Pere Estupinyà, bioquímico: «El multiorgasmo también se da en hombres»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Pere Estupinyà es bioquímico y divulgador científico.
Pere Estupinyà es bioquímico y divulgador científico.

El experto remarca la importancia de ver el sexo como una afición: «Sí, tiene que salir de manera espontánea o mágica, pero hay un momento en el que tenemos tanto lío en nuestras vidas que tratarlo de esta manera puede ser útil»

05 nov 2023 . Actualizado a las 14:25 h.

Sentar las bases científicas sobre nuestra sexualidad. Eso es lo que hace Pere Estupinyà, bioquímico y comunicador científico, con la publicación del su nuevo libro La ciencia del sexo (Debate, 2023). Después de trabajar en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, ejerció como consultor en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ha escrito para grandes medios de comunicación, ha impartido conferencias por casi toda España y América Latina, y ha empezado dos doctorados, uno en genética y otro en sexología. Ha publicado libros como El Ladrón de Cerebros (Debate, 2010), S=EX2 (Debate, 2013), Comer cerezas con los ojos cerrados (Debate, 2016) y A vivir la ciencia (Debate 2020).

—¿El sexo también es un tabú en la ciencia?

 —Sí. Cada vez menos, eso es cierto, pero históricamente, tanto en la ciencia como en la medicina, parecían disfunciones de segunda clase. Como si no fuera importante. Costaba investigar por el propio tabú de los científicos. Me he encontrado científicos que investigaban placer y dolor, o que tenían interés en temas sexuales porque lo consideran interesante, pero se sentían cohibidos por lo que dirían sus compañeros y los propios organismos de financiación. Por ejemplo, en el NIH, en Estados Unidos, se cancelaron un par de proyectos asociados a sexualidad. Uno de ellos era muy interesante. Intentaba comprender la prostitución, cómo se ejercía y con quién. Pero el Congreso estadounidense, en un momento determinado, dijo: ¿cómo que dinero público dedicado a investigar la prostitución? Y cancelaron proyectos de este tipo. Creo que el mensaje positivo es que cada vez es menos tabú y que está avanzando a un ritmo, por suerte, muy significativo. La medicina sexual está en buen momento.

 —¿Qué tienen que ver nuestros niveles de hormonas con nuestro comportamiento sexual?

—El paradigma que utilizo en el libro es el paradigma biopsicosocial. Quiere decir que la mayoría de aspectos de nuestro comportamiento social tienen componentes biológicos, endocrinos, hormonales, psicológicos y sociales. Pero dicho esto, los aspectos endocrinos también están de manera subyacente. Una distinción interesante en sexología es el deseo sexual espontáneo y el reactivo. 

—¿En qué se diferencian?

—Cuando somos jóvenes pasa más. Sin estímulos externos claros, estás cachondo o cachonda. Tiene que ver con fluctuaciones hormonales. El reactivo, que es el más habitual, es que bajo un estímulo exterior tu cuerpo reacciona. Llega tu pareja, ves unas imágenes o estás en un ambiente determinado. Lo exterior hace que aparezca el deseo sexual reactivo. 

Sobre los aspectos endocrinos, lo planteo casi como perspectiva evolutiva. Los animales, los mamíferos, tienen que sentir deseo sexual sin ser consciente de lo que es eso. Tiene que desear aparearse y esto está influenciado totalmente por las hormonas. Lo más habitual es que las hembras solo quieran reproducirse, solo tengan deseo sexual, cuando están ovulando. Ellas no saben si están en esa etapa del ciclo o no, lo que notan es deseo sexual, ganas de reproducirse. Dentro del ciclo sexual de los mamíferos hay unas fluctuaciones hormonales que influyen en esta aparición de deseo. igual que hay otros que la inhiben como la prolactina o la oxitocina.

—Sobre estas variaciones, ¿qué ejemplos se dan en humanos?

—En casos de transexualidad, cuando alguien pasa de cuerpo femenino a masculino, con el tratamiento hormonal, primero le das andrógenos. La mayoría declaran que hay un aumento de deseo sexual generalizado. Y cuando es al revés, que les inhiben los andrógenos a los que pasan de cuerpo masculino a femenino, decrece este deseo. También cuando uno toma antidepresivos, un efecto secundario muy presente es la pérdida de deseo y de función sexual porque influye en la parte hormonal. Además, las mujeres tenéis un tipo de fantasías sexuales diferentes que, quizás pocas os paráis a pensarlo. pero cuando estáis ovulando tenéis más fantasías o deseos de coito que de sexo oral que en otros momentos del ciclo reproductivo, según las encuestas. Al final, nuestro comportamiento no solo depende de nuestro instinto y deseo, sino de nuestro cerebro. 

 —¿Deseo y excitación son lo mismo?

—En el lenguaje cotidiano pueden ser sinónimos, pero en sexología no. Cuando se habla de deseo, digamos que es más el componente mental. Es un estado más subjetivo de lo que podríamos llamar excitación. Esta última se relaciona con respuesta física, excitación genital o corporal en general. Los problemas de deseo o de excitación se diferencian. Un problema de deseo es que alguien que pierde la libido no siente ganas de tener relaciones a pesar de que las condiciones sean buenas para ello. Los problemas de excitación están relacionados con falta de lubricación, placer, de erección en los hombres…

—¿Estos problemas de excitación son más visibles en ellos?

—Sí, en ellos son más visibles porque cuando no pueden tener una erección, se ve. Cuando una mujer no tiene una erección de clítoris o su sistema genital no se excita lo suficiente, no es tan obvio. 

 —Explicas en el libro que el tamaño importa, pero en el clítoris, y no tanto en el pene. 

—Esto es muy interesante y, de hecho, tiene un punto provocador. La posición del clítoris respecto a la vagina no es la óptima para tener un orgasmo durante el coito. En realidad, la evolución lo que quiere es que el acto sea placentero para la mujer, pero no que tenga el orgasmo fácil. No quiere que lo tenga antes que el macho porque si fuera así, podría perder el incentivo de seguir copulando. Lo que quiere la ovulación es que el macho copule, eyacule y fertilice a la hembra.

Sí que por la parte interna puede haber placer aunque no exista una fricción directa, pero no lo suficientemente cerca como para llegar al orgasmo. Se han hecho algunos estudios viendo que cuanto más corta es la distancia entre el clítoris y la vagina, más proporción de orgasmos por penetración hay. Luego en otro tipo de orgasmos, no influye tanto. Es injusto porque siempre se habla del tamaño del pene, pero en realidad la diversidad de clítoris es mucho mayor. 

—¿Hasta qué punto el sexo es un acto racional? 

—Muy poco. Y está bien que sea así. El sexo es muy instintivo. Aquí lo interesante es que cuando nosotros pensamos sobre comportamiento sexual de manera racional, nos equivocamos. Es decir, podemos intuir que responderemos de una manera, pero como cuando estamos teniendo sexo estamos muy excitados y, emocionalmente, en otro estado, por lo que podemos hacer cosas que en frío no pensaríamos que haríamos. El ejemplo que siempre doy es el de tener sexo en público con tu pareja en un club liberal. Si le preguntas a cien personas si lo harían, quizás el 80 % te dice que no; pero puestos en situación, quizás este porcentaje bajaría al 50 o 60 %. Habría que parejas que en frío nunca hubieran hecho esto, pero que en situación de estar en un estado emocional diferente, sí. 

 —El punto G, ¿es un invento?

—No (ríe). El nombre sí, es una invención; se lo puso el señor Gräfenberg. Pero sí que es una zona del interior de la vagina que, si la mujer está excitada, en ese punto, siente más placer que en otros. Y lo que se ha descubierto sobre su fisiología es que es la zona donde, al presionar hacia arriba en ese punto, se toca la base del clítoris erecto. Es decir, cuando una mujer está excitada, la parte interior del clítoris crece. Y pasa cerca de la vagina. Si tú tocas a dos o tres centímetros de la entrada hacia arriba, cuando la mujer está excitada, puede ser que toques esa base del clítoris y te des cuenta de que ahí se siente más placer. No es que haya más terminaciones nerviosas en ese punto de la vagina, como a veces se dijo. 

—¿De ahí viene la creencia de que es un mito?

—Sí, todo eso vino cuando miraron la pared vaginal de las mujeres y se dieron cuenta de que no existían más terminaciones nerviosas. Pero después, descubrieron esto. 

 —¿Y el del hombre?

—Sí, lo que llaman el punto P, de la próstata. El hombre también tiene un análogo de punto G, pero fisiológicamente es otra cosa. Sea por estimulación desde el perineo o por estimulación desde dentro del ano, si contactas con la próstata masculina sientes un placer diferente. Algunos hombres lo experimentan como más intenso y otros menos, pero sí que sería ese punto P de un placer más profundo, diferente. 

—Comentas que la sexualidad femenina resulta más compleja que la masculina, ¿por qué?

—Por evolución. Evolutivamente hablando, los machos no tienen que estar pendientes de tantos factores, por el hecho de que su mandato evolutivo es reproducirse y cuantas más veces, mejor. Las hembras tienen que seleccionar mejor y tener períodos de inhibición. No pueden dejarse inseminar por el primero que pase por ahí porque invierten mucho esfuerzo corporal en cada embarazo. Aunque sea a nivel biológico, también cuentan con más hormonas, que regulan los momentos de excitación y de inhibición. En hombres, eso es mucho más básico. Luego a nivel social ya es más discutible, porque depende de cómo construyamos la sociedad. La hemos construido de una manera donde no tiene por qué ser así. 

—¿Es posible el multiorgasmo en hombres?

—Sí, hay casos publicados. Existen dos tipos de multiorgasmo. Hay un tipo de chicos, y eso está publicado, que no se sabe si es por falta de prolactina o lo que sea, suelen ser jóvenes, que pueden tener uno, eyacular y si están todavía excitados, no pierden la erección. En la inmensa mayoría de chicos se tiene un orgasmo, eyaculas y se te baja. Pero hay algunos que no. Pocos, pero hay un porcentaje determinado que pueden mantener la erección y volver a empezar y tener otro orgasmo. 

Luego están los practicantes de sexo tántrico que lo que hacen es tener un orgasmo sin eyaculación y sin hiperactivación de los nervios pélvicos. Lo que hacen es acercarse muy poco a poco a ese momento, hasta que se activan los nervios que dan la sensación del orgasmo y sienten ese placer, pero no se activa la eyaculación, ni el sistema pélvico, ni nada. Las contracciones típicas, no se dan. No eyaculan, pero tampoco pierden la erección. Y pueden repetirlo varias veces. Esa sería la manera de conseguir la multiorgasmia masculina. 

—Suena bastante místico. 

—Cuando me hablaban de sexo tántrico, sí que me parecía muy místico. Porque ellos hablan de energías, de meridianos… Luego, médicos fisiólogos me explicaron esta diferencia tan clave entre eyaculación y orgasmo, que suelen ir juntos, pero una es la activación de unos nervios y otra, de los músculos. Y ahí dices: «¡Anda!». Se da también en animales. Cuando se quiere conseguir que eyaculen, se da una electroeyaculación. Le das unas descarga eléctrica y eyaculan sin tener un orgasmo. Ahí vi que no solo era sexo místico. Que todo lo que rodea la parafernalia del sexo tántrico y todo eso, sí que tiene un punto de misticismo. Ellos saben mucho. pero cuando lo explican, suena a exotérico total. Pero esta parte de la multiorgasmia sí se puede explicar fisiológicamente. 

 —¿Cuánto suele durar un coito? 

 —Depende (ríe). Hay mucha variabilidad, tanto entre personas como en una misma persona en diferentes momentos. Pero lo que han hecho algunos investigadores es, de media, cuánto suele durar. Lo que vieron es que, en su estudio, de media, desde la primera penetración hasta el orgasmo, duraba 5,4 minutos. Tiene un punto frívolo, absurdo, pero es un dato más. Aquí lo que sucede es que hay tanta diversidad que estos datos son más o menos útiles. Tampoco es que sea bueno o malo el hecho de que sea rápido o sea largo. Si es excesivamente rápido sí que puede ser problemática, pero ya estamos hablando de segundos. Es otro tema. 

—¿Qué es exactamente el squirting?

 —Es una liberación de flujo vaginal en el momento del orgasmo asociada a esas contracciones pélvicas fuertes que hay en el orgasmo. Hay dos fenómenos que no son lo mismo. Uno sería la eyaculación normal de las mujeres y la otra, el squirt más pornográfico. Tenemos tejido esponjoso en muchos lados, en la boca por ejemplo, segregas saliva y esa saliva viene de las glándulas de la boca que filtran la sangre, sacan agua y sacan líquido. En los genitales también hay lubricación que viene de lo mismo. Hay unas glándulas capaces de quitar líquido de la sangre y acumularse un momento e ir exudando poco a poco. La eyaculación la tienen todas las mujeres. Unas más cuantiosas y otras menos, se ve más o se ve menos, pero es como que se va acumulando bastante de este líquido esponjoso y, ya sea con los dedos o con los propios movimientos musculares, en el momento del orgasmo, ese líquido puede salir de manera más notable.

—¿El que se representa en el porno es diferente?

—Sí. Cuando ves que sale a chorro, que sale como si fuera pis, es pis. Esto está medido. Ese líquido tiene urea y componentes del pis. Muchas mujeres del porno beben una gran cantidad de agua antes de hacer el squirt. Es orina diluida. Es frecuente en el porno, pero no en las mujeres convencionales. En ellas hay una eyaculación que viene de ese tejido esponjoso que te he comentado.

—¿Debemos hablar más de sexo?

—A mí me gusta pensar en la sexualidad o el comportamiento sexual como algo más natural y menos trascendente de lo que se suele plantear. Casi que diría como una afición. Por ejemplo, que te guste salir a bailar. Y lo planificas: «Cada jueves voy a salir a bailar». A veces bailas un tipo de baile, otros días otro, haces vida social alrededor de eso, hablas con naturalidad de él e intentas mejorar. Creo que algo de eso sí tenemos que incorporarlo a nuestra visión de la sexualidad. Es decir, es algo que nos da placer, bienestar mental y físico, nos une a personas, etcétera. Por eso aprender más sobre él, hablarlo con otras personas, e incluso quedar para practicarlo, creo que es importante. Hay una parte de que el sexo tiene que salir de manera espontánea o mágica, que está muy bien, pero hay un momento en el que tenemos tanto lío en nuestras vidas que tratarlo de esta manera puede ser útil. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.