De los comentarios sobre tu vida privada a las arenas movedizas de la política: los consejos psicológicos para afrontar estas fechas
SALUD MENTAL
Seas fanático de la Navidad o no, contar con estrategias puede ayudarte a salir airoso de muchas situaciones
24 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La ves venir. La cena de Nochebuena está a la vuelta de la esquina y puede que algún comentario que no te apetece demasiado escuchar te va a caer. Y si no es ahí, es un encuentro con personas que hace mucho tiempo que no ves o en una fiesta con amigos. Gusten o no, estas fechas son psicológicamente intensas. Con el fin de esquivar los tiros y que lo único que salte por los aires sea el corcho del champán, te proporcionamos una serie de consejos para afrontar estas situaciones, donde la capacidad de anticipación es muy valiosa.
Si no te sientes cómodo ante la celebración, busca algo que te motive a ir
Puede que no te gusten estas fechas y no pasa nada. Lo primero es aceptar que eso no te hace raro ni diferente. Por lo tanto, si no nos apetece la celebración, no tenemos por qué ir, pero antes de tomar la decisión «hay que intentar internalizar la razón de por qué lo haces o no». Son palabras de Raquel Rodríguez-Carvajal, doctora en psicología y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). «No es lo mismo ir a esa cena porque me siento obligado, porque mi mujer se va a sentir mal, por el qué dirán mis hijos o el jefe, a que, aunque no me apetezca, crea que tengo que estar». La experta comenta que se debe recurrir a aquellas razones que están relacionadas no solo con el disfrute, también con nuestra integridad o rol. «Es intentar cambiar el "tengo que" por el "quiero". Situaciones que no me apetecen, pero en las que estoy por los valores que tengo. Buscar un pequeño motivo de los cien que puede haber para no ir», añade.
Además, son días en los que existe una especie de mandato social en el que todos debemos estar felices. «Si eres una persona a la que le están yendo bien las cosas por así decirlo y disfrutas de estas fiestas, estupendo. Pero ¿qué pasa si has tenido una pérdida importante este año? Incluso una pérdida en algún momento de tu vida durante estas fechas, dificultades económicas o algún problema de salud mental o física. Hay muchas realidades diferentes y no es sano pensar que todos vamos a estar felices», asegura Marta Martínez, psicóloga y psicoterapeuta.
Juego de las sillas: crea una red de seguridad
De todas las personas que van a ir, sabes con quién prefieres sentarte y con quién no. Por eso, el primer consejo es llegar y establecer conversación con esas personas. Esta red de seguridad nos ayudará a llevar mejor la cena, pero también a escapar si es necesario. Sí, has leído bien.
«Esta red de seguridad varía mucho y depende de la forma en la que cada uno se sienta más seguro. Lo más típico es tratar de sentarte al lado de alguien en quien tengas confianza, pero también intentar hablar previamente con las personas con las que compartirás mesa, quedar con alguien antes e ir juntos o buscar una salida en caso de emergencia. Angustia mucho el sentir que no tienes salida a una situación de estrés. Anticípate y crea una opción de salida (algo tan sencillo como que alguien te llame al teléfono dándote una excusa para levantarte). Si luego no la necesitas, fantástico, pero saber que la tienes te dará una sensación de control y disminuirá tu percepción de estrés. Se trata de modificar el contexto para tener una sensación de control», detalla Rodríguez.
Y llega el comentario de tu físico, la boda o los niños
Puede que, aunque trates de evitarlo, surja el típico comentario con el que te hierva la sangre. Las culpas suele llevárselas el cuñado, pero en realidad puede salir de la boca de primos, suegros, hermanos y demás familia. Primero de nada: mantener la calma.
A no ser que tengamos una autoestima fuerte o estemos seguros de nosotros mismos, es probable que un comentario sobre nuestro aspecto físico nos afecte. Que si has engordado, bajado de peso o tu cara refleja el cansancio que llevas arrastrando durante días. La otra persona te lo puede haber dicho con todo el cariño del mundo, pero a ti te duele igual. «En este caso, lo ideal es optar por lo que en psicología denominamos como extinción. Es decir: "Te agradezco que te preocupes por mí y sé que seguramente lo digas con buena intención, pero no es necesario», indica Rodríguez. A lo que añade: «Si sabes que sus intenciones eran buenas aunque el comentario haya sido torpe, está bien agradecerlo».
Entre los aspectos positivos de optar por esta técnica, la psicóloga menciona no ponerse a la defensiva ni reactivo. «No te conviertes en diana porque no te reflejas como atacada, ni tampoco expresas el ataque». En el lenguaje popular, le llamaríamos torear. «Hacer distracción, no convertirte en el objetivo. Y además, transmitir que todo está perfecto. Desmontas a la otra persona».
«Tanto los comentarios que tienen que ver con el físico como los relacionados con "para cuándo la boda" o "para cuándo los hijos", tienen un mismo punto en común: es mi vida. Si yo la he construido y las decisiones las he tomado más o menos fiel a mí mismo, con esos por qué internos, se viven estos comentarios de una forma mucho más tranquila. Lo importante es ser fiel a ti mismo», comenta Rodríguez. Es decir, la estrategia es la misma: agradecer, extinguir el tema y pasar a otro.
La política
«Creo que tenemos que tener en mente que ninguno de nosotros tiene la obligación de educar a nadie. Es decir, esto muchas veces nos pasa cuando recibimos un comentario que a nosotros nos parece homófobo, machista, racista… puede que tengamos ese impulso de saltar y decir: "Ey, que esto no está bien". Pero es muy importante saber que no tenemos la obligación de estar educando continuamente a nadie, que al final ahí estamos para disfrutar», explica Martínez. De esta forma, su recomendación en estos casos es que si queremos evitar conflictos, mejor no entrar.
También existe otra alternativa: la técnica del banco de niebla. «En vez de entrar a confrontar lo que no, simplemente recoges lo que sí. Dar la razón a una pequeña parte. "Pues mira, esto es un punto que tenemos en común". Permite poner en relevancia lo que sí compartimos y a la vez, no pierdes sinceridad ni tu punto de vista. Un ejemplo: “No nos vamos a poner de acuerdo pero sí, Pedro Sánchez habla muy bien inglés, es verdad”. Da igual lo que sea. Deja que el otro hable solo con el objetivo de buscar ese punto en común. “Oye tenemos posturas totalmente diferentes en todo lo demás, pero ahí, totalmente de acuerdo”. Ya lo has dicho, ya podemos cambiar de tema. “¿Qué te parece...?”», explica Rodríguez.
¿Qué beneficios tendría esta estrategia? «Permites que el otro suelte con el objetivo de que busques el punto en común y que esté todo bien. Rescatas lo que hay en común. El otro se queda tranquilo y tú, como es tu turno de palabra, tienes la posibilidad para cambiar de otra cosa que te interese más», añade.
En este punto de la conversación se podría optar por un tema más banal, como un viaje que hayamos hecho o una serie que estemos viendo. El objetivo es despejar la atención por otra vía. Así lo explica la doctora en psicología: «Se trata de ser muy consciente de tu nivel de vulnerabilidad e ir atajándolo. Ya estoy allí, ya tengo mi red de seguridad, ya tengo mi salida preparada por si fuese necesario, ahora focalizaré la atención constantemente en aquello que me hace sentir seguro. Y todo aquello que me hace sentir incómodo: extinción. Reactividad cero. Porque si muestras reactividad frente a algo que no te gusta, te mostrarás vulnerable. Y a más vulnerabilidad, más estrés. Si respondes, malo; tu capacidad de manejo va a estar alterada. Por tanto, extinción. "Ah, oye, por cierto, ¿habéis leído que en tal sitio está pasando tal cosa?". Y cambiamos el foco de atención a un punto en el que me siento más confortable».
Mejor calidad que cantidad
Si no estás cómodo, huye de quedarte más de lo necesario en esa comida, cena o fiesta. «Si llega un momento en el que mi batería social siento que se agota o ya no estoy cómoda, mejor estar poco tiempo y que sea de calidad, a forzar hasta el agotamiento», subraya Martínez.
Además, lo mejor es preparar el escenario de que esa huida es lo que va a pasar. «Así las personas presentes también valoran el esfuerzo que has hecho. "Me he levantado con un dolor de cabeza horrible, estoy muerta. Por eso que, si me permitís, me voy un poco antes". Sobre todo para evitar la típica situación de: "Hombre, ¡pero no te vayas! ". Ya está preparado. Anticipar, poner en situación a las personas», sugiere Rodríguez.
Consejos para sobrellevar de la mejor manera posible una cena o comida que no nos apetece:
- Si no nos apetece ir a la cena, buscar motivos. Cambiar el «tengo que» por el «quiero». Situaciones que no me apetecen pero en las que estoy por los valores que tengo.
- Crea una red de seguridad. Siéntate con quien estés más seguro o tengas más confianza.
- Ante un comentario sobre tu aspecto físico o vida privada que te duela, opta por la extinción: «Te agradezco mucho la preocupación, pero estoy bien».
- Si aparecen temas problemáticos, utiliza la técnica del banco de niebla: «En vez de entrar a confrontar lo que no, simplemente recoges lo que sí. Dar la razón a una pequeña parte». Sirve para que la persona que lo recibe se sienta reconfortada y a ti, para optar por otro tema.
- Optar por conversaciones banales, libres de posibles conflictos. Hablar de una serie o un viaje, por ejemplo.
- No es necesario que te quedes más de lo necesario en esa celebración. Mejor poco tiempo y de calidad, que forzar hasta el agotamiento.