Matilde Gómez, ginecóloga: «Es mejor gastarse el dinero en una frutería que en suplementos como colágeno y antioxidantes»
VIDA SALUDABLE
La experta recuerda que «los sofocos suelen durar una media de cinco años, pero hay quien los tiene toda la vida»
27 may 2024 . Actualizado a las 17:42 h.«La menopausia no es una enfermedad, simplemente tus ovarios dejan de producir estrógenos», remarca Matilde Gómez, doctora en Medicina y especialista en Ginecología y Obstetricia con más de treinta años de experiencia. Especializada en esta etapa de la mujer, está acreditada por la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), y también es experta universitaria en Ginecología estética y funcional y Cirugía genital cosmética de la mujer por la Universidad de Barcelona. Acaba de publicar Mujeres sin reglas (Zenith, 2024), una guía completa para vivir saludablemente la menopausia.
—Los sofocos en la menopausia es uno de los síntomas más típicos. ¿Hay que tratarlos siempre?
—Los sofocos, si molestan, hay que tratarlos. Pero la percepción de molestia es muy particular en cada paciente. Hay sofocos que son muy leves, que te pueden suponer un mal día y no hay ningún problema, pero hay otros que afectan la calidad de vida. Si tú tienes diez sofocos al día fuertes, en los que se te pone la cara roja, empiezas a sudar, te pones nerviosa... Si estás trabajando cara el público, te sientes incómoda y si te dan por la noche, no duermes bien. En esos casos sí que se aconseja tratarlos.
—¿Cuánto tiempo pueden durar?
—Es muy variable. La media puede estar en unos cinco años, pero hay mujeres que les pueden afectar toda la vida. Afortunadamente esto ocurre en menos casos. Es muy particular porque además se ha visto que influyen muchas cosas en la producción del sofoco. Probablemente si estás nerviosa, es más probable que te de un sofoco. Si tomas comida picante, también te puede ocurrir. Muchas notan que el día que salen y toman alcohol, por la noche no duermen bien. Hay muchos factores desencadenantes. Afortunadamente, de todas las mujeres con sofocos, un 30 % son las que los tienen muy molestos.
—¿Es posible tener sangrados durante la menopausia?
—No es normal. Lo que puede ocurrir en los primeros años en los que estás siete meses sin regla, por ejemplo, es que tengas algún sangrado. Pero si llevas más de un año sin ella y empiezas a manchar, debes consultar con tu médico. Hay que identificar que ese sangrado no se deba a que el endometrio, que es la cara interna del útero, se esté engrosando por una producción anormal de hormonas. Eso hay que vigilarlo.
—¿Las pérdidas de orina son normales al reirse?
—Que sea frecuente no quiere decir que sea normal. Lo que sucede es que eso es culpa nuestra, de los ginecólogos, porque hasta ahora no había tratamientos salvo que te operaran. No había tratamientos que te pudieran tratar.
—¿Suele existir vergüenza para abordar el tema?
—Sí, eso es otra cosa. Pero es algo que podemos ver al explorar. Podemos ver la pelvis un poco floja y ahí preguntamos si se le escapa la orina al reir, toser o hacer esfuerzo. La respuesta suele ser: «Bueno, sí, pero es lo normal». No, no lo es.
—Pero por lo que comenta, ahora sí hay tratamientos para poder abordar el problema.
—Sí, si ocurre, ahora mismo existen soluciones no invasivas. Está el uso de láser vaginal, la radiofrecuencia, la silla de estimulación magnética, ectétera. Afortunadamente hoy disponemos de otras técnicas que pueden ayudar a la mujer sin necesidad de pasar por un quirófano. Además, es importante abordarlo porque es un problema que suele ir a peor.
—¿Qué es el síndrome genitourinario de la menopausia?
—Le hemos puesto este nombre hace poco, antes hablábamos de atrofia vaginal o la famosa sequedad vaginal, pero suena fatal. Vimos que no solo se sufría esta, sino que se acompañaba de cistitis, molestias y picores. Todo era mucho más complejo, con varios síntomas urinarios y vaginales. Esto todo se produce porque perdemos los estrógenos, para decirlo claramente. Toda esa zona de la vulva, la vagina y la uretra, que es parte del sistema urinario, está llena de receptores de estrógenos y andrógenos. Cuando tenemos la menopausia los perdemos y esa zona a la que nunca le hicimos caso porque se hidrataba sola, de repente deja de hacerlo. Deja de tener esa función reparadora automática y tenemos que hidratarla y cuidarla para que no vaya a más.
—¿El síndrome genitourinario siempre empeora si no se trata?
—Sí. Siempre les digo a mis pacientes que así como los sofocos hay muchas posibilidades de que se curen solos sin ningún tratamiento porque mejoran con el tiempo, la sequedad no. El síndrome genitourinario de la menopausia va a peor con los años. Si con 57 lo tienes, a los 60 vas a estar mucho peor, y no te digo a los 70 si no lo tratas. Es un poco engorroso ponerse la crema, pero hay que hacerlo. Hay que transmitir el mensaje de que es importante cuidarse esa zona al igual que la cara.
—Otra percepción: que se va a engordar sí o sí.
—No es cierto. Es como si todas hubiésemos sido flacas y llega la menopausia y engordamos. No. Sí existe una redistribución de la grasa corporal y como mucho, se demostrado que puedes subir dos o tres kilos, pero no doce, por ejemplo. Si tú has sido una persona que has sufrido obesidad, la menopausia no te va ayudar; hay que cuidarse más.
Lo que nos viene a engordar es el síndrome metabólico. Y eso ya nos ocurre desde antes, no te aparece con la menopausia. Si tienes 40 años y sabes que en tu familia se padece hipertensión, diabetes o un aumento de los triglicéridos, debes empezar a cuidarte si no lo haces porque si no pones de tu parte cada vez tienes más papeletas. No es solo la menopausia, es cumplir años. Además, hay que distinguir esa grasa superficial que nos pellizcamos a esa que rodea las vísceras y los órganos internos, que es la peligrosa y no te la produce la menopausia, ya es más complejo y normalmente viene de atrás.
—¿Salir a caminar es suficiente?
—Si sales a caminar, mejor eso que estar en el sofá, pero no es suficiente. Antes era típico que todos los ejercicios recomendados para la menopausia eran yoga, taichi o andar en la cinta. Sin embargo, también hay que hacer ejercicios de fuerza. No nos vamos a muscular ni a poner como los hombres, era un mito que había antes. Hay que ser capaz de levantar peso, las bolsas de la compra, agacharte y levantarte sin necesidad de apoyarte. Estamos acostumbradas a coger pesas pequeñas y esas no nos hacen nada, porque incluso nuestro bolso puede pesar más.
—¿A la hora de hablar de tratamientos, en qué momento el tratamiento no hormonal se queda corto?
—Siempre hemos pensado que el tratamiento no hormonal es para síntomas leves. Son falsamente llamados naturales, porque en realidad también vienen de un laboratorio. Son tratamientos que no necesitan estudios científicos porque están dentro del apartado de suplementos o complementos alimenticios. Si te va bien, fenomenal. Pero hay pacientes que llevan años tomando ese suplemento natural, se quejan de todos los síntomas de la menopausia y se lo siguen comprando. Esto va por escalones y si a los tres meses no notas mejoría, hay que subir de escalón con la terapia hormonal. Lo importante es hablarlo con tu médico.
—¿Qué importancia tiene la vitamina D?
—La vitamina D es muy importante y si no la conseguimos a través de estas dos vías, hay que suplementarla. En cuanto a niveles, la mujer en la menopausia lo ideal es que esté entre 30 y 50. Y en España, hay mucho déficit de esta, aunque contemos con muchas horas de luz. Tomar suplementos está bien, pero la gente ignora el tema. Conozco a muchas mujeres tomando suplementos de colágeno, antioxidantes, cosas carísimas, por el miedo a la vejez y yo en la analítica lo único que le veo es que le falta la vitamina D. Que va con receta, que te la puede cubrir la Seguridad Social, es económica, y no se la toma. Es mejor gastarse el dinero en una frutería que en suplementos de ese tipo que ni siquiera le ha pautado el médico.
—El cáncer es una de las enfermedades que más nos preocupa, pero en el libro incides en que las mujeres nos morimos por enfermedades cardiovasculares.
—Exacto, esa es la principal causa de muerte en las mujeres. Las mujeres, le tenemos miedo sobre todo al cáncer de mama, y de lo que nos vamos a dormir es de enfermedades cardiovasculares. Muchas mujeres no se quieren hacer la mamografía o tienen miedo a que las hormonas les produzcan cáncer de mama, pero no, de lo que nos morimos es de un ictus, un infarto o un trombo. Hay que cuidarse y de ahí la importancia de todo lo que hablamos hasta ahora. Restringir el tabaco y el alcohol, una buena dieta. Controlar el estrés, mantener nuestra mente ocupada y entretenida. Es muy importante. Además, el cáncer de mama es el principal cáncer que nos afecta a las mujeres, pero no es el que más nos mata. Tienes muchas posibilidades de sobrevivir. Más preocupa un cáncer de colon o páncreas. Además el cáncer es multifactorial. Eso es en lo que tenemos que pensar, tener una visión de conjunto y no focalizarnos sólo en una cosa.
—Un consejo que sueles dar a tus pacientes a la hora de entrar en la menopausia.
—El primero, que se informe, busque información, hable sin miedo del tema. Creo que antes nos cuidábamos por estar delgadas, ahora nos empezamos a dar cuenta de que debemos hacerlo para estar sanas y que el peso no es relevante. Centrar en cuidarnos, pero por nuestra salud, pensando que esto es una inversión a largo plazo. Y otro consejo: si la mujer tiene pareja, que hable con ella. Nos cambia el cuerpo, la percepción y si existe una época en la que nos sentimos inseguras, puede que nos moleste la sequedad. Explicarle que los cambios de humor que tenemos es por eso, que no es personal, por decirlo de alguna manera. Hablarlo, comentarlo y analizarlo. Ellos también envejecen y tienen sus cosas, no nos olvidemos.