Monia Presta, psicóloga: «Las personas que saben identificar sus emociones tienen más éxito en la vida»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Monia Presta es psicóloga clínica.

La experta asegura que «hoy en día se confunde la felicidad con el bienestar»

26 jul 2023 . Actualizado a las 18:22 h.

Las emociones no son positivas ni negativas, simplemente están ahí. Puede decirse que son aliadas, porque si se identifican y se aceptan, nos pueden guiar a tomar decisiones correctas. Esa es la base de la que parte Monia Presta, psicóloga clínica, en su obra Tu cerebro emocional (RBA, 2023). Especializada en gestión emocional, neurociencia, psicofisiología clínica, sexología y terapia de pareja, lleva 17 años ejerciendo. Comenta que esa experiencia es la que le ha llevado a crear su propio método, al que llama TIE: Terapia Integradora Estratégica. «Son varios pasos: reconocer las propias emociones, abrazarlas, gestionarlas con ejercicios prácticos, pensar y actuar». 

—¿Qué es el cociente emocional?

—Es algo de lo que hablaba Daniel Goleman en su libro, la Inteligencia Emocional. Se dio cuenta de que las personas que saben identificar sus emociones y que tienen empatía, tienen más éxito en la vida con respecto a las que sacan mejores notas. En su época, los noventa más o menos, se pensaba que los niños que sacaban mejores notas tendrían más éxito en la vida. Hizo unos estudios a lo largo de muchos años y se dio cuenta de que, en realidad, aquellas personas que tienen capacidad de identificar emociones, gestionarlas, tener un alto cociente emocional y empatía son las que más pueden estar satisfechas con la vida en las diferentes áreas, tanto en la personal y afectiva como la profesional. De hecho, entiende el éxito como algo que no tiene nada que ver con cómo está entendido hoy en día, como podría ser triunfar en el trabajo o tener mucho dinero. Lo atribuye a algo diferente y, a partir de ahí, empezaron unas líneas de investigación dando más importancia a lo que son nuestras emociones.

—¿Cómo se forma nuestra educación emocional?

—Depende de muchos factores. Uno seguramente sea la influencia del pensamiento cartesiano. Pienso, luego existo. Hablamos del año 1.600 y nuestra sociedad está fundada sobre ese pensamiento racionalizado. Si nos dejamos llevar por las emociones, es un peligro. Los románticos de la época, los poetas, venían diciendo que nos habíamos dejado desbordar por el corazón y las emociones y esto era considerado como bueno. Tampoco hemos tenido educación emocional en la escuela. Los de mi edad y los de cincuenta hacia arriba, no han tenido. Es importante, tanto en la escuela como en la familia. Las emociones vienen reprimidas, bloqueadas. Como a los niños cuando se les dice «no llores» o «no te enfades. Sobre todo a los niños que, claro, no podían llorar. Y cuando una mujer llora es una histérica porque todavía existen falsos clichés. Siguen en nuestra sociedad, pero la historia va mejorando porque hoy en día en las escuelas ya se hace más trabajo sobre esto, educación emocional. Todavía tenemos trabajo porque veo casos que me llegan de trastornos de ansiedad que tienen mucho que ver con emociones inhibidas y somatizadas. Queda mucho camino por recorrer y para abrazar nuestro cerebro emocional.

—¿Cómo nos puede afectar el hecho de no haber recibido educación emocional?

—Las consecuencias pueden ser importantes. Una persona que no ha tenido educación emocional puede tener conductas reactivas. Por tanto, si no sabe que está enfadada, puede proyectar y descargar su rabia hacia los demás y no tener relaciones sanas. Un ejemplo: imaginemos que vamos con el coche y hay gente que empieza a pitar o cabrearse. En realidad lo que está haciendo es descargar sus emociones contra los demás sin ser consciente de cómo puede afectar al resto. Hablamos del ámbito de los coches, pero si es en el trabajo, con la pareja o con la familia, puede ser bastante peligroso, tanto por la persona como para los demás. Al fin y al cabo, lo que condiciona nuestra calidad de vida es cómo gestionamos las emociones y cómo nos relacionamos con el entorno y nos adaptamos. Quien gestiona mejor sus emociones, se adapta mejor. Es como la ley de supervivencia de Darwin.

—¿Cuáles son las emociones primarias?

—Son las primordiales, las tenemos todos. Cuando nacemos ya estamos dotados de ellas. El investigador y psicólogo Paul Ekman estudió estas emociones y se dio cuenta de que eran universales. Es decir, que en todas las culturas existen las mismas, nacemos con ellas y son adaptativas. No son positivas ni negativas, simplemente nos ayudan a adaptarnos al ambiente. Son la sorpresa, el miedo, la tristeza, la alegría, el asco y la rabia. Sobre estas, todos tenemos un piloto automático que reacciona de manera natural, gracias a nuestro cerebro emocional, compuesto de la amígdala y del hipocampo. La amígdala en un tiempo mínimo reacciona delante de lo que considera que puede ser un peligro. Activa un mecanismo de ataque-huída, que es antiguo y forma parte del neocórtex (nuestro nuevo cerebro, que se formó después). Y también el hipocampo tiene que ver con la memoria emocional. El cerebro entiende que, si hay alguna situación que se parece a alguna que hemos vivido en el pasado, nos dice que es buena o mala para nosotros y nos indica el camino a seguir.

—¿Y las emociones secundarias?

—Están compuestas por emociones principales. Pueden ser la vergüenza o la culpa, pero hay muchas más. Se desarrollan en los primeros años de vida, también cuando el niño entiende que, quizás, si los padres no le han validado  y ha tenido un tipo de apego inseguro o desorganizado, el niño no se siente aceptado por los padres y es una mezcla entre el miedo, la culpa y la vergüenza. 

—¿Existiría gente que siente esas emociones principales y que no es capaz de identificarlas?

—Sí. Hay algunas emociones que la mayoría de la gente tiene dificultades para identificar o que las bloquea, como son la tristeza, el miedo o la rabia. Lo que me encuentro en mi centro es que la mayoría de los trastornos tienen que ver con esto. El miedo, puede generar ansiedad o fobias. La mayoría de la gente, tiene dificultad para identificar y gestionar sus emociones porque están mal etiquetadas como negativas. Por lo que he dicho antes de la cultura, pero también porque hoy en día hay mucho intrusismo laboral. Existen personas que no tienen formación en psicología, que a lo mejor han hecho un cursillo de unos meses o un año y ya empiezan a etiquetar las emociones como positivas o negativas. Esto es peligroso porque no es cierto. Están ahí para protegernos, para ser adaptativas, para comunicarnos bien con las personas de manera asertiva y para dirigirnos a la acción, motivarnos. 

—¿Qué tipo de fobias puede generar el miedo?

—Por ejemplo, el miedo a morir, el TOC, anorexia o bulimia. 

—¿Y la rabia?

—Suele estar mal etiquetada, como negativa, cuando en realidad tiene que ver con que nos han hecho daño. Pero podemos expresar a la persona que nos ha hecho daño. Poder hablar de manera efectiva, que haya una comunicación y que se puedan dar unas disculpas. 

—¿Existe una especie de 'llave' para alcanzar la felicidad?

—Ante todo, creo que hoy en día se confunde la felicidad con el bienestar. El bienestar puede ser psicológico y psíquico. Y cuando tenemos ambos tipos de bienestar, cuando estamos satisfechos con nosotros mismos, eso es la felicidad. Pero hoy en día, esta viene confundida con estar bien a toda costa. Reír a toda costa. Se confunde la felicidad con la alegría, que es una emoción. Y esta, como todas las emociones llegan y se van, duran unos minutos. No podemos estar siempre alegres.

Estamos en la sociedad de las redes sociales, de la dopamina que se dispara cada vez que se recibe un like. Esto es muy adictivo y también muy peligroso porque en las redes vemos muchas fotos de caras felices cuando en el día a día la gente afronta realidades que no siempre son felices. Es la vida. Tiene momentos fáciles y difíciles. La llave de la felicidad diría que es identificar las emociones, abrazarlas, darnos permiso para sentirlas y a partir de aquí, una vez que les hemos dado la bienvenida podemos pensar mejor. Porque como las emociones duran poco, si las gestionamos bien, a partir de ahí podemos pensar de manera diferente. Ante un problema, si antes solo teníamos un punto de vista, ahora podemos desarrollar varios. A partir de ahí, teniendo diferentes pensamientos y colores, viendo la vida a través del pensamiento creativo, podemos actuar mejor.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.