Radharani Jiménez, experta en menopausia: «Al cambiar el perfil hormonal, vamos a tender a acumular más grasa en la zona abdomina»
VIDA SALUDABLE
La desinformación y los tabúes en torno a la menopausia siguen siendo la tónica predominante a pesar de que cada vez conocemos más cerca de esta etapa
20 jul 2023 . Actualizado a las 10:49 h.Radharani Jiménez, ginecóloga y obstetra, cree que «desde hace años, la palabra menopausia ha sido asociada a algo negativo. Se relaciona con miedo, envejecimiento, deterioro y final de todo lo bueno». Sin embargo, recalca que no es así: «No es cierto, va a depender del significado que nosotras le demos y de la información que tengamos». Por eso, hablamos con ella de todo lo que implica esta etapa para las mujeres. La doctora, especializada en menopausia y fertilidad, es miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y de la European Society of Human Reproduction and Embryology (ESRHE).
—En términos clínicos, ¿qué es la menopausia?
—Menopausia tan solo significa la última regla, el final de las mismas. Así como a la primera se le llama menarquia, la última es la menopausia. Lo que ocurre es que por simplificar y, quizás, por facilitar un poco las cosas, la palabra se ha extendido a todo lo que tiene que ver con el final de nuestra vida reproductiva. Todas las consecuencias de la falta de estrógenos y del cambio hormonal. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida se sitúa en 85 años, no es adecuado decir que vivimos casi la mitad de nuestra vida en menopausia, porque en realidad es el climaterio, que es la etapa que viene en los años posteriores.
—¿Cuáles suelen ser los signos de que va a llegar esta última regla?
—Mucho antes de que ocurra esa última regla, suele haber una transición. Hay muchas mujeres que no la notan, que simplemente se les acabó la regla y listo. Pero la mayoría, vamos a tener una transición que es variable, entre dos y cinco años, antes de que desaparezca por completo la menstruación. En esta transición podemos notar, sobre todo, cambios en la duración de nuestro ciclo. Podemos ver que son cada vez más cortos o más frecuentes nuestras reglas. Pueden ser más abundantes, más dolorosas, con más síntomas premenstruales. También se puede dar más irritabilidad, cambios de humor, puede disminuir un poco el deseo sexual, podemos sentirnos un poco más cansadas, incluso podemos notar ciertas molestias que deberían invitarnos a consultar, no deberíamos esperar a que se vaya la regla del todo. Una vez que ya ha ocurrido el cese de la función de los ovarios, que es lo que realmente significa la menopausia, simplemente culmina nuestra etapa reproductiva y se inicia una nueva.
—¿Qué cambios se dan en el cuerpo de la mujer cuando se culmina esta etapa reproductiva?
—A partir de ahí, lo que tenemos que tener presente es que se disminuye la producción hormonal que nos caracterizaba en la etapa fértil. Se disminuyen, sobre todo, los estrógenos, pero también la progesterona y la testosterona, que son nuestras tres hormonas sexuales principales. Al disminuir los estrógenos, estos tienen efecto en prácticamente todos los órganos del cuerpo, no solo a nivel reproductivo. Vamos a tener algunos síntomas que a mi me gusta llamarlos más bien problemas, para dejar muy claro que la menopausia no es una enfermedad, sino que es una etapa fisiológica. Las podemos clasificar en tres áreas: problemas físicos, mentales y «espirituales», por así decirlo, no van a estar relacionados con el estrógeno, pero sí con esta etapa de la mujer.
—Si le parece empezamos por los síntomas físicos, ¿cuáles pueden ser?
—Hay una lista enorme. No todas las mujeres vamos a tenerlos todos, porque no nos afecta la disminución de estrógenos de la misma manera, somos diferentes y por eso hay que individualizar. Hasta un 25 % de mujeres en España, según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, pueden tener sofocos que afectan bastante a su calidad de vida. Eso quiere decir que pueden llegar a producir despertares por la noche, sudoraciones, palpitaciones, taquicardia, incluso pueden llegar a tener náuseas y mucho malestar. Producen vergüenza, cansancio, una sensación que realmente es muy incómoda para la mujer. Este tipo de severidad, los sofocos, necesita que sean tratados y para eso, tenemos muchas herramientas. Son lo que quizás conoce más popularmente la gente, lo que más asociamos a menopausia y por eso se simboliza mucho que la mujer ande con el abanico, que se sienta como acalorada. Pero no es el único síntoma y hay mujeres que no los tienen.
—Para concretar el dato, ¿solo un 25 % de las mujeres padecen sofocos?
—No. En realidad, el 80 % de las mujeres podemos llegar a tener sofocos. De cada diez mujeres, ocho pueden llegar a tener algún sofoco. Pero solo 2,5 de ellas los van a sufrir de forma fuerte, que le afecte a su calidad de vida. Estas son las mujeres que dicen pasarlo realmente mal. La mayoría tiene este tipo de sofocos puede seguir con su vida. «Me dio un calorcito pero saqué el abanico y agua fría y ya se me ha quitado». No te impiden continuar con tu vida. Lo que ocurre es que no solo tenemos sofocos, existen múltiples combinaciones. Hay quien dice que no tiene sofocos, pero sí mucha sequedad vaginal, duerme mal, le duelen las articulaciones, esá cansada o empieza a tener la tensión alta. Hay que evaluar muy bien cada caso para saber qué es lo que le podemos ofrecer a esa mujer para mejorar su calidad de vida en conjunto.
—Es una etapa en la que se puede ver afectado el sueño.
—Sí. Hasta un 50 % de mujeres en España pueden tener problemas con el sueño, bien sea insomnio, dificultad para quedarse dormida o despertares nocturnos, que nos van a afectar bastante a nuestro desempeño. Cuando no dormimos bien, tenemos problemas de nuestro autocontrol. Podemos tener tendencia a comer peor o a saltarnos nuestros hábitos saludables. Además, se nos van a reducir las ganas de tener relaciones sexuales porque estamos más cansadas. Este es otro de los síntomas, la disminución de la libido o deseo sexual, que refieren muchas mujeres. Tiene una causa hormonal, pero puede haber otra que puede ser muy compleja, porque puede tener que ver con la pareja, con cansancio… y otra de las cosas que se le asocian es la sequedad vaginal o disminución de la lubricación durante las relaciones, que puede llegar a ser muy molesta o hacer que la mujer huya de las relaciones sexuales. Mucha gente no sabe que tiene fácil solución.
—Ha sacado otro de los posibles síntomas, la sequedad vaginal. ¿Por qué se produce?
—Porque la vagina es el órgano del cuerpo que más receptores de estrógeno tiene, estos son como el alimento. Por lo tanto, al descender o a disminuir tanto esta hormona en la sangre, la vagina se va a mostrar más reseca, más frágil. Esto puede ser muy molesto y a lo mejor sí que hay mujeres a las que tenemos que ayudar, porque existe una gran cantidad de soluciones y a medida, para todas las mujeres.
—¿La mujer puede tener cambios de humor en esta etapa?
—Sí. Cambios de humor, en la esfera emocional, como que se encuentra más irritable o triste sin ninguna razón. También puede haber tendencia a la ansiedad o a la depresión, sobre todo si la mujer ya tenía algún antecedente. Otro de los síntomas que son menos nombrados, pero que también vemos en consulta, son los dolores articulares o el cansancio. La típica mujer que te dice: «Me levanto y me acuesto cansada». Definitivamente, todo tiene relación, porque el ser humano es un todo. Cuando se llega a la menopausia sin haber implementado estrategias saludables como ejercicio físico, alimentación o sin alguna técnica de gestión del estrés, puede traer una especie de crisis vital, que es lo que vemos en algunas personas. Te dicen: «No me encuentro, siento que no conozco mi cuerpo, me siento desorientada, no sé qué me pasa». A veces es la combinación de ese cambio hormonal con cosas que ya veníamos arrastrando, que no nos habíamos dado cuenta o no nos habíamos motivado a querer cambiar para vivir mejor esta etapa.
Además, cuando estamos más nerviosas hay más tendencia a los sofocos, a que se desencadenen. Es importante encontrar momentos de autoconocimiento. La menopausia vendría siendo una oportunidad para eso, para aumentar esos momentos de conexión con nosotras mismas y saber si el rumbo que está tomando nuestra vida es el que queremos o si hay cosas que queremos dejar de hacer. Es muy importante para el bienestar general de la mujer.
—¿Cuál puede ser el abordaje con una mujer que ha llegado a la menopausia?
—Tenemos un abanico muy variado de opciones. Primero, mejorar el estilo de vida de la mujer. Esto implica, sobre todo, el ejercicio físico y de fuerza, que es muy importante para prevenir complicaciones a largo plazo en la salud de las mujeres. Por ejemplo, la osteoporosis, que se va a producir porque los estrógenos también tienen una función sobre la construcción del hueso. Esto mejora mucho con el ejercicio de fuerza y con una dieta rica en calcio, con alimentos frescos del día a día. Debemos consumir unos 1.250 miligramos de calcio entre las distintas fuentes. Los niveles de vitamina D también son importantes. Se sabe que en nuestro país hay un porcentaje de población con niveles bajos de vitamina D. Esto lo tenemos que detectar y corregir, porque es la que nos va a ayudar a absorber el calcio. Es una hormona que tiene un papel sobre distintos órganos del cuerpo y la necesitamos tener bien para una longevidad saludable. Eso sería desde el punto de vista de los huesos.
Desde el punto de vista de la alimentación, existe la dieta mediterránea y antiinflamatoria, que es la que tiene más evidencia en esta etapa de la mujer. Nos va ayudar a mejorar nuestra microbiota intestinal y prevenir las complicaciones a nivel corazón. Porque el riesgo cardiovascular puede aumentar a partir de la menopausia en las mujeres, igualando a la del hombre, debido a esa falta de estrógenos. Si antes estábamos protegidas con los estrógenos, a partir de ahí, poco a poco nos vamos equiparando con el riesgo del hombre si no llevamos un estilo de vida saludable.
—¿Cuándo recurrir a la terapia hormonal en la menopausia?
—Es la primera indicación para el manejo de sofocos intensos y severos que disminuyen la calidad de vida de la mujer. Existe mucha hormonofobia, tendencia a asociar hormonas con cáncer, con complicaciones, aumento de peso y otro tipo de mitos. Pero la evidencia científica es muy clara y llevamos muchos años de investigaciones posteriores al estudio WHI, que dejó a las mujeres en estado de abandono porque los resultados que arrojó fueron muy mediáticos. Crearon mucha polémica y dejaron a la terapia hormonal una etiqueta que ha sido bastante difícil de quitar.
Sin embargo, todas las sociedades, tanto la española, como la americana, y todas las asociaciones especializadas en menopausia de los diferentes países, concuerdan en que la terapia hormonal, a día de hoy, si se indica en una mujer sana, sin factores de riesgo, sin ninguna contraindicación, su beneficio va a ser mucho mayor que el riesgo de utilizarla. Definitivamente, es una herramienta que mejora mucho la calidad de vida. Elimina los sofocos por completo, las ayuda a dormir mejor, mejora la lubricación de la vagina, los dolores articulares… Incluso esos síntomas emocionales como la tristeza, mejoran mucho. Hoy en día, incluso hay estudios sobre todo lo que es el deterioro cognitivo. Se ha investigado en enfermedad de alzhéimer o en trastornos de tipo demencia. Lo que sucede, es que aún no podemos aseverar que la terapia hormonal es la única herramienta para prevenir el deterioro.
—La toma de terapia hormonal no excluye ese estilo de vida saludable del que hablaba antes.
—Claro, la toma de esta tiene que ir acompañada de un estilo de vida saludable. Ninguna terapia hormonal va a ser suficiente sino se combina con todas las otras herramientas que hemos mencionado antes: descanso, gestión emocional, ejercicio físico…
—Puede haber reticencias a tomar terapia hormonal.
—Hay que tener en cuenta que es muy efectiva, a día de hoy tenemos opciones mucho más seguras, no son las que se utilizaban antes. Y también distintos tipos de preparados: pastillas, parches, óvulos o cremas. Distintas formulaciones y dosis para individualizar con cada paciente. Se dice que la terapia hormonal debe ser hecha como un traje a la medida, no es la misma pastillita blanca para todo el mundo. Debemos individualizar la opción que le va mejor a cada mujer según lo que tenga, necesidades e historia médica. Luego para la mujer que aún sabiendo toda esta explicación y pudiendo utilizar terapia hormonal, no quiere o no puede recibir hormonas, siempre vamos a tener muchas otras opciones no hormonales.
—Hemos hablado de síntomas en la menopausia. Pero ¿puede haber mujeres que no sufran ninguno?
—Sí, hay de un 5 a un 10 % de mujeres que no sienten absolutamente nada. En ellas, aun así, insistiría en un estilo de vida saludable porque aunque no tengamos ningún efecto físico, sí que es verdad que esa falta de estrógenos del cambio hormonal va produciendo cambios con el tiempo. Perdemos un 39 % de colágeno a partir del segundo año de disminución de estrógenos. Eso también tiene que ver con nuestras articulaciones, con el suelo pélvico y, para prevenir, sí que hay que contrarrestar y actuar.
—¿Desaparece el deseo sexual?
—El deseo nace y muere con nosotras, no desaparece. Aunque sí que es verdad que el factor hormonal puede influir en que tengamos menos deseo, que baje un poco. Además, creo que también tiene que ver con las creencias. Asociamos que estamos viejos o lucimos peor y por lo tanto, somos menos deseable. Venimos de una cultura donde también existe una asociación importante sobre nuestro aspecto físico y si en algún momento no estamos contentas con nuestra imagen, eso puede hacer que nos sintamos menos deseadas. No es verdad. Tenemos que tener una buena relación con nuestro cuerpo, amarlo y saber, que de alguna manera, aunque nos cuidemos bastante, vamos a ir cambiando a lo largo de los años. También hay que abrazar todas esas etapas porque resistirnos nos trae mucho sufrimiento. Veo que a veces tenemos una cultura de aferrarnos también a la juventud, a mantener un cuerpo impoluto, que no cambie y eso no es real. Es una imagen que se nos ha interpuesto y que nos presiona mucho, a las mujeres sobre todo.
—Una de las creencias que está muy presente es que se va a subir de peso. ¿Es cierto?
—Sí, una de las cosas que más se quejan las mujeres es que les aumenta la grasa, tienen más barriga y les cuesta mucho perder peso. Lo que sucede es que hay una mezcla de factores. No le pasa a todo el mundo, pero en general hay una tendencia a acumular más grasa en la zona abdominal. Sucede porque el cuerpo nos va cambiando. Pasamos de ser peras a ser un poco más manzanas. Los estrógenos nos dan una configuración del cuerpo donde acumulamos más grasa en cadera y glúteos y menos en barriga, pero al cambiar el perfil hormonal, vamos a tender a acumular más grasa en la zona abdominal, toda la parte media del cuerpo y estéticamente no suele gustar. No tiene nada de malo que una mujer quiera verse bien y no hay que desprestigiarlo. Pero por encima de la autoimagen, también está que esa grasa abdominal tiene mucho que ver con el riesgo cardiovascular.
Las mujeres en nuestro país morimos de enfermedades cardiovasculares. Es importante mencionarlo porque no se habla mucho de ello. Tiene mucho impacto nuestro estilo de vida porque a partir de aquí, no solo hay cambio hormonal. Todo ese exceso de azúcares refinados en los alimentos, sobre todo en comida ultraprocesada, junto con el sedentarismo, hace que tengamos menos masa muscular, que es lo que nos ayudaría a quemar calorías, a fabricar energía y nos protege de la enfermedad cardiovascular. Sustituimos masa muscular por grasa. Y esta, nos inflama y aumenta el riesgo de muchas enfermedades, entre ellas, cáncer de mama, de colon, resistencia a la insulina... y ahí tenemos una bomba de relojería. Justamente conduce a lo que la mayoría de países desarrollados tenemos más prevalente: diabetes tipo II, enfermedad cardiovascular, ictus, infartos y enfermedades degenerativas. Es más serio de lo que a veces analizamos.
—Antes comentaba que uno de los síntomas de la menopausia es la sequedad vaginal. ¿Por qué se produce?
—Al disminuir los estrógenos, cambia mucho el ambiente vaginal. Cambia la microbiota y las bacterias buenas que nos protegen, como la Lactobacillus, que produce un ácido láctico para que la vagina tenga un pH como el de un limón y mantenga alejados a «bichos» como a las cándidas y otros patógenos, disminuyen. Al cambiar ese ambiente vaginal, tenemos que tener unos cuidados específicos. Utilizar jabones íntimos especiales, que respeten el pH específico de esta etapa.
Como rutina, existen muchos productos. Recomiendo que así como nos cuidamos la cara y nos ponemos una hidratante cada día, también lo hagamos en la zona vulvovaginal. A partir de los 45 años empezamos esa transición en la que vamos a tener más sequedad que puede llevar a molestias, posibilidad de infecciones y cambios en el pH. Aplicar una hidratante que lleve ácido hialurónico, que hay muchas marcas en el mercado, puede ayudar mucho a aliviar las molestias. Lo ideal es que lo marque siempre un profesional. Luego hay productos con estrógeno que los solemos prescribir cuando existen síntomas de síndrome genitourinario de la menopausia, que es lo que antes conocíamos como atrofia vulvar o vaginal y mejora mucho los síntomas. Lo que sí, es recomendable que lo prescriba un ginecólogo y que busquemos la fórmula que más se va adaptar a que la paciente esté cómoda.
—¿Cómo puede afectar esta sequedad a las relaciones sexuales?
—Es muy importante conversar con la pareja y explicarle que las relaciones pueden ser un poco más incómodas si estamos en ese período, porque puede que no lubriquemos tanto. Es muy importante que siempre utilicen el lubricante de rutina, sobre todo, acuosos. Estos ayudan a la penetración sin molestias. También que alarguen un poco los juegos previos a la penetración porque eso va a ayudar a que la relación sea mejor, menos molesta.
Nadie debe sufrir el abandono ni dejar de disfrutar de su vida sexual o disfrutar de su plenitud. Además, no debemos olvidarnos de la masturbación, tocarse, conocerse, porque esto también va a ayudar al bienestar de esa mujer, le va a ayudar a conocerse a ella misma. De hecho, lo que más previene la atrofia vulvovaginal y lo que más ayuda son las relaciones sexuales, ya sean solas o en pareja. Ayuda a que vaya más sangre a la zona vagina. Lo clásico de: «Lo que no se usa, se atrofia». Pasa un poco esto con la zona vulvovaginal. Es un acto de autocuidado que es efectivo, gratuito, se disfruta y también ayuda al bienestar emocional. Porque otra cosa que suele suceder es que disminuyen un poco las endorfinas, las hormonas de la felicidad, con la bajada de estrógenos. Es una de las causas por las que a veces nos sentimos un poco más tristes y no sabemos por qué. Por eso debemos potenciar aquellas actividades que nos ayuden a producir endorfinas: ejercicio físico, relaciones sexuales, hablar con un grupo de amigas que estén pasando la misma etapa, tener algún hobbie que nos haga ilusión… Todas estas actividades pueden ayudar mucho en el bienestar. Tanto en esta, como en todas las etapas de la mujer.