Dolor o negación, la reacción ante un desastre que nadie esperaba: «Que uno tire una piedra desencadena la frustración acumulada del resto»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Dos mujeres se abrazan en una calle de Paiporta, uno de los municipios más afectados por la DANA en Valencia.
Ana Escobar | EFE

Expertos en salud mental analizan las fases anímicas tras una catástrofe

05 nov 2024 . Actualizado a las 18:35 h.

Más de doscientos muertos y sin número de desaparecidos oficial a cinco de noviembre. Una catástrofe que no solo se llevó vidas, sino también hogares, negocios y recuerdos. No es de extrañar, por tanto, que la salud mental de los afectados pueda verse perjudicada. «Es indudable que las personas no estamos preparadas para una situación así, ni por posición ni por situación. Hay zonas del mundo donde este tipo de acontecimientos pueden ser más habituales, pero no lo eran en la nuestra», ataja María Dolores Fernández, profesora de Psicología en la Universidad Europea.

Este tipo de catástrofes se traducen en un impacto a nivel de tensión y de estrés cerebral «que hacen que, en un primer momento, como el de ahora, se valore más la supervivencia y no se vea, con claridad, lo que podrá venir después», añade la experta. El instinto más biológico de defensa se impone a cualquier otro planteamiento más racional.

Por ello, la intervención psicológica con un objetivo preventivo es característica de las tragedias. «En la clínica será curativa, en la emergencia es paliativa», dice Alfredo Guijarro, socio fundador de la Sociedad Española de Psicología de Urgencias, Desastres y Emergencias (Sepadem). Esto permitirá evitar problemas de salud mental futuros. Una crisis se convierte en un hecho traumático cuando desborda la capacidad adaptativa y quiebra la trayectoria vital de quien lo padece; hay un antes y un después, y afecta a nivel biológico, cognitivo o emocional, entre otros. Trabajar para evitar que esto se produzca es esencial. «Se calcula que de los que se enfrentan a una tragedia tienen entre un 80 y un 90 % de probabilidad de salir de estas situaciones sin mucha carga emocional», explica Guijarro. Sin embargo, para que esto se cumpla, los profesionales deben acompañar y preparar a las personas.

La primera fase emocional que atraviesan los afectados es de sobra conocida: el shock inicial. «Las personas se quedan paralizadas. Habrá gente a la que esta parálisis le dura quince segundos y otras que no presenten esa capacidad ante la adversidad y no reaccionen o estén apáticas», indica Guijarro. Además de las características inherentes a la propia personalidad, influye la situación individual previa. «Si hasta ese momento he tenido una vida más o menos acomodada, sin grandes sobresaltos, tendrá una perspectiva más optimista», señala el psicólogo experto. En cambio, si alguien viene de una pérdida reciente, con toda probabilidad, tendrá mayores dificultades.

Si bien la reacción inicial puede darse con un amplio abanico de experiencias, las más habituales serán el embotamiento, la negación de lo ocurrido, la percepción de enlentecimiento del tiempo, el pánico o el dolor. «Incluso, puede haber reacciones que no son propias de la persona en una situación normal», precisa Guijarro, que destaca las reacciones colectivas: «En el ataque a las autoridades se vio que el hecho de que uno tire una piedra, desencadena la frustración acumulada del resto».

Una vez los servicios de emergencia han tomado el control de la situación, los implicados empiezan a salir, progresivamente, de la fase del impacto. Se conoce como fase de reacción y puede ser muy dolorosa, pues la realidad les golpea con fuerza. Y, finalmente, llega una tercera caracterizada por la adaptación. «Hay una disminución en el modo de expresarse o compartir social sobre lo ocurrido, las personas siguen necesitando hablar sobre sus dificultades, pero están quemados para escuchar a otros», cuentan los psicólogos valencianos. En esta fase, el riesgo de ansiedad, síntomas psicosomáticos y los pequeños problemas de salud, como las pesadillas, pueden incrementarse.

Ana Núñez, coordinadora del Grupo de Intervención Psicolóxica en Catástrofes e Emerxencias del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, llama la atención sobre la particularidad de esta DANA: «Normalmente, cuando son catástrofes naturales, las emociones se procesan de una forma un poco más rápida que otro tipo de accidentes porque se acepta que no está bajo nuestro control. Sin embargo, en este episodio, se busca mucho la culpabilidad», analiza la experta. 

Las oleadas de voluntarios demuestran que el sentir no es individual, sino colectivo. Prueba de ello —según la profesora de la Unión Europea— «es que muchos estemos pegados a la televisión pendientes de las noticias o que se vea la solidaridad de todos», señala. Una experiencia que, para Ana Núñez, es y será percibida por los factores y «les ayudará a reponerse y a fomentar esa resiliencia», contempla. 

Voluntarios pasan ante un cristal en el que se puede leer «gracias» por la ayuda en las labores de limpieza de las zonas afectadas.
Voluntarios pasan ante un cristal en el que se puede leer «gracias» por la ayuda en las labores de limpieza de las zonas afectadas. Miguel Ángel Polo | EFE

Evitar frases hechas y tener una escucha activa, claves en la atención

Juan Rodríguez, portavoz del Área de Emergencias del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana en la situación de la DANA, explica que el procedimiento de atención psicológica siempre lo activa el 112 «y llega después de salvar a la gente y cubrir las necesidades básicas». Su trabajo se centra tanto en el acompañamiento de familiares de fallecidos, como en el servicio psicológico a los trabajadores, o a las personas afectadas en situaciones de menor gravedad.

La profesora de la Universidad Europea explica que, de manera general, la atención en este tipo de situaciones se plantea a corto, medio y largo plazo: «Una primera donde se establece qué materiales hacen falta y las tareas definidas de cada quién. Después nos ocupamos de cómo se traslada una mala noticia y del listado de fallecidos. Y posteriormente, se comienzan los procesos de duelo y de crisis con quienes lo precisen». En este último caso se puede mitigar el sufrimiento o derivar a la persona para una valoración de un posible estrés postraumático. La entidad valenciana recomienda en su guía de primeros auxilios que el profesional tenga una actitud calmada, responda siempre a lo que se pregunte y escuche a la víctima para que esta pueda desahogarse. Además, aconseja evitar, en todo momento, frases hechas como: «Tranquilo», «ahora tienes que ser fuerte», «no llores, ya está, ya ha pasado» o «tienes que cuidar a tu mujer, marido o padres», entre otras.

Núñez destaca la importancia de validar las emociones de las víctimas: «Hacerles entender que es normal que surja el miedo, la rabia porque sentimos que no tenemos ayuda o, incluso, la culpabilidad en la que se preguntan por qué hicieron o no hicieron determinadas cosas», precisa la especialista. Todas ellas experiencias displacenteras que ayudan, por otra parte, a que uno se ponga en marcha y se anime a salir de casa: «Nuestro rol también es el de intentar devolver a la población un rol activo, ver qué pueden hacer y que no se queden bloqueados», cuenta. Aunque, como cabe esperar, el tipo de estrategia dependerá del tipo de víctima, pues no es lo mismo tratar con un familiar de un fallecido que con alguien que se enfrenta a pérdidas materiales. 

Trastorno por estrés postraumático, las consecuencias del después

Varias personas limpian los estragos ocasionados por la DANA.
Varias personas limpian los estragos ocasionados por la DANA. Rober Solsona | EUROPAPRESS

A la hora de hablar de salud mental, no solo importa el presente, sino también el futuro; en este último, la prevención tiene mucho que decir. «Aquellas personas que hayan recibido una intervención o que se hayan movilizado trabajando por la comunidad, tienen una mejor perspectiva a la hora de volver a la normalidad y de que no aparezca patología», indica Alfredo Guijarro. Esta situación, que se considera un fuerte estresor, aumenta el riesgo de padecer trastornos «como la depresión o la ansiedad», responde el especialista en emergencias.

Los expertos también miran al potencial riesgo de suicidios. «Cualquier situación de estrés del entorno son factores precipitantes, es decir, esto está provocando un efecto sumativo a otras variables de riesgo», precisa el experto del colegio valenciano. Por eso, y ante una situación de riesgo, es importante que el entorno de las personas más vulnerables presten atención a las señales previas: «Quien verbaliza con quitarse la vida, tiene un plan de ejecución y lo reitera entra en un riesgo mucho más alto; o si el afectado tiene una actitud que muchas veces se describe como una mirada que atraviesa a la otra persona», precisa el psicólogo.

Dentro de la patología que aparece después de un desastre se encuentra el trastorno por estrés postraumático, aglutinado dentro del grupo de la ansiedad. «Un 70 % de las personas expuestas al trauma se recuperan de forma natural y espontánea, sin embargo; un 30 % restante necesitan tratamiento psicológico», plantea Juan Rodríguez, del colegio de Valencia. La coordinadora del Grupo de Intervención Psicolóxica en Catástrofes e Emerxencias del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, destaca que esta situación dependerá mucho de cómo se gestione en la actualidad. «Si se sienten abandonados, ven sus capacidades desbordadas y con mucha indefensión, puede haber más problemas de salud mental». A su vez, recuerda que en la propia evolución de la enfermedad influyen también «la historia previa de otros trastornos o que se sumen experiencias traumáticas», indica la psicóloga gallega.

Este problema se manifiesta con pesadillas, un sufrimiento emocional grave, recuerdos recurrentes e involuntarios del hecho traumático, cambios negativos en el estado de ánimo, desesperanza acerca del futuro o reacciones físicas, como el asombro fácil o el insomnio, entre otros. Para hablar de un diagnóstico, se debe dejar pasar un período temporal: «En un primer mes, hablamos de un estrés agudo, con síntomas similares al postraumático, pero que forman parte del procesamiento de la situación», describe la miembro del colegio de Galicia. Cumplido este espacio, la ayuda se vuelve todavía más necesaria. Suposiciones aparte, en qué medida la salud mental se verá afectada en la Comunidad Valenciana es algo que solo podrá decir el tiempo.

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.