replicarse muy bien en la parte alta como en la baja. Ahora bien, como el ambiente es distinto en ambas regiones de las vías respiratorias, lo normal es que se adapte mejor a la alta. Pero eso no es algo que pueda decir con total seguridad, puede haber sorpresas. Por ejemplo, que haya un virus que incremente mucho la replicación en la parte respiratoria alta, tenga mejor acceso al cerebro y empieza a causar encefalitis. Eso es lo que ocurre con el Polio, que la causa porque llega al cerebro y causa parálisis. 

—¿Y este se podría transmitir?

—Por regla general no. Los virus que van al cerebro son virus que ya no salen de ahí, no se pueden transmitir. El que sí se pasa es el que sale por las heces, por el aparato respiratorio, por las pústulas en la piel, o en la sangre debido a determinados mosquitos. Hay muy pocos que se metan en el cerebro y se transmitan. Aunque también los hay, como por ejemplo el virus de la rabia. Causa rabia en los animales porque se va al cerebro, hace una serie de cambios que los vuelven rabiosos, y por lo tanto, es más fácil que muerda a otro animal. Se transmite por la saliva. Este tipo son más complicados, la rabia es letal, pero para que pase de una persona a otra, un individuo tiene que morder a alguien.  

—En el año 2019, en año prepandémico, la gripe provocó en España 1.456 muertes. Sin embargo, su rango de vacunación nunca ha estado tan generalizado como el de su compañero, el covid. Una situación que todavía se entiende menos cuando sabemos que hay distintos virus y variaciones que la causan.

—Así es. El covid es complicado porque el virus cambia muy rápido, pero en general, el covid que está circulando es un solo virus y sus variantes. En la gripe tenemos tres virus y sus variantes. Los tres la causan, son primos, pero a la vez muy distintos. Es decir, en el caso de la gripe tenemos tres virus que causan enfermedad severa, y luego están las variantes que ocurren todos los años, o cada dos o tres, de cada uno de esos tres virus. Entonces, como se comprenderá, esto complica la situación. Respecto a su vacunación tengo varias consideraciones. En primer lugar, cada país tiene una serie de recomendaciones. En Estados Unidos se aconseja para todo el mundo, mientras que en España y en otros países se recomienda la vacunación en grupos de riesgo, que al final vienen a ser el 50 % de la población (entre niños, gente mayor, personas enfermas o embarazadas). Aquí ocurre igual que en el covid, si se vacunan los adultos jóvenes y los niños, habrá menos probabilidad de enfermedad severa y menos infección. Cuanto mayor sea la cobertura vacunal, menos casos de gripe habrá. Mucha gente dice: «Yo nunca la he tenido, ¿para qué me voy a vacunar?». Pues no. Sí la has tenido, solo que has sido asintomática. Pero una vez entre en el grupo de riesgo, la posibilidad de enfermedad severa es mucho mayor. Y cuanto menos virus haya circulando, más difícil es que vaya a los grupos de riesgo. 

—Precisamente, su grupo trabaja en la creación de una vacuna universal para la gripe de modo que luche contra todos los virus y sus variantes. ¿En qué estado se encuentra? 

—Sí, estamos trabajando ya desde hace bastante tiempo en una vacuna universal. Para tenerla, se necesita una que produzca inmunidad contra sitios que no cambian el virus, y que sea protectora. La investigación ha demostrado que si se lograra conseguir los suficientes anticuerpos contra sitios que hay dentro del virus, podríamos tener protección contra cualquier virus de la gripe. El problema es que ni la infección natural, ni la vacunación, inducen suficiente inmunidad contra esos sitios conservados que son menos inmunogénicos. Entonces, en lo que consiste esta vacuna es en incluir estos sitios en un régimen de vacunación. El probar que funciona es más complicado, porque son estudios que llevan mucho tiempo y requieren mucho dinero. Los tres virus tienen zonas conservadas que son específicas a cada uno de ellos, de tal modo que una vacunación universal tiene que ser trivalente, tiene que demostrar que funciona contra todos. Hay que probarlo, y además, demostrar que da mejor protección que las que hay ahora, y que dura más. Para mostrar esto, hay que hacer estudios clínicos que sigan durante muchos años a la población, lo que dificulta que las cosas vayan tan rápido como podrían. 

—Con la pandemia, parece que algunos virus se comportaron ligeramente diferente. Los rinovirus, que producen el resfriado común, se mantuvieron estables o incluso aumentaron. Los coronavirus estacionales, que causan el catarro, se redujeron. ¿Cómo se explica esta diferencia entre virus respiratorios?

—Una de las cosas que ha pasado con los virus respiratorios es que el uso de mascarillas y de distanciamiento social, el cierre de escuelas y el confinamiento han provocado una disminución de los virus que se transmiten de una forma similar al SARS. Por ejemplo, ocurrió con los virus de la gripe y con el virus respiratorio sincitial, que son los que provocan más problemas respiratorios dentro de la gente. Se parecen en cuanto a estructura y, por lo tanto, son influenciados por las mismas medidas tomadas para el SARS. Por eso, cuando se han retirado todas las protecciones, han vuelto. Como dices, y si bien no está del todo estudiado, este tipo de estrategias parece que afectan menos a los rinovirus, que también son respiratorios. Eso puede deberse a que son más estables, no tienen una envoltura lipídica, se transmiten más por contacto y quizás sean capaces de sobrevivir más tiempo en aerosoles, incluso pueden ser capaces de traspasar la mascarilla con más facilidad que lo que ocurre con estos otros tipos. 

—También aumentaron las muertes por tuberculosis, hepatitis infantil de causa desconocida o la viruela del mono. ¿Hay razones para explicarlo?

—Sí. Con la viruela del mono lo que sucedió es que hubo un evento de superinfección, que afectó a mucha gente y que dio lugar a que se creasen cadenas de transmisión. Esas han ido disminuyendo con el tiempo, y lo más fácil es que no ocurra de nuevo. Aunque siga habiendo ese tipo de brotes de cuando en cuando. Otra de las razones por las que sube la incidencia de determinados virus la mencionamos al comienzo. El cambio climático. Es decir, virus que se transmiten a través de mosquitos, que normalmente solo se encontraban en áreas subtropicales, y que ahora cambian el lugar en el que viven llegando a sitios a los que antes no llegaban. Eso hace que el vector de transmisión se desplace y se establezca en otras regiones. 

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.