Caída de la testosterona: «Es probable que afecte a la capacidad fértil de la población masculina»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La testosterona es, entre otras cosas, la hormona encargada de estimular la producción de espermatozoides.
La Voz de la Salud | iStock

Estudios recientes muestran una tendencia descendiente de la testosterona en hombres de todas las edades en los últimos 15 años

12 sep 2022 . Actualizado a las 11:35 h.

La testosterona es la hormona androgénica que participa en el desarrollo de los genitales y desencadena la aparición de caracteres sexuales secundarios en los hombres. Producida en un 95 % en los testículos, se trata de una sustancia que forma parte fundamental de la fertilidad en los hombres: es la encargada de estimular la producción de espermatozoides en los túbulos seminíferos, para que formen el semen. Además, la testosterona tiene un papel importante en la salud y el crecimiento de los huesos, tiene acción antiinflamatoria y antioxidante, y aumenta el deseo sexual.

Pero, según estudios recientes, la testosterona masculina está pasando, desde hace más de una década, por una mala racha. A escala poblacional, los niveles de testosterona en sangre se han ido reduciendo. Esto está relacionado con causas no del todo comprendidas en la actualidad. Lo que sí se sabe es que el descenso de la testosterona en los hombres puede acarrear consecuencias para el futuro de la fertilidad humana.

La testosterona cumple dos funciones en el cuerpo del varón:

  1. Efecto andrógeno: ayuda a la formación y mantenimiento de los caracteres sexuales masculinos como la aparición de la barba o el cambio de voz.
  2. Efecto anabólico: incrementa la complexión ósea y la fuerza de los hombres, además de estimular el crecimiento y la maduración de los huesos.

«En los últimos 15 años han salido a la luz varios estudios de investigación que demuestran una tendencia descendente de los niveles de testosterona total en sangre en los hombres, independientemente de la edad. Esto es, se ha analizado la testosterona en varones jóvenes y también en añosos, y esos valores son menores en las décadas últimas en relación con las décadas previas», resume el doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, Coordinador Nacional del Grupo Uro-Andrológico de la Asociación Española de Urología (AEU).

¿A qué se deben esas cifras?

«Justamente eso es lo que se desconoce», admite el experto. Sin embargo, se pueden apreciar ciertos factores. Por ejemplo, es sabido que la obesidad o el síndrome metabólico, que incluye la hipertensión y la diabetes, son enfermedades que producen hipogonadismo, una afección en la que los testículos producen hormonas sexuales insuficientes. Al mismo tiempo, y cerrando el círculo vicioso, el descenso de testosterona produce obesidad. «Pero estos factores fueron estudiados en esas investigaciones y no se evidenció una relación con este descenso de la testosterona: aparentemente no había más obesidad entre los pacientes analizados hace varias décadas y los de ahora», apunta Martínez-Salamanca.

«Lo que queda por estudiar como hipótesis es que otros factores del estilo de vida, como el uso cada vez más popular de ropa interior ajustada, el aumento de la temperatura ambiente en los hogares y las oficinas durante las últimas tres décadas, la disminución de la actividad física con el aumento de los índices de masa corporal y el tabaquismo, puedan contribuir al descenso de los niveles de testosterona en los hombres», señala el urólogo.

Este descenso global no es lo mismo que una deficiencia puntual en los niveles de testosterona. Esto último se considera patológico y desencadena distintos procesos fisiológicos que pueden dar síntomas como:

  • Dificultad para mantener una erección
  • Falta de deseo sexual
  • Bajo recuento de espermatozoides, bajo volumen de semen
  • Disminución de la fuerza y pérdida de masa muscular
  • Acumulación de grasa y agrandamiento de los pechos
  • Disminución de la densidad mineral ósea y osteoporosis
  • Falta de energía y sensación de fatiga

Cuando ocurre esto, lo primero que debemos hacer es acudir al médico y pedir un análisis hormonal que permita detectar si los niveles de testosterona se encuentran bajos. Es importante consultar ante estos síntomas, ya que los bajos niveles de testosterona se asocian a otros problemas como un riesgo más alto de anemia, así como alteraciones en las funciones cognitivas y la memoria.

También debemos tener en cuenta que la producción de testosterona suele disminuir con la edad. Según la Asociación Estadounidense de Urología, aproximadamente 2 de cada 10 hombres mayores de 60 años tienen testosterona baja. En la década de los setenta años, esto es aún más pronunciado: 3 de cada 10 hombres de 70 a 80 años padecen este problema.

En cualquier caso, si la prueba analítica determina que tenemos un déficit de testosterona, existen tratamientos a base de testosterona exógena, que se pueden administrar por distintas vías: de forma dérmica en geles o parches, en inyecciones o incluso implantes. Pero la administración de testosterona puede tener efectos adversos como un crecimiento de la próstata o una mayor retención de líquidos, por lo que siempre debe hacerse con seguimiento médico.

¿Es preocupante el descenso de la testosterona a nivel de la población?

Antes de hacer sonar las alarmas, cabe señalar que las investigaciones que reportan estos datos presentan limitaciones que Martínez-Salamanca considera «importantes». «Por una parte, las muestras obtenidas de pacientes hace muchos años pueden no ser igual de válidas al compararlas con muestras recientes, además de que los métodos de análisis de las muestras han cambiado. Por otra parte, en un estudio danés publicado en el 2007 con más de 500 pacientes se demostró que disminuía tanto el nivel de testosterona total en la sangre como el valor de la proteína que liga de la testosterona (SHBG), lo que en realidad conlleva que los valores de testosterona libre o biodisponible, esto es, la eficaz, se mantengan más o menos estables con el tiempo», observa Martínez-Salamanca.

Sin embargo, si hay, efectivamente, un descenso de la testosterona a nivel poblacional, esto podría ser objeto de preocupaciones mayores. «Los cambios en los niveles de testosterona masculina observados en las poblaciones danesa y estadounidense pueden ser demasiado pequeños para tener relevancia clínica para el hombre individual, pero en una perspectiva a nivel de población, es alarmante que puedan detectarse cambios de esta magnitud en un período de tiempo tan relativamente corto, evolutivamente hablando. Si esa testosterona sigue decreciendo es bastante probable que afecte de manera relevante a la capacidad fértil de la población masculina. Es por ello que debemos centrar nuestros esfuerzos en encontrar qué está causando estos cambios en la testosterona, de ser realmente ciertos y de esa magnitud, para poder prevenirlos», señala.

Lo que sí sabemos a día de hoy, insiste Martínez-Salamanca, es que la testosterona se ve afectada por el sobrepeso y el síndrome metabólico, y en este sentido, llevar unos hábitos saludables es la principal medida individual que se puede tomar: seguir una dieta sana, hacer más ejercicio y unos buenos hábitos de sueño son, como en todo lo que hace a nuestra salud, una enorme clave.

«Si realmente se quiere ir más allá, hay que evitar comer o beber en envases de plástico», apunta el experto, ya que es sabido que los plásticos conocidos como BPA liberan sustancias disruptoras de las hormonas a nuestro organismo.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.