Perder la memoria después de un traumatismo craneoencefálico: «Mi hermana me preguntaba qué es lo que había comido y yo no sabía responderle»

ENFERMEDADES

José Manuel Raña estuvo en coma durante días: «A mis familiares les dijeron que se temieran lo peor. Y aquí estoy»
16 feb 2023 . Actualizado a las 22:08 h.La vida de José Manuel Raña dio un giro de 180 grados el 6 de junio del 2021. «No me acuerdo de nada, lo que sé es porque me lo han contado», confiesa. Según le trasladó la policía, no existían marcas en la carretera y lo más probable es que se quedara dormido. «Me salí de la curva y fui de frente contra el muro de una casa», narra. Inmediatamente, los propietarios de la misma llamaron a emergencias. Una rápida actuación de la que dice estar muy agradecido, ya que al poco tiempo del siniestro, entró en parada. Con la suerte de que la ambulancia, ya se encontraba allí para asistirle. «Gracias a ellos hoy estoy aquí», asegura.
El joven de 34 años fue ingresado en la uci del Hospital Universitario de A Coruña (Chuac) en estado muy grave. Allí pasó alrededor de un mes y medio hasta que lo bajaron a planta, donde estuvo aproximadamente otro mes. Posteriormente, lo trasladaron al Hospital Marítimo de Oza, donde dice que empezó a ser consciente de lo que le había sucedido: «De mi estancia en el Chuac no me acuerdo de nada. Ni cómo era la habitación, ni la gente que estuvo. De mi estancia en Oza sí que recuerdo algo más».
Las secuelas del traumatismo
Después del accidente, José Manuel sufrió varias secuelas: «Empezando con que no podía alimentarme, lo hacía a través de una sonda. También tuve daños en la parte derecha de mi cuerpo, tanto en la pierna como en el brazo, la mandíbula, los dos ojos y en un oído. Pero las más graves fueron, sin duda, a raíz del traumatismo craneoencefálico severo que sufrí». Este último es una de las posibles causas de daño cerebral adquirido (DCA), una lesión en las estructuras cerebrales cuyo origen no es hereditario ni degenerativo.
Tal como indican desde la Federación Galega de Dano Cerebral (Fegadace), los traumatismos craneoencefálicos están caracterizados por la absorción brusca de gran cantidad de energía cinética. Un movimiento repentino de la cabeza y el cerebro puede hacer que este último rebote o se retuerza en cráneo, lesionando las células cerebrales, rompiendo vasos sanguíneos y creando cambios químicos. Entre las lesiones más habituales se encuentran las contusiones por el golpe y el contragolpe, las contusiones por el roce con estructuras óseas de la base del cráneo y la lesión axonal difusa (daño sobre un área amplia del cerebro, en los traumas graves).
Una de las primeras consecuencias de este conjunto de lesiones suele ser una alteración de la conciencia o coma, justo lo que le ocurrió a José Manuel. La intensidad y la duración de esta es variable y, en algunos casos, puede prolongarse durante meses, provocando importantes consecuencias a largo plazo.
Las posibles secuelas después de un traumatismo craneoencefálico son:
- Trastornos a nivel sensorial, ya sea del tacto, vista, olfato, etcétera.
- Trastornos del movimiento y la marcha.
- Alteraciones de las funciones cognitivas. Como la atención y la concentración, la memoria y el aprendizaje, el razonamiento y la inteligencia, el lenguaje, así como cambios en la conducta y la emoción.
- Trastornos en la deglución.
- Trastornos en la coordinación motora, el tono muscular o la espasticidad (músculos tensos o rígidos).
- Alteraciones en el control de esfínteres.
Pérdidas de memoria
«Un problema que yo tenía era que no llegaba a acordarme de las cosas. Cuando estaba ingresado en el Hospital de Oza, nos traían la comida y al acabar de comer mi hermana me preguntaba qué es lo que había comido y yo no sabía responderle», explica.
Lola Vinagre, psicóloga clínica y experta en neuropsicología en Adaceco, explica que «cuando se produce un traumatismo craneoencefálico las secuelas a nivel cognitivo que pueda tener la persona van a depender siempre de la gravedad del golpe, así como de la zona en la que se produce la lesión». La experta recalca que la memoria no depende de una única área del cerebro: «Están involucradas diferentes partes como pueden ser el hipocampo, que está en el lóbulo temporal; la amígdala; la corteza prefrontal; el cerebelo, etcétera. Eso provoca problemas de memoria sobre todo cuando los traumatismos son de grado moderado o grave. Y en general, lo que más nos encontramos en la práctica clínica con lesiones de este tipo suelen ser problemas de memoria a corto plazo».
Olvidarse de información que acaba de ser comentada, conversaciones, dónde se dejan las cosas, citas, no ser capaces de recordar recorridos que se hacen en la vida diaria, olvidar medicinas o no saber en qué día estoy. Son ejemplos que enumera la propia neuropsicóloga de lo que les suele suceder a personas como José Manuel, que sufrieron un traumatismo de este tipo. «La memoria más a largo plazo, de todo lo anterior al accidente, suele estar más preservada, aunque no siempre es así. Existen casos en los que se pueden producir amnesias por un período de uno o dos años previos al accidente. Casos extremos como alguna persona que había formado una familia y cuando se despiertan del accidente, no conoce a su pareja o a sus hijos», señala Vinagre.

Mejoras a pasos agigantados
En el momento en el que pasó a la planta del hospital, sus familiares notaron que daba pasos agigantados en cuanto a recuperación se refiere. «Fue como despegar. Empecé a crecer día a día. Mi hermana, que es la que estuvo conmigo más pendiente, me dijo que de un día para otro, era cómo ver a otra persona», relata.
En su relato, el joven menciona muchas veces el apoyo de su hermana pequeña. «Siempre estuvo ahí. Cuando salí del coma, ella misma se encargaba de hacerme rehabilitación en el brazo y las piernas, de fortalecerme todo lo que podía». De hecho, también fue ella la que le impulsó a que empezara a caminar: «Yo estaba en una silla de ruedas y me sacaba al paseo marítimo de Oza. Allí casi siempre había una pareja que paseaba como nosotros. Y un día, mi hermana me dijo: '¿Si ellos pueden andar, por qué tú no vas a poder?'. Empecé con pequeños pasitos, como de aquí a la ventana (señalando una distancia de uno o dos metros). Fui poco a poco, hasta hoy, que puedo caminar kilómetros perfectamente».
Ya en casa, José Manuel andaba, paseaba o hacía deporte. Pero llegó un punto en que toda esa recuperación se pausó. Según su experiencia, «hubo un momento en el que dejé de avanzar porque la terapia que hacía en el Hospital de Oza era física y el problema más grave que yo tenía era neurológico. Era mi parte más dañada». Desde el propio centro médico se le proporcionó una serie de alternativas para mejorar en este sentido y una de ellas era Adaceco, la Asociación de Dano Cerebral de A Coruña.

«Es como el día y la noche»: su vida ahora mismo
«Lo principal siempre es hacer una valoración neuropsicológica para ver qué está afectado. Existen casos puros de alteración de memoria, pero a veces también hay implicadas otras capacidades cognitivas y es necesario enfocar la rehabilitación en varias porque la memoria puede depender de ellas. Por ejemplo, si está afectada la memoria eso va a afectar de forma directa porque la atención es básica para que todo funcione bien, por así decirlo», señala Vinagre.
Durante dos días a la semana, el joven asiste a sesiones de terapia neurológica en la asociación. En su caso, explica que en su momento, hacía ejercicios en el ordenador, fijándose en objetos e ideas que tenía que memorizar. «Trabajé como una especie de estrategias para poder acordarme de ese tipos de cosas, para poder mejorar mi memoria reciente».
«No vamos a recuperar la memoria que se ha perdido, pero es importante dotar a esas personas de estrategias y técnicas para que puedan recordar mejor y así sacar más rendimiento a su memoria. Acompañadas también del entrenamiento de estrategias compensatorias como la utilización de ayudas externas como diarios, agendas, dispositivos móviles, uso de alarmas, etc. Para adaptarse a ese déficit de memoria y que puedan llegar a ser lo más funcionales e independientes en el desarrollo de sus actividades diarias», amplía la neuropsicóloga.
Unos meses después de empezar con este tipo de rehabilitación, el joven dice que su recuperación ha sido «como el día y la noche». «Antes no me veía capaz de muchas cosas, ni siquiera tenía la iniciativa de hacerlas. Tenía muchas lagunas y ahora veo que puedo, que hago cada vez más. Y ese es el objetivo: poder llevar una vida lo más parecida a la que tenía antes».
El joven, previamente al accidente, trabajaba como vigilante de seguridad en un embalse y como guarda de pesca: «Me encargaba de los permisos o de las facturas de pesca. Estaba muy contento, pero...». Sin embargo, es consciente de que a pesar de todo, es afortunado de poder estar contando su historia: «Es increíble que esté aquí porque cuando estaba ingresado en el hospital, a mis familiares les dijeron que se temieran lo peor. Y aquí estoy». A lo que añade, bromeando: «Como siempre».
Al fin y al cabo, ha pasado de estar en una silla de ruedas a moverse casi con normalidad: «Mi daño era en la parte derecha del cuerpo. Tanto el brazo como la pierna. Antes no lo podía levantar, pero ahora lo hago», comenta mientras lo representa con movimientos. Reconoce que tiene problemas de vista, en el oído y «el equilibrio».
Además, ahora mismo es capaz de retener muchos recuerdos que antes no podía, aunque siga requiriendo ayuda en otros aspectos. «Por ejemplo, ahora necesito también ayuda por parte de la asociación por temas burocráticos o de papeles. Son ellos los que me indican para qué es cada cosa porque sino andaría muy perdido».
La neuropsicóloga subraya que en la rehabilitación de personas que han sufrido daño cerebral existen muchos factores a tener en cuenta: «La gravedad de la lesión y la edad de la persona, evidentemente. También la disponibilidad de seguir haciendo terapia más allá de lo que proporciona el Sistema Nacional de Salud, porque no todo el mundo la tiene. Por muchos motivos, pero entre ellos, uno fundamental es el económico. Y luego la disposición de la propia persona y el apoyo familiar. En el caso de José Manuel digamos que se han conjugado un montón de factores que han hecho que esa recuperación sea así de rápida, pero hay más casos como él. No son todos, por desgracia. Pero sí, contándolo sí que es como algo milagroso».
Con todo, una vez terminado su relato, José Manuel, recalca: «Tengo que decir que siempre me sentí apoyado, tanto por mi hermana, mi pareja y mis padres. Siempre estuvieron ahí pendientes de ver qué necesitaba y qué me hacía falta. Gracias a ellos la verdad es que no estaría aquí».
