Cáncer de piel: síntomas, factores de riesgo y la importancia de los lunares
ENFERMEDADES
Los expertos señalan que es importante revisarlos: «Son alteraciones de daño en el ADN que están durmientes» | Patricia Rite muere por cáncer de piel a los 30 años
17 abr 2023 . Actualizado a las 18:34 h.La influencer, Patricia Rite, ha fallecido a los 30 años a causa de un cáncer de piel diagnosticado en el año 2019. Ha sido su familia la encargada de anunciarlo en sus redes sociales. Este tipo de tumor se considera un problema prioritario de salud en el mundo, con una importante demanda asistencial. Sus cifras aumentan, desde hace tres décadas, de forma notable. En Europa, el crecimiento se sitúa entre el 3 y el 8 % anual.
Se produce por el crecimiento anómalo y descontrolado de las células cutáneas, que se han ido alterando a raíz de la exposición mantenida en el tiempo a la radiación ultravioleta (UV) de cualquier tipo. Es decir, tanto la procedente de la luz solar, como de fuentes artificiales. Precisamente por ello, lo más común es que aparezca en las zonas expuestas al sol. Existen varios tipos de cáncer de piel, pero los más habituales son el carcinoma de células basales, el carcinoma de células escamosas y el melanoma.
Carcinoma de células basales
El primero supone la forma más frecuente y representa entre el 80 y el 90 % de los tumores cutáneos. Suele manifestarse, casi en su totalidad, en las áreas del cuerpo que más han recibido la radiación ultravioleta, especialmente, la cara, la orejas, el cuero cabelludo, los hombros y la espalda. La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) explica que su aparición se debe «al crecimiento de las células basales que se sitúan en la capa más profunda de la epidermis, que a su vez, es la capa más superficial de la piel». Si bien «no tiene capacidad de dar metástasis», puede ser muy invasivo en la zona porque tienen un crecimiento lento pero progresivo.
Carcinoma de células escamosas
El carcinoma de células escamosas o espinocelular, también conocido como epidermoide, es el segundo más frecuente, ya que supone entre el 20 y el 25 % de los tumores malignos. Este tumor es el resultado del crecimiento anómalo de las células escamosas que forman casi toda la epidermis. Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo aunque, al igual que el anterior, suele ser más común en aquellas zonas que han sido más expuestas a la luz UV.
En este punto es importante recordar que el impacto se observa en el futuro, pues el daño en las células es acumulativo, se produce año tras año, y el riesgo de padecer este tipo de carcinoma aumenta a medida que lo hace la edad. Suele manifestarse con heridas con costra y bordes sobreelevados que sangren con facilidad. «Tiene la capacidad para dar metástasis, sobre todo, a nivel ganglionar, pero esto es infrecuente y solo ocurre en casos muy avanzados», aclara la AECC.
Tanto en este caso, como en el tipo anterior, lo más común es que se hagan notar a partir de los 50 años. De hecho, el perfil de pacientes más afectado son las personas mayores que se han expuesto al sol durante toda su vida.
Melanoma, el tipo de cáncer de piel con peor pronóstico
Finalmente, el melanoma es el tumor menos habitual, pero el más conocido y que más preocupación genera por su carácter agresivo. Es más, de todos los tipos, se considera el que tiene más probabilidades de invadir el tejido sano que lo rodea y pueda llegar a otras partes. Pese a que la mayoría se originan en la piel, especialmente, en el tronco y extremidades, es posible que aparezca en otras zonas del cuerpo como la mucosa de la boca, del recto o de la vagina o la capa coroides del interior de los ojos.
La mala fama del melanoma está más que justificada. «Es un tumor peligroso porque, con lesiones muy finitas de poco más de un milímetro de grosor, tiene la capacidad de desarrollar metástasis», explica Marisol Soengas, directora del grupo de Melanoma en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en esta entrevista. Así, la capacidad invasiva es mayor que en el resto. El principal factor de riesgo es la exposición a la radiación ultravioleta, especialmente, si esta terminó en quemaduras durante la infancia y la adolescencia. La piel tiene memoria. «Los melanocitos son células que tenemos en la piel durante toda nuestra vida. Al quemarnos, se producen alteraciones. Si eso ocurre durante muchos años, al final y de manera conjunta, puede aparecer un melanoma. Por eso insistimos en que hay que proteger a nuestra piel y hacer un seguimiento de ella», precisa Soengas.
El nombre proviene de melanocito, las células responsables del bronceado. «Hay que pensar que cada vez que nos ponemos morenos, estas células se están activando para impedir que haya daño en la piel. Lo hacen porque han detectado que puede haber problemas o alteraciones del ADN», detalla Soengas, que insiste en que el propio bronceado es una muestra de protección a raíz de un daño. El melanoma no siempre comienza por un lunar, aunque entre el 35 y 40 % de los casos sí es la causa principal. Precisamente, estas marcas son miles de melanocitos acumulados que han sido alterados: «Son células que han empezado a multiplicarse pero que están paradas porque el organismo tiene mecanismos de supresión tumoral», detalla Marisol Soengas. Aquí el quid de la cuestión reside en la palabra “paradas”, pues existe la posibilidad de que se activen: «Son alteraciones de daño en el ADN que están durmientes», indica la experta mundial.
La regla del «ABCDE»
Pese a la capacidad invasiva que presenta, el melanoma tiene buen pronóstico siempre y cuando se detecte «y elimine a tiempo», detalla Marisol Soengas. Eso sí, llegar a ponerle un nombre es una tarea más complicada, «porque algunos melanomas se hacen pasar por lunares» y no llaman la atención. En cualquier caso, es importante que cada uno revise su piel siguiendo la regla del ABCDE. «A se refiere a si un lunar es asimétrico; B de bordes irregulares: C de color, es decir, si tiene varios colores (heterocrómico); D pertenece a diámetro, por si tiene seis seis milímetros o más, y finalmente, la E habla de la evolución», indica Celia Posada, coordinadora de la Unidad de Melanoma del área santitaria de Vigo. Las señales de alerta deberían llegar cuando hubiese una alteración a estos niveles. Los cambios dan pistas. El tiempo de evolución es variable en función del tipo de tumor. «El más frecuente es el de extensión superficial y suele ir lento en el tiempo. Hablamos de meses, incluso a veces años para que se profundice más y el pronóstico empeore», detalla la doctora Posadas.
Los lunares siguen formándose hasta, aproximadamente, la treintena. «Una aparición de un lunar nuevo a los 50 sería algo excepcional y tiene que hacer sospechar de que no es bueno», aclara la coordinadora de la unidad gallega.
La importancia de la fotoprotección en todos sus niveles
La única forma de prevenirlo que depende, al completo, de la población es la fotoprotección. Empezando por la crema y terminando por evitar las horas centrales del día. «La única medida abordable que tenemos, y con la que sí se ha relacionado el aumento de la incidencia, es la exposición al sol. Quiero decir, la genética no la podemos cambiar, pero dentro de los factores ambientales y modificables, el riesgo más importante lo supone la radiación ultravioleta», indica. También es importante que no se produzcan quemadura solares durante la infancia y la adolescencia, «pues a estas edades se adquiere el mayor riesgo de desarrollar el melanoma en la adulta adulta», buscar sombras, no abusar de la exposición, y llevar ropa que proteja como camisetas y sombreros.
En suma, existen otros factores de riesgo en el cáncer de piel:
- La existencia de antecedentes familiares o personales de este cáncer.
- La presencia de muchos lunares en la piel (más de cincuenta).
- Xeroderma pigmentoso, una enfermedad hereditaria que afecta a la capacidad de las células de la piel para reparar el daño causado en su ADN.
- Existencia de quemaduras solares con ampollas en la infancia y adolescencia.
- Edad avanzada, al igual que sucede en otro tipo de tumores.
Avances en su tratamiento
La buena noticia es, una vez más, los avances en materia de tratamiento. Hasta hace poco más de quince años, «la vida media de un paciente con melanoma metastásico era poco más de un año y solo el 15 % respondía al tratamiento», explica la doctora Soengas. Ahora, en ensayos clínicos, entre el 60 y el 70 % de pacientes están respondiendo y «se está demostrando una respuesta duradera de más de cinco años», indica la experta. Con todo, reconoce que todavía hay personas en las que no se producen estas mejorías. Soengas define el melanoma como «el campeón de las mutaciones», de manera que este tipo de tumor presenta muchos mecanismos de resistencia a los fármacos dirigidos. ¿De qué forma lo consigue? Existen varios caminos: «Para que una célula se reconozca por parte del sistema inmunitario, se tiene que ver como maligna, pero los melanomas consiguen esconderse y parecer células normales. Después, logran, de una manera muy activa, bloquear el reclutamiento de células del sistema inmunitario», apunta Soengas. En la actualidad, las grandes esperanzas están puestas en la inmunoterapia, «para conseguir que el sistema inmunitario reconozca las células tumorales y las elimine», concluye.