Tinder analizado por expertos en psicología, filosofía y sexología
VIDA SALUDABLE
Así ha cambiado la app de citas más popular del mundo el panorama de la soltería y nuestra salud mental
18 abr 2023 . Actualizado a las 12:31 h.Si nos remontamos a apenas quince años atrás, el mundo era completamente distinto al que hoy habitamos. Esto es en gran medida debido a un dispositivo que ha venido a transformar la vida humana: el smartphone. Con su conexión a Internet, sus cámaras de fotos de alta calidad y, sobre todo, sus apps, los teléfonos han pasado de ser una herramienta para la comunicación a contener el universo entero de nuestra vida social y afectiva. Las empresas desarrolladoras de aplicaciones móviles no tardaron en descubrir que esta tendencia no era una moda pasajera, sino que había llegado para quedarse. Vieron en este nuevo ecosistema de las relaciones humanas un nicho y dedicaron todo su esfuerzo a conquistarlo. Así nació, hace diez años, Tinder.
Con más de 55.000 millones de matches, dato anunciado orgullosamente en su sitio web, Tinder es hoy una de las app de citas más populares en todo el mundo. Reconocida por su icónica interfaz de usuario, más tarde replicada por distintos competidores, Tinder tiene un funcionamiento sencillo y casi lúdico, al que debe, en gran parte, su éxito.
Tras crear y verificar un perfil, la aplicación va enseñándole al usuario un perfil tras otro de las potenciales parejas, de forma que puede ver varias fotos de cada persona y leer una breve descripción de ella, así como su edad y la distancia a la que se encuentra. El usuario toma entonces una decisión. Ante cada perfil visto, puede deslizar el dedo por la pantalla en dos sentidos: hacia la derecha, si el perfil le ha interesado, o hacia la izquierda, si no. Todo esto, claro, de forma anónima: uno no puede ver quiénes le han rechazado. Cuando dos usuarios se «eligen» uno al otro deslizando hacia la derecha se produce el match. Solo entonces se abre una ventana de conversación en la app y los usuarios pueden conocerse y chatear.
En particular, el deslizado o swipe que permite seleccionar y descartar perfiles es la herramienta fundamental y el rasgo distintivo que ofrece Tinder, que viene a romper con modelos anteriores de emparejamiento: le da al usuario una sensación de mayor control sobre el proceso y lo convierte, a su vez, en un juego. Pero todo esto tiene sus claras desventajas; la más evidente de ellas, la facilidad de Tinder para «enganchar» a los usuarios fomentando un uso desmedido.
Una nueva era
«Es verdad que Tinder, a lo largo de los años, ha ido subiendo en el ránking de formas de conocer gente, incluso me acuerdo de la primera vez que vino a mi consulta una pareja que se había conocido en Tinder. En ese momento vi que las cosas iban cambiando. El conocerse en el trabajo o al salir de noche, o por amigos de amigos, que era la manera más clásica, ha ido moviéndose. Y desde el coronavirus Tinder ha subido más», observa el psicólogo Jaime Burque, especialista en sexología y terapia de pareja.
«Tiene muchos puntos fuertes. Por un lado, te da mucho margen. Hoy en día, tenemos poco tiempo. Y esto te da tranquilidad, te da movimiento, te da flexibilidad, puedes planear cosas para quedar con alguien. Hay que entender que es el primer paso para quedar con alguien y luego ya empiezan las relaciones como serían antes. Quedo a tomar algo con esa persona y luego ya, pues veremos a dónde llegamos. Yo creo que es el primer paso. El punto débil que yo le veo es que si vas con inseguridad, con ansiedad o con algún complejo, te puede hacer daño», señala Burque.
«Tinder facilita el contacto directo con desconocidos de una forma ágil y rápida. Aquellas personas que solo buscan encuentros casuales para mantener relaciones eróticas tienen a su disposición un grupo nutrido de candidatos y/o candidatas con diversos perfiles, gustos y necesidades. La facilidad de contacto y la inmediatez favorecen estos encuentros en detrimento de la forma tradicional de conocerse en un bar, parque o discoteca. Pero hay que recordar que la vida sexual de las personas va más allá del coito y la genitalidad, pues existen otras formas de disfrutar plenamente de las relaciones eróticas, además de existir diversas formas de vincularse, expresarse o entender el amor», coincide Belén Bueno Simón, sexóloga y psicopedagoga de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES).
«Las apps de citas han sumado un método más a todas las formas que podía haber antes para conocer gente. Además, han abierto un campo a aquellas personas, que por su propia personalidad, puedan ser más tímidas o introvertidas. Con esta nueva opción, el resultado es que los encuentros son más fáciles», observa el psicólogo Fernando Pena, presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS y director del centro Calma Al Mar. «Es útil también para aquellas personas a las que no les gusta salir a discotecas u otros entornos que se han entendido tradicionalmente como lugares propicios para ligar. Hay personas a las que en otra época sí les gustaba, pero la imagen de estar a las 3 de la mañana escuchando música fuerte en un local cerrado ya no les entusiasma. Con esto, las apps de citas abren nuevas oportunidades», añade.
Para Pena, la gran ventaja sería la posibilidad de conocer gente que está en la misma disposición que uno. «A todos nos da reparo acercarnos a alguien que no sabemos realmente si está en un momento de su vida en el que le apetece conocer a gente. Si usamos las apps de citas, al menos tenemos la seguridad de que sí que es una persona con interés de conocer a gente nueva. Por lo tanto, partimos de un mismo interés en común y eso va acercando posiciones», explica.
Cabe señalar que Tinder ha tomado como inspiración el modelo Grindr, la app para connocer personas dentro del colectivo gay. Así lo explica el investigador del Instituto de Filosofía del CSIC Konstantinos Argyriou: «Es interesante observar que la demanda por una aplicación de citas con las características de geolocalización que ofrece Tinder no hubiera existido sin una demanda y una socialización previas del colectivo gay a través de Grindr. Pero a diferencia de Grindr, que está más centrado en el contacto físico, lo que moviliza Tinder es la información sociodemográfica de su usuariado: vestimenta, hábitos, imagen pública, viajes, momentos íntimos y cotidianos, momentos de diversión con amigos. Y es a través de esa información sociodemográfica que filtra la vida sexual».
¿Qué tipo de relaciones fomenta Tinder?
Cuando surgió Tinder, por su carácter dinámico y basado en fotos e imagen, la idea que muchas personas tenían de la app era que se trataba de una herramienta para concretar encuentros sexuales o relaciones casuales. Sin embargo, la realidad ha demostrado que esto no es lo que los usuarios hacen o lo que buscan en Tinder.
«Existe la falsa idea de que las apps de citas llevan a relaciones superficiales, o encuentros solo basados en sexo. Que la gente que está ahí solo busca sexo rápido. Pero eso no es cierto. En las apps de citas hay personas que efectivamente buscan solo un encuentro sexual ocasional, pero también hay muchas personas que están ahí porque buscan relaciones de pareja estables. Que buscan un compromiso, y no ven para sí un encuentro casual, porque no es lo que buscan en esos momentos de sus vidas», señala Pena.
En rigor, al igual que ocurre con cualquier persona que podamos conocer en otros contextos, cuando conocemos a alguien a través de una app no siempre sabemos qué resultará de eso. «Bauman habla del amor líquido. Este se caracteriza por la fragilidad de los vínculos humanos en la actualidad. No se establecen fuertes raíces emocionales, pues nos desvinculamos emocionalmente si algo no nos cuadra, como si tuviésemos miedo a atarnos a los demás y comprometernos, para así sufrir lo menos posible, y nos enganchamos a la constante exposición a nuevos estímulos. Algunas relaciones líquidas o sin compromiso empiezan así, por una pulsión física, una fuerte atracción o deseo sexual. Pero, a menudo, lo que era simplemente 'sexo' termina convirtiéndose en una relación estable. Somos seres emocionales, vulnerables, sensibles y enamoradizos. No somos máquinas, cualquier cosa puede ocurrir», apunta Bueno.
«Las nuevas tecnologías no han sido solo una vía revolucionaria de acceso a personas, sino sobre todo una nueva forma de relacionarse con el espacio, con el tiempo, y con el deseo. Esas aplicaciones como Tinder o Grindr o Bumble han supuesto la respuesta rotunda, y a la vez voluntarista, al servicio de búsqueda de parejas del siglo XX: han emancipado a las personas para que busquen a potenciales parejas, o al menos crean esa ilusión de agencia», señala Argyriou.
«Todos conocemos ya seguramente a parejas que se han conocido en una app de citas y hoy en día tienen una bonita relación de pareja. Algunos incluso han tenido familia y han estado juntos desde que se conocieron así. Lo que uno encuentre no depende tanto de la herramienta que use para encontrarlo, sino de lo que uno esté buscando, y del tipo de citas que acepte llevar a cabo. Para ello, un tanteo y conversación previa es fundamental», recomienda Pena.
En definitiva, coinciden los expertos, Tinder funciona más como un puntapié inicial para el vínculo y menos como aquello que define cómo será la relación. «Yo creo que, en el fondo, mucha gente sigue queriendo tener una relación, independientemente de la época en la que estés. Y el Tinder es un síntoma de cómo Internet ha cambiado todas las relaciones. Desde el teletrabajo hasta todo hoy en día, ha cambiado nuestra manera de relacionarnos entre las personas. Pero en el fondo, la gente sigue queriendo estar con alguien, ser feliz, enamorarse, tener sexo, tener relaciones», asegura Burque. «Tinder es lo que te empuja a moverte, ya sea para tener relaciones esporádicas, superar el duelo de tu ex, o liarte con alguien que te cae bien y se convierte en tu amigo, o conocer a alguien para una relación más duradera y estable», añade.
Pros y contras
Además de la facilidad que proporciona Tinder como herramienta para aquellas personas que son un poco más tímidas o reticentes, «conocerse online primero tiene ciertas ventajas. Uno puede decir qué es lo que quiere y qué es lo que busca encontrar. Por lo tanto, puede evitar perder tiempo en citas en las que vas descubriendo que esa persona no encaja en tu vida, o que no hay coincidencia entre lo que buscáis», señala Pena.
Al mismo tiempo, el uso de la app no está exento de riesgos. No solo porque estamos hablando de manera íntima con personas que en realidad no conocemos y cuyas intenciones no siempre podemos deducir. También porque estamos poniendo en juego nuestra salud mental. «Si tú eres una persona insegura y vas a Tinder, lo puedes pasar mal, porque vas a tener muchos fracasos, muchas decepciones, muchos rechazos, y muy visibles, además. Tinder condensa lo que te pasaba cuando tú ibas de noche a una discoteca y mirabas a la gente. Y la persona te gustaba o no te gustaba, era muy rápido, muy inconsciente, muy automático. Pero aquí vas viendo, milímetro a milímetro, todo este proceso y te puede hacer daño. Tal vez alguien te deja hablar, el ghosting famoso, los rechazos, que no te den like... Todo eso puede dañar tu autoestima», advierte Burque.
Una gran desventaja, apunta Pena, es que en Tinder «las comunicaciones se vuelven a veces bastante impersonales y genera mucha frustración cuando tras una conversación agradable te dejan en "visto" de por vida, y nunca más se reanuda sin saber por qué». «El anonimato es otro factor clave para entender esta cuestión, porque también permite salvar la autoestima de un posible daño. Si hablamos, pero no me convence la conversación contigo, puedo parar el contacto sin que eso me suponga una pérdida de credibilidad. Me escondo detrás de mi avatar o mi figura virtual, y no me tengo que "mojar" en persona, pidiéndote perdón porque no me hayas gustado. Ni que decir tiene que por esa misma razón, el ghosting ha incrementado muchísimo», explica Argyriou.
Otros problemas son propios de la lógica de la tecnología en sí. «Sabemos que Tinder en particular utiliza su algoritmo de forma bastante perversa: desde las fotos subidas, hasta el perfil demográfico indicado, toda la información se procesa de manera que priorice el uso reiterativo de la aplicación, y no el encuentro con la "media naranja". Por ejemplo, es sumamente conocida la estrategia de Tinder de presentar primero perfiles de mayor nivel social o atracción física (leyendo rasgos de la cara, por ejemplo), para enganchar a la gente al juego. O de ofrecer servicios muy distintos según si la persona paga su suscripción mensual o utiliza la versión gratis. Hay una mediación algorítmica que complica mucho la interacción. Quizá estemos asistiendo a un empuje ficticio hacia la sociabilidad, a tal punto que no salgamos de nuestras "cámaras de eco". Si Tinder me muestra constantemente perfiles de mi propio nivel educativo, económico o profesional, no me deja salir de mi zona de confort, aunque lo prometa. Al contrario, me deja atrapado en una selección limitada de parejas», señala Argyriou.
El match, ¿un medio o un fin?
Dejando a un lado los riesgos de «catfish», engaños y estafas, el gran problema de Tinder ocurre cuando dejamos de verlo como una herramienta y el entrar a mirar perfiles de otras personas se convierte en sí mismo en una actividad. Hay que tener en cuenta que es el propio mecanismo de la aplicación el que está diseñado para este fin: para lograr enganchar a los usuarios y retenerlos, hace falta que estén todo el tiempo buscando entrar. Hace falta, en otras palabras, que nos interese más Tinder que las personas que a través de la app podamos conocer.
«Lo que hacen los que desarrollan Tinder, es que al final se convierta en un enganche en sí. Es decir, tú te enganchas a los likes, a quitar y a poner gente, a mirar todos los días, a ver qué hay y que no hay. Ese es otro punto débil, porque no es solamente un paso o un recurso para conocer gente, se convierte en una actividad en sí misma. Te vas enganchando a mirar tus matches, a ligar, a ver qué te dicen», observa Burque.
«Esto a mucha gente le pasaba, en otro nivel, saliendo el fin de semana. Salir era la manera de conocer gente, y de alguna manera te vas enganchando ahí y vas teniendo problemas, desde alcoholismo hasta salir todos los días hasta las mil, vas enganchándote y en principio tu objetivo es conocer a alguien, salgo a ver si ligo. Pero al final acabas trabado ahí. Bueno, salir de noche es una de las 50 maneras de conocer gente, igual que ir al gimnasio, igual que Instagram», señala Burque.
Cómo divertirse en Tinder de forma segura
Lo primero es tener claro nuestro objetivo en el momento de crearnos un perfil en la app. «Tengo que saber si quiero conocer gente y hacer amigos, deseo sexo sin compromiso o prefiero algo más estable si doy con la persona idónea», apunta Bueno. Esto nos va a ahorrar disgustos y va a permitir que encontremos aquello que deseamos con más facilidad.
Por otro lado, es crucial que evitemos caer en el «enganche» de los likes, los swipes y los matches. «La mentalidad que hay que tener es que es una de las 50.000 maneras que hay de conocer gente, no es el todo, no es la clave, no es el fin, más bien es un medio», insiste Burque.
Consejos de Belén Bueno Simón para usar Tinder:
- Facilita solo aquellos datos que no sean íntimos y cuida el material fotográfico.
- No des información sobre la dirección de casa o el trabajo, ni el móvil u otras redes sociales a la primera de cambio
- Trata de seleccionar pocos perfiles al principio, para ir conociendo mejor a la gente y descartar a aquellos con los que no sintonizas, sin necesidad de hacer ghosting.
- Una vez que conectes con alguien afín a ti, si decides conocerlo en persona, hazlo en lugares públicos y concurridos las primeras veces. No está de más tomar precauciones y ser cautos, pues no dejan de ser desconocidos.
Para tener experiencias que no comprometan nuestra seguridad ni nuestra integridad, hay aspectos que también debemos tener en cuenta. «Cuidar el tipo de fotos que subimos o los datos personales que facilitamos, ya que puede haber usuarios que hagan un uso indebido de este tipo de información. Y, por supuesto, tratar de ser coherentes y honestos con lo que deseamos conseguir usando esta app, y respetar al resto de usuarios», aconseja Bueno. Esta etiqueta es importante: no solo tenemos que evitar situaciones que nos pongan en riesgo y nos puedan hacer daño, sino tratar de ser sensibles y cuidadosos de cara a los otros usuarios.
«No es cuestión de las apps en sí, sino del uso que se les hace. Sabemos que hay casos de acoso, de persecución, de estigmatización o de marginalización que se promueven a través de apps como Tinder, pero también es evidente que hay otra faceta, positiva: hay historias de gente que ha gestionado su depresión o ideación suicida a través de Tinder, gente que ha encontrado redes de apoyo», concluye Argyriou.