Elena Aguirre, oncóloga: «No encontrar un gen mutado no quiere decir que no exista una mayor probabilidad de cáncer en los descendientes»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La doctora Aguirre es miembro vocal del Comité Ejecutivo de la SEOM de Cáncer Hereditario.

La doctora remarca que los hombres también tienen tejido mamario y, aunque el riesgo de cáncer de mama es menor, existe

19 oct 2024 . Actualizado a las 11:49 h.

Diferentes generaciones de mujeres que acaban desarrollando cáncer de mama en la familia. A veces, es hereditario, teniendo su origen en alguna mutación genética. Pero no siempre se encuentra ese gen que justifica ese mayor número de casos de los que tocarían por probabilidad. El cáncer de mama familiar es una realidad que se aborda estos días en el Congreso SEOM2024 y que nos explica Elena Aguirre, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica.  

—¿Cómo de frecuentes son los cánceres de mama hereditarios?

—Se estima que entre un 10 y un 15 % de todos los casos de cáncer de mama son de carácter hereditario. Eso significa que en esas familias somos capaces de identificar la mutación en un gen de alto riesgo, que aumenta mucho la probabilidad de desarrollarlo a lo largo de la vida y que justifica los casos en esa familia. 

—¿Y si ese gen no se identifica?

—Claro, hay familias en las que existen más casos de los que toca por probabilidad, pero en los que se hace un estudio y no se identifica un gen de alto riesgo. Esto es lo que se denomina cáncer de mama familiar. 

—¿Por qué «familiar»?

—Posiblemente en esas familias no es que exista un gen mutado que se va heredando entre generaciones, sino que se comparten cientos o incluso miles de pequeñas alteraciones genéticas que justifican que en algunas familias sea más frecuente el cáncer de mama y en otras, por poner un ejemplo, la hipertensión. 

Además, algunas familias pueden compartir factores de riesgo no hereditarios que también puedan llegar a justificar ese riesgo: unos hábitos de salud determinados, de físico, etcétera. Pueden estar modulando la acción de esas pequeñas alteraciones genéticas. Y no hay que cometer el error de, por no encontrar un gen de alto riesgo mutado, decirles a los descendientes que no tienen una probabilidad mayor de padecerlo. Porque esas familias sí que pueden compartir otros factores genéticos y no genéticos que les hace más susceptibles al cáncer. 

—¿Qué características sugieren que puede haber una predisposición genética? 

—Que existan tres o más casos de cáncer de mama en la familia o, habiendo solo dos, uno de ellos es bilateral o se diagnostica en una mujer menor de 50 años. También cuando existen casos de ovario, algún subtipo especial de cáncer de mama como un triple negativo o incluso algún caso en un varón. Cuando se dan estas, está justificado hacer un estudio genético. 

—¿Y cuándo no se conoce el historial familiar, cómo se actúa en esos casos?

—Claro. Todos estos criterios están muy basados en la historia familiar y hay algunas que son pequeñas, que no conocen la historia de la parte de su madre o de su padre, que son adoptados... Sí existen casos en los que no contamos con esa información familiar. Pero pueden darse determinadas características clínicas que justifiquen hacer el estudio genético porque puede cambiar el tratamiento posterior. Bien por la edad o por las formas de presentación del cáncer. 

—¿A quién se elige para hacer el test si hay varios casos de cáncer de mama en una familia?

—Se prioriza el caso más raro, el que parece más difícil explicar por probabilidad. Si en ese se identifica un gen de alto riesgo que puede justificar lo que pasa en la familia, es cuando se ofrece ese estudio genético a cualquier familiar de primer grado que lo desee. 

—Positivo o negativo, ¿cómo se actúa en cada caso?

—Si es positivo decimos que es portadora asintomática y le ofrecemos medidas para disminuir el riesgo o para diagnosticar precozmente el tumor en caso de que se identifique. Si es negativo miramos si es un verdadero negativo, porque esa paciente tiene el mismo riesgo que la población general. 

—¿El estudio se hace también en hombres, aunque se trate de cáncer de mama?

—Sí, se hace a todos los familiares de primer grado que quieran. Si tiene hijos, da igual si son mujeres o hombres. Ellas tienen más riesgo porque cuentan con más tejido mamario y ovárico, que es otro órgano que puede estar en riesgo y que es frecuente de predisposición en cáncer. No obstante, ellos también tienen tejido mamario y, aunque el riesgo de cáncer de mama es menor, existe. Además, cuentan con tejido prostático, que es otro de los órganos que pueden estar en riesgo en determinadas situaciones patogénicas. Por eso, se lo hacemos a todo el mundo, sea hombre o mujer, porque con ese estudio genético se pueden tomar decisiones. 

—Centrándonos en el positivo, ¿se puede reducir el riesgo de padecer cáncer?

—Podemos ofrecer medidas. Unas encaminadas a disminuir la probabilidad de sufrir cáncer y otras a detectarlo precozmente. 

—¿La cirugía entra dentro de esas medidas reductoras de riesgo?

—Sí. Es famoso el caso de Angelina Jolie. Su madre había tenido un cáncer de ovario, ella se hizo el estudio genético y sabía que era portadora de un BCRA (uno de los genes implicados) y lo que hizo fue someterse a una mastectomía bilateral profiláctica, una extirpación de todo el tejido glandular por encima de la piel, con una reconstrucción inmediata. Eso sabemos que reduce el riesgo de cáncer de mama en un 90 %.

—¿No se alcanza el 100 %?

—No, no es el 100 % porque no se puede eliminar todo el tejido. Se conserva el complejo areola pezón porque estéticamente queda mucho mejor. Y como médicos, somos capaces de hacer el seguimiento de una forma fiable, del pequeño riesgo que queda. También se ofrece la cirugía reductora de riesgo ovárica, muy poco invasiva, en la que se eliminan los ovarios y las trompas a partir de los 40 años. Esas son las medidas quirúrgicas para disminuir el riesgo de cáncer.

—¿Y qué medidas se llevan a cabo que no sean de tipo quirúrgico?

—En el caso de las portadoras de mutación BCRA se sabe que la probabilidad de desarrollar cáncer de mama puede ser mayor al 60 % a lo largo de la vida. Con lo cual, se puede hacer un seguimiento de una forma más sensible de esos posibles tumores de mama, ofreciéndoles, además de la mamografía bilateral, una resonancia mamaria. Es una técnica mucho más sensible que la mamografía para detectar tumores con capacidad de detectar los estadios I, que son muy precoces. En el caso del varón también se recomienda una vigilancia activa sobre el riesgo de cáncer de próstata. Lo que se hace es mandarlos a las unidades de alto riesgo, donde se les hace un PSA y un tacto rectal anual. 

—¿Cómo han evolucionado los test genéticos en el cáncer de mama?

—Estamos a punto de cumplir los 30 años desde el descubrimiento de los genes BRCA 1 y BRCA2, los únicos que conocíamos. El tercer gen en discordia fue el PALB2, que es muy similar al BCRA2. Además, día de hoy se hacen paneles de secuenciación masiva en los que se estudian de golpe los genes que con más frecuencia te explican el fenotipo de tu familia.

En el caso del cáncer de mama, se suele estudiar un panel de entre 10 y 18 genes. Incluyen el BRCA 1 y 2, PALB2, p53, CDH1, ATM, CHEK2 o BRIP1. Por el dinero que estudiábamos antes un gen y medio ahora somos capaces de secuenciar más de veinte de golpe. Y en tres o cuatro semanas, están disponibles los resultados.

—¿Existen mutaciones que son características de ciertas zonas geográficas?

—Sí, mutaciones fundadoras o recurrentes a lo largo de los años. De hecho, en Galicia hay una que se identifica en muchas familias, la R71G. Cuando el estudio genético no estaba disponible para todo el mundo, antes, al menos, se hacía la fundadora. Una paciente de cáncer de mama con 50 años, no cumple criterios pero es gallega, pues se hacía. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.