David Gómez, psicólogo: «Muchos de los pensamientos que llamamos negativos sirven para protegernos»

SALUD MENTAL

David Gómez (Valladolid, 1981) es psicólogo sanitario especialista en regulación emocional y autoestima.
David Gómez (Valladolid, 1981) es psicólogo sanitario especialista en regulación emocional y autoestima.

El experto explica que el amor propio tiene un rol prioritario en el bienestar y, para alcanzarlo, es importante llegar a autoconocernos

27 abr 2024 . Actualizado a las 17:27 h.

 ¿Alguna vez te has parado a pensar en cómo te hablas? ¿Qué piensas cuando te miras al espejo? ¿Qué cosas te dices cuando algo te sale bien? ¿Y cuando te sale mal? En otras palabras, ¿qué tal te llevas contigo? Estas son algunas preguntas que pueden orientarte para saber cómo está tu amor propio. Un término que todos hemos oído nombrar, pero que tiene repercusiones psicológicas más profundas de lo que podríamos pensar a priori. 

Estrechamente ligado a la autoestima, el amor propio es el valor que nos damos a nosotros mismos y comienza a formarse en la infancia, cuando todavía no somos conscientes de ello. En la vida adulta, esa construcción de nuestro propio valor a la que hemos llegado va a guiar muchas de nuestras decisiones, desde nuestra carrera profesional hasta el tipo de personas con las que nos relacionamos. Pero ¿y si no hemos cultivado el amor propio? El psicólogo David Gómez asegura que nunca es tarde para empezar a hacerlo. De hecho, señala que la relación con uno mismo es la más importante de todas a lo largo de la vida: solo tú te acompañarás desde el principio hasta el final, en todo momento. Por eso, en su nuevo libro, Un viaje hacia el amor propio (Urano, 2024), Gómez da algunas de las claves para emprender ese camino transformador.

—¿Qué es el amor propio?

—Desde pequeños nos enseñan que los demás son lo importante, que siempre están sus necesidades por encima de las nuestras. Los adultos te dicen: "Dale un beso a tu tía aunque no quieras". Y al final, terminas diluyendo tus propias necesidades en las de los demás, sin atender a tus emociones. Entonces, situaría el amor propio como un valor. No puedes perderte en las demás personas. Muchas veces, entre el trabajo, la familia, la relación de pareja y las obligaciones, nos descuidamos, no nos dedicamos tiempo ni nos mostramos cariño a nosotros mismos. Aunque tengamos una vida súper complicada, nosotros siempre deberíamos estar por encima de todo eso, porque las demás personas van y vienen, pero nosotros nos acompañamos toda la vida.

—¿Cómo podemos reforzar el amor propio en el día a día si tenemos esa vida agitada?

—De forma simple, lo principal es acercarse a contextos que nos hagan sentir bien y alejarnos de personas que nos hagan sufrir, de situaciones que nos hagan daño. No siempre se puede, porque no todo depende de nosotros y vivimos en un contexto histórico y social que a veces es precario. Pero el cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con nuestros pensamientos y emociones, cómo nos vinculamos con las personas, toda esa es la parcela sobre la que sí que podemos trabajar. Por ejemplo: ¿cómo nos hablamos? ¿Somos tremendamente duros? ¿Somos exigentes con nosotros, o nos tratamos con el cariño y el respeto que nos merecemos y con el que tratamos a los demás?

—¿Qué problemas genera el hecho de reprimir emociones?

—Cuando hemos tenido una historia complicada, eso le da función a lo que sentimos, hacemos y pensamos en el presente. Muchos de los pensamientos que llamamos negativos, realmente, tienen una función muy útil, que es protegernos. Por ejemplo, si yo me digo a mí mismo que nadie me va a querer, no voy a quedar con nadie y así me estoy protegiendo de que me puedan dejar o abandonar. El problema es que pegarme a esos pensamientos me aleja de lo que en realidad es importante para mí, que es tener amigos o tener pareja. Esos pensamientos entonces pueden actuar como una barrera que nos aleja de nuestros valores. Entonces, es importante identificar si la relación que tengo con mis pensamientos y mis emociones me está situando en oposición a lo que realmente quiero en la vida, o si a pesar de tener esos pensamientos logro avanzar hacia esos valores que para mí son importantes y soy capaz de vivir una vida plena.

—¿Cuáles son algunos mitos falsos que creemos sobre las emociones?

—Culturalmente hay unas reglas sobre cómo deberíamos vivir. Pero la ciencia ha demostrado que no funcionan. El etiquetar las emociones como positivas o negativas no está bien y lo que hace es que si algo no me gusta, yo realice esfuerzos persistentes e insidiosos para que desaparezca. Se ha demostrado desde hace más de cincuenta años que eso no funciona. Desmitificar estos pensamientos y sentimientos me va a permitir ser más flexible respecto a cómo regulo mis emociones y cómo me relaciono con mis pensamientos.

—¿Cómo podemos desarmar la autocrítica destructiva?

—Propongo tomar contacto con la historia de aprendizaje. Si tú, cuando eres pequeño, lo das todo en el cole, sacas un 7 y, en vez de darte la enhorabuena te dicen que podías haberte sacado un poquito más, te están grabando, tatuando esa exigencia. Después llegamos a adultos tratándonos así, de tal manera que interiorizamos y automatizamos un lenguaje negativo y terminamos tratándonos como si fuéramos nuestro peor enemigo. Entonces, hay que evaluar cómo ha sido esa historia de aprendizaje y, en segundo lugar, tomar consciencia de cómo nos estamos hablando. Si es en un tono de autocrítica y autoexigencia o en un tono de autocompasión. Y el tercer paso sería cambiar, hablarme como si estuviera dirigiéndome a un amigo al que quiero muchísimo.

—Menciona que muchos problemas con el amor propio se gestan en la infancia. ¿Cómo podemos prevenirlos?

—Lo que recomiendo a las personas que tienen hijos es que, cuando los niños tienen emociones fuertes, se agachen y se pongan a la altura de sus ojos, e intenten no decirles cómo se tienen que sentir, sino preguntarles cómo se sienten y por qué, e intentar validar con empatía lo que están sintiendo en ese momento. Porque para ese niño, lo que está sintiendo, aunque, como adultos no lo entendamos, es lo más difícil del mundo, y necesita validación, necesita saber que es normal a veces sentirse así.

—Señala que el autoconocimiento es clave para llegar al amor propio. ¿Cómo podemos empezar a emprender el camino de conocernos?

—Yo pensaría en una pregunta muy general, pero que plantea muchas dificultades. Se trata de coger un folio en blanco y escribir quién soy. A partir de ahí, empezar a desarrollar. Lo podemos enriquecer preguntándonos cómo ha sido nuestra historia, qué recordamos de nuestra infancia, cómo han sido nuestras primeras relaciones, como nos hablamos a nosotros mismos, qué áreas son importantes en nuestra vida, qué nos decimos cuando algo nos sale bien y qué nos decimos cuando algo nos sale mal. Con esas preguntas, ya tenemos un buen trabajo por hacer.

—¿Deberíamos hacer ese trabajo interno antes de buscar una relación?

—La respuesta no es fácil. Vaya por delante que, independientemente de cómo tengas la autoestima, te mereces que te quieran de la mejor manera. Es verdad que, cuanto más trabajado tengas el amor propio, más en disposición estarás de saber qué es lo que quieres en un vínculo afectivo y, sobre todo, saber qué no quieres y alejarte cuando el vínculo no le venga bien a tu vida. Por eso es importante trabajar en el amor propio. Pero no es que no tengas derecho de iniciar un vínculo mientras lo haces. Solo hay que encontrar a alguien sano.

—¿Qué rol tienen las redes sociales en nuestra construcción del amor propio?

—Las redes sociales son material peligroso. Nos venden un fotograma, un momento de perfección que, como me compare con él, pierdo y me machaco. Entonces, yo siempre recomiendo cuidar muchísimo las cuentas a las que seguimos. Eso es prioritario. Y buscar seguir a cuentas que realmente aporten contenido de calidad.

—¿Cómo podemos evitar la codependencia en las relaciones?

—Yo siempre recomiendo examinar constantemente el vínculo. Al final del día, podemos sentarnos y pensar en cómo está esa relación. ¿Es lo que realmente necesito? ¿Me hace sentir bien? ¿Puedo comunicarme con libertad? ¿Puedo mostrar mis vulnerabilidades y me las cuidan? Son preguntas que hay que hacerse. Si no nos cuestionamos esas cosas, nos dejamos llevar por el amor y el amor no tiene que estar por encima de todo. Luego, es importante la responsabilidad afectiva. Ese es el nombre que le ponemos a un conjunto de conductas cuya función es cuidar el vínculo con la persona que tenemos delante. Todo lo que decimos no cae en el vacío, sino que le llega a alguien y si no cuidamos lo que vamos a decir, podemos generar una herida importante.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.