Louann Brizendine, neuropsiquiatra: «Los primeros cinco minutos en casa son cruciales para saber qué le ha pasado a tu hijo en el día»
SALUD MENTAL
En su libro «El cerebro femenino», la psiquiatra de la Universidad de California, explica cómo cada etapa de la mujer afecta al cerebro
02 abr 2023 . Actualizado a las 21:41 h.Cada etapa de la vida, cada estado hormonal de la mujer, puede actuar de fertilizante de distintas conexiones cerebrales. La doctora Louann Brizendine, autora del libro El cerebro femenino (Salamandra, 2023), ha explicado a más de un millón de personas cómo la infancia, la adolescencia, el enamoramiento o la menopausia van definiendo el cerebro de la mujer. La neuropsiquiatra en la Universidad de California, en San Francisco, ya había tratado en una anterior ocasión El cerebro masculino, libro éxito en ventas.
—Más del 99 % del código genético de hombres y mujeres es el mismo. Sin embargo, en el libro señala que ese 1 % restante «es suficiente para encontrar grandes diferencias entre unos y otros». ¿En qué difiere un cerebro masculino de uno femenino?
—Es importante saber que el cerebro de la mujer y del hombre son casi lo mismo. Al fin y al cabo, somos la misma especie, así que la mayoría de nuestros genes son los mismos. Las diferencias más notables son las que se producen con el sistema reproductivo y en cómo el cerebro controla este sistema sistema reproductivo. Tiene que ver con los estrógenos y los ovarios; con la testosterona y los testículos. Debido a las fluctuaciones hormonales, la realidad neurológica de la mujer no es tan estable como la de un hombre.
—Explica que el cerebro de los hombres y las mujeres procesan los estímulos, lo qué oímos, vemos, sentimos, tocamos, de diferentes formas. ¿Podría darme algún ejemplo?
—Una diferencia, por ejemplo, es que la sexualidad en los chicos se desarrolla a los 13, 14 o 15 años. Sus hormonas empiezan a impregnar su cuerpo y entran en la pubertad masculina. Con ello, se activan todos los circuitos en el cerebro del hombre, empiezan a centrarse intensamente en los atributos estéticos de la mujer, en sus labios, pecho o figura, Es decir, todas las partes sexuales. Habitualmente, se suele sentir muy avergonzados y culpables por ello, pero en realidad es algo natural porque emana de su cerebro. Esto es un ejemplo de cómo las hormonas, su naturaleza, activan una parte que hará que ellos hagan lo que la naturaleza les dice que hagan. Se supone que están programados para buscar mujeres, procrear y que la especie continúe. Las mujeres, por otro lado, se supone que tienen que atraer al varón y conseguir el mejor esperma. Explico esto porque es para lo que nos prepara la naturaleza.
—Otra diferencia que indica es que en los centros cerebrales para el lenguaje y el oído, las mujeres tienen un 11 % más de neuronas que los hombres. ¿Esto nos predispone a determinados comportamientos?
—Sí, o por ejemplo, el eje principal que se encarga de la memoria o las emociones es también mayor en el cerebro femenino. Fíjate en una cosa. Los humanos, cuando nacemos, somos bebés totalmente indefensos, al contrario de lo que puede suceder en otras especies. Una jirafa nace y ya se pone de pie. Nosotros no podemos. Por ello, la naturaleza de las mujeres, de las madres, es ser capaces de oír y atender cualquier pequeño lloro, balbuceo o ruido que haga el bebé, para entenderlo y darle lo que necesita sin que este se lo diga, porque no puede. Así que hay toda una serie de circuitos en el cerebro maternal que están activados y la hacen estar hiperalerta. Por eso, de manera general tenemos más circuitos que los hombres, los cuales se potencian durante el embarazo y el postparto.
—Señala que algunos hombres, al tener mayores procesadores en la amígdala, que registra el miedo y activa la agresión, pasan de cero a cien en una lucha. Sin embargo, en ellas el estrés psicológico se registra más profundamente en el cerebro femenino. ¿Qué quiere decir con ello?
—Me refiero a que en ellas, el incremento del estrés psicológico se produce en situaciones cotidianas que tienen que ver con el hecho de que la mujer debe estar alerta para que el niño, el bebé indefenso, sobreviva. Si te fijas, muchas de las diferencias en la forma de comportarse tienen que ver con las funciones reproductivas, incluso esta. Este sistema más profundo de estrés hace que las mujeres estén más alerta, y no tiene nada que ver con el peligro, sino con que tenemos sistemas diferentes.
—Como parte de las habilidades más presentes en la mujer habla de que a ellas les gusta escuchar más, hablar más o tener más contacto visual. ¿Qué otras habilidades tienen más desarrolladas?
—Hay cosas en las que somos muy diferentes, como dices. Lógicamente, hablo a grandes rasgos. Por supuesto, un individuo masculino o femenino tendrá cualidades concretas que pueden cuadrar o no cuadrar en lo que digo. Pero de forma general, las mujeres perciben mejor y están más alerta a las cuestiones sociales, mientras que ellos son más sensibles a la jerarquía. Ellas pasan más tiempo pensando y hablando sobre cotilleos, queremos saber con quién está saliendo, con quién ha roto. Todo esto es social.
—Entiendo que la educación, la forma en la que una familia cría a la persona, tiene su peso.
—El trabajo de los padres es criar las siguientes generaciones de personas de manera que cuando salgan al mundo sean capaces de prosperar. Ellos realmente no conocen el mundo en el que viven sus hijos, al menos por completo. Los jóvenes saben hacer cosas en su teléfono de las cuales sus padres no tienen ni idea. Pienso que, hoy en día, las familias queremos criar a los chicos y a las chicas por igual, de forma que cuando crezcan tengan las mismas oportunidades. Esta expectativa fue una de mis inspiraciones para escribir el libro, porque desde un punto de vista biológico y hormonal no somos lo mismo.
—Cuenta que las primeras etapas de desarrollo de una persona, cuando somos pequeños, se observan desde una lupa femenina. ¿A qué se refiere?
—La testosterona es la hormona que hace el cambio, que impregna al varón y apaga la parte femenina del organismo que crearía los genitales femeninos. Pero si sacases toda la testosterona, se desarrollaría hacia el patrón femenino. De hecho, hay un síndrome de insensibilidad a los andrógenos, que es gente con XY pero con genitales femeninos.
—En el capítulo que le dedica al cerebro y a la infancia, señala que el objetivo de las chicas es establecer relaciones y crear comunidades, y cuando esto no sucede puede aparecer la agresividad.
—Sí, la fuerza motivadora de las chicas es interactuar con otras, crear comunidades y saber qué está sucediendo con esta persona. Esta intención es muy poderosa. Por eso, si se obstaculiza, es dónde puede manifestarse la agresividad del cerebro femenino, en el hecho de que trata de proteger lo que considera importante.
—¿Qué ocurre en el cerebro de una adolescente?
—Sobre los 9, 10 u 11 años, el cerebro empieza a despertarse en diferentes olas de estrógenos. Comienza a evolucionar. Esta hormona influye en su cuerpo, desarrollando el pecho, por ejemplo, y haciendo que se prepare para la etapa fértil. Son varios los circuitos que el estrógeno cambia y activa en una chica. Esto se observa muy bien a los 9 o 10 años, cuando todavía rechazan a los chicos porque lo desbaratan todo, pero a partir de los 11 o 12, ellas se empiezan a interesar un poco más. Es decir, los estrógenos activan los circuitos cerebrales que buscan atraer a los chicos.
—¿Qué consejo le daría a una familia que deba lidiar con adolescentes?
—Muchas veces, en las firmas de libros, viene un padre con cinco ejemplares que me pide que se los firme para sus amigos con hijas adolescentes. Esta etapa es muy confusa para la familia, especialmente para los padres, porque nunca han sido una chica de trece años. Ellos tienen la sensación de que están perdiendo a su niña pequeña. Lo primero que hay que hacer es encontrar el equilibrio para cada joven entre apoyo y coraje. También tienen que encontrar una forma de hablar con su adolescente, eso significa hacer planes a solas con él o ella, incluso aunque no quieran, para poder hablar con ellos. A veces, funciona muy bien ir a dar una vuelta en coche, porque les permite tener esa conversación sin mirarse a la cara. Pero también puede ser un centro comercial, por ejemplo. Y mi otro gran consejo, siempre que sea posible, es estar en casa cuando lleguen del colegio o instituto. Los primeros cinco minutos en los que llegan a casa después de la escuela marca el tiempo en el que pueden abrirse contigo y contarte algo que les haya sucedido ese día. En cuanto se van a su habitación y cierran la puerta, ya es demasiado tarde. Así que si algún padre o madre puede cambiar su horario para estar en casa en ese momento sería genial, ya que podrán descubrir algo importante.
—Antes lo mencionaba por encima, ¿de qué forma cambia la maternidad el cerebro de la mujer?
—El cerebro de la madre cambia su forma, crea nuevas conexiones y mejora a causa de las hormonas que se liberan con el embarazo. Muchos estudios han demostrado, mediante escáner cerebral, que en cuanto suena el llanto del bebé, todas las áreas del cerebro de una madre se iluminan más, se activan más, que aquellas que no han tenido hijos. De hecho, el cerebro femenino cambia su estructura y las conexiones neuronales.
—¿Se sabe cuándo empiezan a producirse estas modificaciones?
—Los estudios todavía no lo saben. Es muy difícil porque necesitarías que la mujer estuviese los nueves nueve meses de embarazo acostada dentro de un escáner de cerebro, haciendo una resonancia magnética, para saber cuando esto sucede. Así que como mejor podemos aproximarnos es mediante los trimestres. Vamos a ver, el error que la naturaleza nunca quiere que una mujer embarazada cometa es envenenarse a ella o al bebé, así que nuestro organismo nos hace tener náuseas en las primeras seis o nueves semanas y nos quita la apetencia de ciertos alimentos. Eso es un ejemplo de cómo el cerebro empieza a cambiar en fases muy tempranas. Hacia el final, todas las hormonas se preparan para el parto y la lactancia.
—Me habla continuamente de las hormonas. ¿Qué sucede en el cerebro durante la menopausia? Los niveles de estrógeno bajan.
—En algún momento, entre los 40 y 50 años, las mujeres se quedan sin óvulos en sus ovarios. Es un proceso que empieza finales de los 30, y a la mitad de los 40, no nos quedan tantos óvulos fértiles. Eso significa que tampoco hay niveles tan altos de estrógenos. Cuando esto sucede, la glándula pituitaria empieza a pedir más estrógenos, y en algunos momentos de la menopausia, pueden aparecer ciertos picos. Es más, en este zigzag de hormonas aparecen los sofocos. La buena noticia es que este ciclo mental que nos tienen con subidas y bajadas empieza a desaparecer. Para mí es un momento muy esperanzador, estamos mucho mejor, más estables, podemos ir más allá y pensar con mayor claridad que nunca. No estamos tan obsesionadas con el tema de la fertilidad, ni con el embarazo, puedes escucharte a ti misma y encontrarte. Por eso digo que a partir de los 50 años es una gran etapa.