Siete gestos sencillos que mejoran la higiene de tu casa (y tu salud)

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La cocina y los aseos tienen zonas que son focos de bacterias. Desinfectarlas a menudo reduce el riesgo de que las bacterias y virus se acumulen.
La cocina y los aseos tienen zonas que son focos de bacterias. Desinfectarlas a menudo reduce el riesgo de que las bacterias y virus se acumulen.

Desde bajar la tapa a la hora de tirar de la cisterna, a cambiar los utensilios de madera por los de acero inoxidable

15 ene 2024 . Actualizado a las 15:25 h.

Nuestra higiene personal y la de nuestro hogar están correlacionadas con nuestra salud. Lucía Almagro, biotecnóloga y conocida en redes bajo el seudónimo Diario de una científica, explica que es una de las armas que tenemos para defendernos frente a los patógenos: «De hecho, antiguamente, costó mucho que esto se aceptase como una medida. Había muchos que se negaban a que, por ejemplo, los cirujanos se lavasen las manos en los paritorios, y muchas mujeres morían con infecciones». En este sentido, los jabones son los grandes aliados: «Lo que hacen es romper las paredes de los virus y al romperse, matarlos directamente».

Cómo afecta a nuestra salud una mala higiene en casa

Almagro subraya que existen muchos niveles a la hora de hablar de «mala higiene». «En general lo que vemos como polvo o restos de suciedad, sobre todo en zonas donde hay humedad, es donde más atención tenemos que prestar. Es decir: aseos y cocinas». 

Donde hay humedad, hay vida. Es el ambiente perfecto para que virus y bacterias se encuentren a gusto y por lo tanto, puedan reproducirse. «Ahí siempre hay más probabilidad de que haya vida patógena. Esas zonas grises o negras que vemos a veces son bacterias. Por eso es muy importante secar e intentar limpiar muy bien todas esas zonas donde se pueden acumular». 

1. Bajar la tapa a la hora de tirar de la cisterna

«En los aseos, evidentemente, hay muchas más bacterias, porque además, es donde hacemos nuestras necesidades, que van llenas de bacterias o virus que podemos librar. Son zonas con puntos rojos». El primero de ellos es, como no, el inodoro. «Igual que aprendimos en la pandemia sobre esas gotitas o aerosoles que se extienden cuando estornudamos, hablamos o tosemos; hay que tener en cuenta que estas también se generan en el inodoro. Cuando tiramos de la cadena cae mucha cantidad de agua y esta, lo que hace, es desplazar a otra. Se generan muchas turbulencias que se podrían generar también en un estornudo». 

Por esta razón, la experta remarca que uno de los errores garrafales que cometemos en los baños es tirar de la cisterna con la tapa abierta. Y este, se incrementa cuando metemos la escobilla: «Una cosa que me dicen mucho es: "¿Y cómo la utilizo si tengo que bajar la tapa?". Cierras, tiras de la cadena y luego utilizas la escobilla. No hay que complicarse la vida. Pero estar utilizándose con la tapa abierta, mirando hacia adentro y tirar de la cadena, dándole a la escobilla… Muy mala idea. Estás respirando directamente todos los aerosoles que se generan. Si estamos en el baño de casa, obviamente los riesgos son menores, pero sobre todo en los públicos, hay que prestar mucha atención». 

2. Tener cuidado con todo lo que está cerca del inodoro

Además, hay que tener cuidado con todo lo que tenemos cerca del inodoro. Almagro asegura que, aunque estos enseres se encuentren a una distancia que «consideres imposible que lleguen estas bacterias», en los aseos se produce «como un microclima». 

Entre los utensilios del baño a los que debemos prestar mucha atención se encuentran las toallas —ya sea para secarnos las manos o el cuerpo— y los cepillos de dientes, ya que si estos se encuentran cerca del váter, las bacterias pueden saltar a ellos y, teniendo en cuenta que los acabamos metiendo en la boca, el riesgo se multiplica. «Personalmente, lo que hago es cubrirlos con una de esas fundas que utilizamos cuando los llevamos de viaje. Además, los guardo en un cajón, para evitar que esas gotitas o bacterias lleguen al cepillo de dientes», indica Almagro. 

3. Las esponjas no son imprescindibles

Todos podemos comprobar el poder de atrapar las bacterias que tiene una esponja. Si dejamos una húmeda durante tiempo en el baño, va cambiando de color. «En sus huecos, queda humedad. Sobre todo ahora en invierno, que tenemos todo más cerrado. Esa humedad y esos huecos son zonas perfectas para el crecimiento de bacterias porque nadie las toca. No las puedes lavar con desinfectante porque después te la pones en el cuerpo». 

Aunque se utilice jabón en ellas, «si está llena de bacterias y la pones en tu piel, sobre todo si tienes alguna herida, pasa por oídos o mucosas, ahí pueden entrar bacterias patógenas. Por eso es mejor que nos duchemos con la mano; tampoco hace falta que nos saquemos brillo». 

Los patitos de goma de los niños, otro enemigo

Parecen inofensivos y pueden ser muy divertidos para el baño de los niños; pero son el enemigo. Si se abren, se podrá comprobar que se ponen negros. El material con el que están fabricados y el agujero que suelen tener para permitir la entrada de agua hacen que sea un medio perfecto para la entrada de bacterias y hongos. Por eso, Almagro recomienda optar por otros que, por lo menos, no tengan agujero

4. La falsa sensación de lavarnos las manos después de tocar un alimento

En las cocinas también hay varios focos o puntos rojos. «El primero, el fregadero. Ahí hay restos de comida, es decir, alimento que le puede servir a la bacteria», señala Almagro. Añade que existe un movimiento muy común cuando estamos cocinando: tocar algún alimento con los dedos índice, pulgar y corazón, ponerlos debajo del grifo y después secarlos. «Eso no es lavarse las manos. No te limpias del todo y, si con esos dedos has tocado carne cruda, que es uno de los alimentos que más bacterias puede tener por toda la manipulación que ha sufrido hasta que llega a nuestra cocina... Tenemos que tener más ojo», recalca. 

Con la tabla de corta pasa algo parecido. «Si hemos cortado carne cruda, debemos limpiarla con un desinfectante o pasarle un trapo con jabón, antes de cortar fruta o verdura que vayamos a consumir cruda. Eso es otro foco de contaminación», asegura la experta. 

5. Los trapos húmedos que utilizamos para limpiar deben estar limpios 

Los trapos húmedos o bayetas que suele haber en las cocinas son otro foco de bacterias. «Llega un momento en el que no sabemos si lo hemos utilizado para limpiar el fregadero, si lo hemos pasado por restos de verdura o de carne. Debemos tener un poco de control en utilizar un trapo para una serie de circunstancias y otro, para otras», recomienda Almagro. 

Además de ser conscientes de sus usos, también debemos lavarlos cada poco tiempo. «Todos tenemos la imagen de nuestras madres con ese fregadero lleno de agua con un poco de desinfectante o lejía. Tenerlos a remojo y mantenerlos limpios, no dejarlos hasta que se queden tiesos». 

6. La nevera no acaba con todas las bacterias

Existen muchas bacterias que pueden vivir en el frio, no solo lo hacen a temperatura ambiente. Por eso, la nevera es otro de los focos de bacterias, ya que en ella guardamos muchos alimentos y las probabilidades de que alguno de ellos se ponga malo, son bastante altas. «A todos se nos ha llenado de moho un alimento. En este caso, todo lo que haya estado en contacto directo o haya estado cerca, hay que eliminarlo y limpiar toda esa zona con desinfectante». 

Este electrodoméstico debe limpiarse con frecuencia. «No todos los días, ni siquiera hace falta todas las semanas, pero sí estaría bien que lo hiciéramos a menudo. A veces quedan restos de comida que no nos damos cuenta». 

7. Los utensilios

Todos sabemos que los utensilios de metal rayan la sartén, pero los de madera, son focos de bacterias. «Ahí cada uno que ponga su balanza», bromea Almagro. 

La madera es uno de los materiales que retiene la humedad y, aunque en el caso de las tablas de cortar es diferente porque no las vamos a tener tan húmedas, una cuchara o una pala sí son foco de vida patógena. «Si es posible, lo mejor es utilizar acero. El plástico tampoco está recomendado porque la calidad de estos nunca la vamos a conocer y con el calor tienden a deshacerse y a liberar sustancias. Ahora mismo hay poca evidencia, pero habrá más, de que son perjudiciales para nuestra salud. Por eso, si podemos, que sean de acero inoxidable».

Sobre todas estas medidas, la biotecnóloga indica que «no es una contaminación que provoca que nos vayamos a morir mañana o que vayamos a coger una enfermedad grave. Puede que nunca te pase nada, pero solo el hecho de pensar en todos estos focos de bacterias, pero sí es un detalle que debemos de tener en cuenta», concluye.

 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.